El Este sue?a monarqu¨ªas
Ex soberanos que son primer ministro, embajador o asesor de los pa¨ªses de donde fueron expulsados
Grandes retornos a la patria, reconciliaciones imposibles, emociones que agitan la memoria. En Europa oriental los descendientes de las casas reales redescubren una funci¨®n p¨²blica. En ocasiones, protagonistas y jefes de Gobierno, en otras, embajadores volantes de la naci¨®n o s¨ªmbolos vivientes de un pasado que retorna. La resurrecci¨®n de las familias reales, expulsadas por los proc¨®nsules de los sovi¨¦ticos, es la segunda ca¨ªda del Muro.
Y de ellas, la andadura de Sime¨®n Sakscobuggotski parece una fantas¨ªa de Hollywood. Sakscobuggotski en b¨²lgaro significa "de Sajonia, Coburgo y Gotha". As¨ª como suena. "Desde ni?o fui educado para servir a mi patria", dice. El suyo es un caso l¨ªmite. Desde hace tres a?os el din¨¢mico Sime¨®n, de 74 a?os bien llevados, elegante como corresponde a un artist¨®crata de la jet-set, es primer ministro del Estado del que su padre, Boris, fue el ¨²ltimo rey. Boris muri¨® asesinado en 1943 en una conjura de palacio. Tres a?os despu¨¦s, el r¨¦gimen instalado por el Ej¨¦rcito Rojo daba a la familia real 48 horas para abandonar el pa¨ªs. Como recuerda a¨²n hoy Sime¨®n: Estambul, Alejandr¨ªa, el Victoria college de Londres y las academias militares norteamericanas en su curr¨ªculum. Sime¨®n se convierte en exitoso hombre de negocios en Espa?a, donde se casa con Margarita G¨®mez Acebo y Cejuela. Religios¨ªsimo -ortodoxo- busc¨® en los nombres tradicionales que dio a sus cinco hijos -Kardam, Kiril, Kubrat, Konstantin, Assen y Kalina- el ¨²ltimo recuerdo del pa¨ªs perdido.
En Europa oriental los descendientes de las casas reales redescubren una funci¨®n p¨²blica
El vuelco se produce en 2001. En medio de la violencia pol¨ªtica desencadenada entre poscomunistas y conservadores, Bulgaria parec¨ªa a punto de una grave crisis. La derecha moderada buscaba a un l¨ªder y Sime¨®n tuvo la idea genial de proponerse candidato diez semanas antes de las elecciones. Y venci¨® en ellas para alzarse premier y no el hombre de la Restauraci¨®n. El pa¨ªs no se ha arrepentido. La situaci¨®n es estable, Bulgaria ha entrado en la OTAN, y llama a la puerta de la UE. Sime¨®n vive en el castillo real de Vrana, donde de ni?o jugaba vestido de marinero, y que el Estado le ha devuelto. Con los grandes del mundo habla sin int¨¦rpretes en ingl¨¦s, alem¨¢n, italiano, franc¨¦s, espa?ol y ¨¢rabe, aparte del b¨²lgaro.
A veces juega a ser qui¨¦n fue. "El rey Miguel y la reina Ana han venido a palacio para ver al rey Sime¨®n", dec¨ªa un breve comunicado hace un par de a?os. El rey Miguel de Hohenzollern-Sigmaringen fue el ¨²ltimo soberano de Rumania, y ha sido menos afortunado que el b¨²lgaro. Expulsado tambi¨¦n por los comunistas hace medio siglo, tras la ca¨ªda de Ceaucescu en 1989, intent¨® varias veces volver a su pa¨ªs para que le rechazaran en la frontera. M¨¢s tarde, el presidente Ion Iliescu y el primer ministro Adrian Nastase se lo pensaron mejor. Y le enviaron emisarios a su exilio suizo, hasta que fue posible organizar una comida entre el ex soberano e Iliescu en el palacio de Cotroceni, la antigua residencia real en Bucarest, hoy sede de la presidencia. El veterano ex comunista, responsable del golpe contra Ceaucescu, y el tambi¨¦n a?ejo ex monarca, hicieron todo lo posible por entenderse. "Con estupor o¨ª a Iliescu llamarme, no sin esfuerzo, majestad", cuenta Miguel. Ha tenido la satisfacci¨®n de una gran ceremonia: los restos de su padre, el rey Carol han vuelto a casa, con Nastase en el aeropuerto como "s¨ªmbolo de la reconciliaci¨®n de nuestro pueblo con la Patria y con la Historia". Pero de papel pol¨ªtico, ni palabra.
Cerca de all¨ª, en Belgrado, Alejandro Karadjorjevic ha vuelto a Beli Dvor, el Palacio Blanco de la dinast¨ªa, donde Milosevic pas¨® sus ¨²ltimos a?os de dictador comunista. Soldados serbios en uniforme de gala montan guardia. El Gobierno tiene en ¨¦l a un precioso consejero diplom¨¢tico y gran negociador econ¨®mico. Alejandro naci¨® en la suite 212 del Claridge de Londres, declarada por Churchill para la ocasi¨®n 'territorio yugoslavo. "Pero no tengo ambiciones pol¨ªticas, y aunque no hablo muy bien nuestra lengua -el serbocroata- quiero ser ¨²til", dice el hombre de negocios real. Mucho menos conciliador es Leka de Albania, 65 a?os, formado tambi¨¦n como hombre de negocios, en Sur¨¢frica, hijo del rey Zogu, depuesto por Mussolini, que sigue convencido de que su destino es restaurar la monarqu¨ªa. Se impuso al Gobierno poscomunista instal¨¢ndose en una villa que protege su guardia personal, pero un refer¨¦ndum prob¨® que no tiene futuro pol¨ªtico en el pa¨ªs.
Caso aparte es Hungr¨ªa. En una Budapest europea y atlantista nadie sue?a con restauraciones. Pero hace d¨¦cadas que se vive un revival de los Habsburgo. El hijo de Otto de Habsburgo, Georg, empresario de comunicaciones, habla h¨²ngaro como el padre, o como la reina Sissi, cuya estatua a los pies de la colina del castillo de Buda est¨¢ siempre adornada con flores. Depositarlas era un gesto de rechazo popular a la sovietizaci¨®n, que en sus ¨²ltimos a?os el r¨¦gimen comunista-reformista toler¨® de buen grado.
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