Foto Shop
Al parecer, una imagen vale m¨¢s que mil patadas. Quiero decir que ya hubo quien denunci¨® que los norteamericanos podr¨ªan estar cometiendo torturas en Irak, pero han tenido que publicarse las primeras fotos del horror para que el mundo (incluido el de Bush) se conmocione. Hombre, ya se sabe que vivimos en la era de la imagen y de los nuevos cachivaches de la informaci¨®n capaces de propagarla a todos los rincones de la Tierra, por lo que no resulta chocante que prevalezca la imagen sobre el hecho; lo que en realidad choca es que perviva el hecho, es decir, las patadas. Y las violaciones y los mil y un refinamientos que la mente humana es capaz de concebir para destruir en el ser humano lo que tiene de humano.
Resulta pueril que verdugos como la soldado England quieran disculparse alegando que se trataba s¨®lo de poses de cara a la c¨¢mara. Y resulta pueril porque la tramoya de las supuestas poses no estaba fabricada con objetos sino con seres humanos que forzosamente ten¨ªan que sentir como una humillaci¨®n que se les hiciese posar a la fuerza en montones de carne humana o cosas peores; todo ello con el agravante de que las supuestas fotos art¨ªsticas iban a servir para intimidar a nuevos seres humanos, es decir para torturarles.
Eso en el caso de las tomas menos terribles, porque al parecer existen otras mucho m¨¢s sangrientas donde las poses exigen una participaci¨®n m¨¢s activa de la v¨ªctima, que se convertir¨¢ as¨ª en objeto de todo tipo de sevicias y vejaciones, con resultado, en algunos, casos de muerte, y, en todos, de graves secuelas f¨ªsicas y sicol¨®gicas. Dice mucho de los verdugos la existencia propiamente dicha de las fotograf¨ªas, tanto si las tomaron para guardar un recuerdo indeleble y personal de sus org¨ªas como si lo hicieron esperando contribuir al ¨²ltimo cap¨ªtulo de La historia universal de la infamia. Conductas de ese tipo puede que tengan alguna explicaci¨®n psiqui¨¢trica, pero desde luego la tienen tanto en el campo moral como el pol¨ªtico. Y se llama concepci¨®n totalitaria del mundo, es decir, del ser humano. Cuando las autoridades de un pa¨ªs deciden que hay que ablandar al otro salt¨¢ndose las leyes de guerra est¨¢n yendo m¨¢s all¨¢ de la mera vulneraci¨®n del Convenio de Ginebra. En efecto, ablandar al adversario, es decir, practicar violencia contra ¨¦l mientras est¨¢ inerme a fin de que deje de ser el que era, s¨®lo es posible en las sociedades democr¨¢ticas cuando desde el Estado se crea una Zona Cero, es decir, un espacio donde quedan suspendidos los derechos del contrario.
En la Zona Cero, el hombre deja de ser un fin para el hombre, como quer¨ªa Kant, y se convierte en un medio (en este caso para pacificar un pa¨ªs). O en nuda vida, en vida desnuda, seg¨²n la terminolog¨ªa acu?ada por el pensador italiano Agamben. La Zona Cero ser¨ªa, pues, el lugar donde el hombre queda reducido a cuerpo. Despojado de derechos, el individuo pierde su condici¨®n de sujeto y se convierte en mero objeto a disposici¨®n de quien disfruta de todos los derechos. Una vez que se produce esa reducci¨®n al estado de carne, entran en juego valores de tipo econ¨®mico. El hombre reducido a nuda vida s¨®lo cuesta (de ah¨ª que se tienda a que cueste lo menos posible) pero tambi¨¦n tiene un valor que nace parad¨®jicamente de su ausencia de valor: como la vida no vale nada puede ser suprimida en cualquier momento y entonces adquiere el valor de la ejemplaridad.
Maltratar, matar, ablandar al hombre reducido a nuda vida sirve para ablandar a todos. Porque, y ah¨ª se pone al descubierto el car¨¢cter totalitario que subyace al asunto, s¨®lo se puede pretender una Zona Cero en la medida en que se piense que todos, es decir, los que est¨¢n fuera de la Zona Cero, son susceptibles de ingresar en ella; es decir, si se admite que todos pueden ser despojados en un momento u otro de sus derechos, lo que significa que disfrutaban de una parodia de derechos. Guant¨¢namo e Irak no hacen m¨¢s que poner de relieve la peligrosa deriva de un Estado hacia su absolutizaci¨®n totalitaria. Atentos al pajarito.
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