Una cultura de la supremac¨ªa
El sentido cr¨ªtico, la capacidad de ponerse permanentemente en cuesti¨®n y la cultura de la sospecha como actitud intelectual fueron determinantes para el gran salto que, a partir del Renacimiento, dio el llamado mundo occidental. Desde el 11-S hay motivos para pensar que la cultura occidental est¨¢ perdiendo su principal fuerza. El ataque a Nueva York ha servido para recuperar los viejos mitos de la fractura entre civilizaci¨®n y barbarie, entre el Occidente judeocristiano y el Oriente isl¨¢mico. El libro de Corm pretende luchar contra "una simbolog¨ªa demasiado f¨¢cil" que puede poner "en peligro lo que queda de esp¨ªritu cr¨ªtico y de independencia". Y por esta raz¨®n se propone descodificar las im¨¢genes y los clich¨¦s asesinos que articulan la potencia de unos y la debilidad de los otros.
ORIENTE Y OCCIDENTE, LA FRACTURA IMAGINARIA
Georges Corm
Traducci¨®n de Mar¨ªa Cord¨®n
Tusquets. Barcelona, 2004
200 p¨¢ginas. 13,46 euros
Georges Corm, economista, ex ministro de Finanzas de L¨ªbano, forma parte de la minor¨ªa laica de Oriente Pr¨®ximo que Occidente siempre ha despreciado. Los poderes p¨²blicos han preferido, a menudo, entenderse con el islamismo pol¨ªtico y la ciudadan¨ªa se ha dejado fascinar con frecuencia por los mitos del comunitarismo. Georges Corm constata que el discurso narcisista de Occidente se cierra sobre s¨ª mismo, hace de la excepcionalidad occidental un absoluto y condena a los dem¨¢s a la barbarie. En este proceso, los clich¨¦s de car¨¢cter religioso vuelven c¨ªclicamente en forma de guerras santas y revanchas de Dios.
La fractura imaginaria viene de lejos y se sustenta en la aproximaci¨®n binaria a la realidad de la que somos prisioneros: el cielo y el infierno, el bien y el mal. Conforme a esta l¨®gica, Oriente ser¨ªa "m¨ªstico, irracional y violento" y Occidente, "racional, laico, t¨¦cnico, materialista y democr¨¢tico". Georges Corm rechaza el mito cultural de la divisi¨®n entre arios y semitas que ha dominado buena parte de la tradici¨®n en antropolog¨ªa. Y, apoy¨¢ndose en los trabajos de Jack Godoy, afirma que "las estructuras de Oriente y Occidente se diferenciaron muy tard¨ªamente, con la revoluci¨®n industrial".
Sin embargo, si no hay una l¨ªnea de fractura entre Oriente y Occidente, ?c¨®mo explicar la superioridad de Occidente que desde el siglo XVI lidera el progreso de la humanidad? Corm rechaza la explicaci¨®n ¨²nica: la tesis weberiana sobre el papel del protestantismo; la teor¨ªa del monote¨ªsmo como religi¨®n de la salida de la religi¨®n; la teor¨ªa marxista del pillaje colonial; el principio del individualismo, clave de la hegemon¨ªa occidental, seg¨²n Dumont; el milagro griego y cierto darwinismo de ra¨ªz historicista, le parecen todas ellas justificaciones a posteriori de un discurso occidental cada vez m¨¢s narcisista empe?ado en crear, contra todas las evidencias, el mito de que Occidente "es gen¨¦ticamente razonable, democr¨¢tico y respetuoso de la autonom¨ªa del individuo".
Entre la constelaci¨®n de factores que dieron lugar al gran salto de Occidente, Corm destaca el poder de la curiosidad que lleva a la conquista y a la ciencia. El desencantado Occidente ha hecho de los principios b¨ªblicos del pueblo elegido la salvaci¨®n y la guerra total, la base de una verdadera cultura de la supremac¨ªa que se expresa en un abrumador sentimiento de superioridad. El desorden del mundo refleja hoy las contradicciones de Occidente, lejos de la fractura lo que vivimos es la occidentalizaci¨®n del mundo. Y en este proceso, en vez de transmitir los valores ilustrados, lo que Occidente propaga y estimula es la fascinaci¨®n por lo identitario, el control del poder pol¨ªtico por parte de lo religioso, la melancol¨ªa de la espiritualidad, el sacrificio por la causa, la nostalgia por la autenticidad. Los valores de justicia y equidad desaparecen siempre que el Estado de Israel es cuestionado. El derecho internacional est¨¢ sometido a los caprichos, pasiones geopol¨ªticas y prejuicios antropol¨®gicos de las potencias occidentales.
Los arquetipos teol¨®gicos reaparecen en los ideales laicos. La salvaci¨®n es la felicidad del hombre a trav¨¦s del progreso. ?Pero realmente la laicidad ha desencantado al mundo? ?Hay una ruptura real de Occidente con el resto del mundo por la v¨ªa de la secularizaci¨®n y la laicidad? "Es dudoso", contesta Corm. "Ruptura por el progreso t¨¦cnico, s¨ª; por la capacidad de observarse y de criticarse, ciertamente tambi¨¦n". Pero estas rupturas "no impiden que el arquetipo b¨ªblico siga actuando: un dios, un sistema de valores, una fidelidad, un ¨²nico tipo de salvaci¨®n para la humanidad entera". La fractura Oriente-Occidente es imaginaria, lo que hay es un golpe de Estado cultural que deja fuera de las fronteras, como paria del monote¨ªsmo, al islam. El "dulce comercio" y las estrategias militares se alternan bajo la direcci¨®n de un mesianismo que promete la abundancia para todos. De modo que el problema de fondo al que hay que hacer frente es el declive de la pol¨ªtica, la sustituci¨®n del discurso cr¨ªtico por el discurso narcisista. Lo que culmina la negaci¨®n de la pol¨ªtica es la eclosi¨®n del discurso identitario -tanto occidental como antioccidental- que, desembarazado de cualquier resquicio de discurso cr¨ªtico, deja la v¨ªa abierta a la globalizaci¨®n neoliberal. S¨®lo el retorno del esp¨ªritu cr¨ªtico en el propio Occidente puede salvarnos de esta apoteosis identitaria que "expresa las graves neurosis de nuestro tiempo y nunca asegurar¨¢ la paz".
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