La encrucijada de Sharon
El plan de retirada de Gaza en tres fases del primer ministro israel¨ª cuenta con el rechazo de su partido y de los palestinos
El axioma b¨ªblico "que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda" sufre una vuelta de tuerca en la pol¨ªtica del Gobierno israel¨ª, al poner a ambas extremidades a hacer cosas contradictorias y enfrentando la una a la otra. As¨ª, mientras la comunidad internacional, con Naciones Unidas a la cabeza, condena el ataque contra el campo de refugiados de Rafah, la muerte de civiles y el derribo de viviendas, el mismo pol¨ªtico que ha ordenado la operaci¨®n esta semana sigue empe?ado en presentar un plan de retirada de la franja de Gaza que, de producirse, supondr¨ªa un giro radical en la situaci¨®n de la regi¨®n tras a?os de estancamiento. Una primera versi¨®n del texto ya fue rechazada en refer¨¦ndum por los mismos correligionarios de Ariel Sharon, por lo que el primer ministro israel¨ª lleva 15 d¨ªas trabajando en un nuevo plan que podr¨ªa presentar a su Consejo de Ministros hoy mismo
Sharon est¨¢ dispuesto a pedir a los laboristas que se le unan para sacar adelante el plan
o dentro de siete d¨ªas, a lo m¨¢s tardar.
La nueva propuesta establece que la retirada se realizar¨¢ en tres fases, cada una de las cuales deber¨¢ ser aprobada por separado por el Gobierno israel¨ª. Sharon ya anunci¨® hace dos d¨ªas que si no supera las dificultades en su propio Gabinete -algo no descartable tras la derrota hace dos semanas de su primer proyecto por los propios militantes del Likud- est¨¢ dispuesto a pedir a la oposici¨®n laborista que se una a la coalici¨®n para sacar adelante el plan. Pero algunos israel¨ªes dudan de la sinceridad de la propuesta. "El plan extiende durante un periodo demasiado largo la retirada de los asentamientos. Cada uno de ellos tiene que ser evacuado por separado y s¨®lo una vez que se den las condiciones necesarias", advierte el analista Sever Plotzker. "Cada movimiento generar¨¢ debates, pol¨¦micas y manifestaciones. Cualquier atentado terrorista lo paralizar¨¢ y cualquier peque?o cambio requerir¨¢ revisar el plan completo".
La primera fase de evacuaciones afectar¨¢ a los asentamientos de Netzarim y Kfar Darom (norte y centro de Gaza) y en la segunda entrar¨¢ Gus Katif (al sur del territorio). En la tercera parte se producir¨¢ el repliegue definitivo desde el sur hasta el norte. Tambi¨¦n entrar¨¢ el desmantelamiento de asentamientos -no se sabe cu¨¢ntos- en Cisjordania. En cualquier caso, no ser¨¢ hasta comienzos de 2005. Y claro, al enemigo, ni agua. Los asentamientos en los que hoy viven unos 5.000 colonos jud¨ªos con sus infraestructuras de agua, electricidad y cultivos, se demoler¨¢n y quedar¨¢n inutilizables para los palestinos. Sin embargo, la zona industrial de Erez, en el norte de la Franja y donde est¨¢n las ¨²nicas f¨¢bricas de la zona, se mantendr¨¢ intacta y, con mediaci¨®n internacional, los responsables palestinos podr¨¢n hacerse cargo de ella.
Desde hace varios d¨ªas Sharon se encuentra ante uno de los dilemas m¨¢s espinosos de su vida pol¨ªtica; aceptar o no la presencia de una fuerza internacional que supervise la retirada y ayude a la Autoridad Palestina (AP) a mantener la estabilidad en la Franja mientras pone en pie las estructuras de Gobierno necesarias.
Los israel¨ªes son conscientes de que, hoy por hoy, organizaciones islamistas como Ham¨¢s, ganan de largo en prestigio social y organizaci¨®n a la AP y podr¨ªan controlar el territorio creando una situaci¨®n imprevisible. Pero es un giro radical en la pol¨ªtica israel¨ª, por dos razones: la primera es que se opta por una amplia colaboraci¨®n (e intervenci¨®n) internacional en el conflicto y, luego, porque Sharon tiende as¨ª la mano a su archienemigo, el presidente palestino Yasir Arafat, tras amenazarlo en repetidas ocasiones.
Israel no puede permitirse una Gaza en manos de Ham¨¢s o de la Yihad Isl¨¢mica -que rechazan cualquier paz con Israel- que desde all¨ª dirijan sus ataques contra territorio israel¨ª. Una opci¨®n m¨¢s aceptable ser¨ªa la presencia de un nutrido grupo de observadores civiles, pero entonces su eficacia ser¨ªa muy reducida.
En esto llega la Operaci¨®n Arco Iris, el mayor despliegue militar israel¨ª en Gaza tras la Guerra de los Seis D¨ªas. Desde el pasado martes, los cuerpos de ¨¦lite militares atacan el atestado campo de refugiados de Rafah. "No es algo contradictorio con los planes de Sharon", explica Taizir R., un responsable palestino en la Franja. "Quiere mostrar todo su poder y dejar a los palestinos en tal situaci¨®n de derrota y humillaci¨®n que ¨¦stos acepten lo que sea con tal de que se vayan cuanto antes".
En una paradoja m¨¢s de la pol¨ªtica israel¨ª, Sharon presentar¨¢ su plan con el apoyo de amplios sectores de la sociedad israel¨ª, incluyendo a la izquierda, hartos de la permanente tensi¨®n, a pesar de contar con la f¨¦rrea oposici¨®n de muchos de los votantes que lo llevaron hasta el Gobierno y ahora lo tachan de traidor a Israel.
"Sharon tiene dos opciones", opina Plotzker. "Reconocer que no goza del apoyo de su propio partido y presentar la dimisi¨®n o hacer p¨²blico que pasa por encima de su propio partido para retirar al Ej¨¦rcito de Gaza. En vez de eso ha decidido proseguir con todo. Seguir en el Gobierno, seguir en el partido y seguir en Gaza. Incluso sigue -sobre el papel- aferrado al plan de retirada".
La masiva manifestaci¨®n de Tel Aviv el pasado 15 de mayo a favor de la paz con los palestinos y las declaraciones del presidente del pa¨ªs, Moshe Katsav, subrayando que la demostraci¨®n merec¨ªa una respuesta positiva, le dan cierta tranquilidad a Sharon en la calle y en las instituciones para negociar, o simplemente para ganar tiempo.
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