Un 'mandar¨ªn' para Alitalia
No hay una econom¨ªa italiana, sino dos. La de las pymes, semidesconocidas para el p¨²blico, huidizas frente al fisco y generadoras de riqueza, y la de la gran industria, p¨²blica o semip¨²blica, directamente relacionada con los centros de poder pol¨ªtico y financiero, socialmente turbulenta, normalmente deficitaria y dependiente de subsidios. Esta segunda econom¨ªa, que reconoce como patriarca al m¨ªtico Enrico Mattei, fundador del ENI (equivalente al INI espa?ol), ha generado una ¨¦lite de mandarines poderosos y discretos, atentos siempre a las necesidades del Estado. Uno de esos mandarines es Enrico Bondi, desde diciembre comisario de Parmalat. Otro de ellos es su amigo Giancarlo Cimoli, reci¨¦n nombrado administrador de Alitalia, una compa?¨ªa a¨¦rea que lleva meses al borde de la quiebra.
Como Bondi, Cimoli es qu¨ªmico de profesi¨®n: ambos fueron formados en el magma agro-qu¨ªmico-textil-energ¨¦tico que giraba en torno al Grupo Ferruzzi-Montedison. Como Bondi, su vida personal sigue el modelo del antiguo patriciado romano: discreci¨®n, trabajo intenso y retiros en una villa campestre para cultivar devociones privadas. El vino y el aceite, en el caso de Bondi. Los caballos y el mar, en el caso de Cimoli.
Giancarlo Cimoli, casado, con dos hijas, es un poco m¨¢s joven que Bondi. Naci¨® en Massa Carrara (Toscana) en 1939, se gradu¨® en Qu¨ªmicas en el Polit¨¦cnico de Mil¨¢n, el m¨¢s prestigioso centro del pa¨ªs, y, como Bondi, se dedic¨® a la ingenier¨ªa una breve temporada. Tras s¨®lo cinco a?os de vida laboral fue cooptado por el mandarinato y colocado en 1972 al frente de Snia Viscosa. Desde finales de los ochenta y hasta finales de los noventa trabaj¨® en los centros neur¨¢lgicos de la vieja industria y el monopolio p¨²blico: Montedison, Monteshell, Enimont.
En 1997, cuando el Estado le situ¨® al frente de Ferrovie dello Stato (FS), la Renfe italiana, ya se hab¨ªa ganado el sobrenombre de Diesel por su trabajo discreto e incansable. FS, con 120.000 trabajadores y unas p¨¦rdidas anuales de casi 2.000 millones de euros, estaba casi en coma. Cimoli reorganiz¨® la sociedad a partir del holding Trenitalia, alcanz¨® beneficios y mejor¨® un servicio que era espantoso.
El nuevo encargo es dificil¨ªsimo, peor que el de FS. Alitalia sufre una competencia feroz por parte de las otras grandes compa?¨ªas europeas y, sobre todo, de las l¨ªneas de bajo coste. Algunos sospechan que Silvio Berlusconi s¨®lo intenta ganar tiempo con el nombramiento de Cimoli y demorar una quiebra inevitable. Pero si Cimoli sac¨® del agujero a FS, considerada insalvable, no debe descartarse la posibilidad de un nuevo milagro.
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