Estabilidad en el Magreb
El del S¨¢hara es uno de esos conflictos que importan mucho a los afectados y que siguen teniendo impacto en la opini¨®n p¨²blica espa?ola. Sin embargo, tras d¨¦cadas sin lograr una soluci¨®n, en otros ¨¢mbitos internacionales se est¨¢ produciendo una fatiga que puede provocar un cierto y creciente grado de desidia en los actores principales encargados de la b¨²squeda de soluciones viables y aceptables para todas las partes. Se corre el riesgo de que pase al apartado de problemas cr¨®nicos, sin soluci¨®n, pero que no afectan realmente a la estabilidad mundial. Ambas cosas son falsas, y debemos hacer lo posible para que no caiga en el olvido la necesidad de resolverlo.
Los gobiernos democr¨¢ticos de Espa?a han mantenido una pol¨ªtica extraordinariamente coherente hacia el S¨¢hara Occidental, practicando la dif¨ªcil doctrina de la neutralidad activa, que es un comprometido equilibrio entre dos partes que no acaban de sentirse satisfechas del todo con esa pol¨ªtica. Sin embargo, el hecho de que no hayamos renunciado nunca a que la soluci¨®n fuese aceptable para ambas partes ha dado solidez y credibilidad a nuestra pol¨ªtica exterior en este apartado tan complejo. Otro de los ejes ha sido el apoyo claro a las Naciones Unidas, a su Consejo de Seguridad, al secretario general y a su enviado especial para el conflicto. En consecuencia, se puede decir que nuestra posici¨®n ha estado, en gran medida, referida a la de la ONU.
Debemos hacer lo posible para que se resuelva el conflicto del S¨¢hara Occidental
La izquierda espa?ola ha mantenido una posici¨®n tradicionalmente m¨¢s pro-saharaui, si se puede decir as¨ª, aunque los gobiernos de centro-derecha o de centro-izquierda hayan respetado escrupulosamente el principio de neutralidad activa. No obstante lo anterior, ha sido el Partido Popular el que en el debate pol¨ªtico y parlamentario ha recordado, con m¨¢s intensidad que nadie, que deb¨ªamos tener muy claras nuestras responsabilidades hacia nuestros amigos y hermanos marroqu¨ªes y no s¨®lo, como algunos dec¨ªan antes, hacia los saharauis. Recordar nuestra responsabilidad con Marruecos en esta cuesti¨®n desde la tribuna del Congreso de los Diputados, estando llena la Galer¨ªa de Invitados de ilustres hu¨¦spedes saharauis, no siempre es f¨¢cil, m¨¢xime cuando ninguno de los otros grupos intervinientes hicieron la m¨¢s leve menci¨®n a nuestros vecinos y, lejos del equilibrio aconsejable en asuntos de esta naturaleza, se inclinaban exclusivamente por una de las partes. El Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados as¨ª lo acredita y en ¨¦l se puede comprobar c¨®mo los discursos del PP han estado jalonados de constantes referencias a la estabilidad, prosperidad y democratizaci¨®n de Marruecos, sin olvidar tampoco a los saharauis.
El refer¨¦ndum organizado por el PSOE de Andaluc¨ªa en el Parlamento andaluz - con la autorizaci¨®n del entonces presidente del mismo, Javier Torres Vela, y la anuencia del se?or Chaves- fue el primer motivo de irritaci¨®n serio de Marruecos hacia Espa?a en la reciente crisis que ambos pa¨ªses hemos vivido y que sembr¨® el terreno para que se profundizase el desencuentro y, finalmente, fuese llamado a consultas su embajador a Rabat. Por eso mismo, si algo positivo puede sacarse del giro anunciado por el presidente del Gobierno en torno al S¨¢hara, es que es posible que ya no volvamos a ver comportamientos tan contraproducentes como irresponsables en ese terreno, y que podamos terminar de construir unas s¨®lidas relaciones de equilibrio, respeto mutuo, transparencia, cooperaci¨®n, colaboraci¨®n y b¨²squeda de sinergias positivas con nuestro vecino, todo lo cual ha sido siempre, y debe ser en mayor medida en el futuro, una prioridad para la pol¨ªtica exterior espa?ola.
Por otra parte, no conviene en absoluto olvidar que el presidente del Gobierno y el partido socialista han prometido un nuevo talante, di¨¢logo intensificado y respeto a la oposici¨®n. La mano del Partido Popular sigue tendida en los temas m¨¢s importantes para Espa?a, como el modelo de Estado, la lucha antiterrorista (en todas sus dimensiones) y, desde luego, la pol¨ªtica exterior. Por eso se echa de menos que el Gobierno d¨¦ el primer paso en la recomposici¨®n de un consenso en materia de pol¨ªtica exterior, cuyas diferencias se inician justamente por la actitud del partido socialista en torno a la crisis de relaciones entre Espa?a y Marruecos. El cambio de posici¨®n del partido socialista hacia posiciones m¨¢s equilibradas, esperemos que no se les haya ido la mano, tendr¨ªa que haber sido consensuado con el primer partido de la oposici¨®n, aprovechando as¨ª la ocasi¨®n para ir reconstruyendo los puentes de entendimiento en torno a una cuesti¨®n sobre la que hist¨®ricamente hemos mantenido posiciones muy pr¨®ximas a niveles gubernamentales, aunque, como ya se ha visto, con ciertos matices en el discurso pol¨ªtico partidista y parlamentario.
La Espa?a democr¨¢tica, lo que obviamente implica a todas las fuerzas democr¨¢ticas, pero muy especialmente a los dos principales partidos, debe apostar, tiene que apostar, por favorecer e impulsar la estabilidad y el progreso en el Magreb. La superaci¨®n del conflicto del S¨¢hara, peligrosamente estancada durante a?os, ser¨¢ un elemento esencial para lograr ese objetivo. El Gobierno del Partido Popular, y el propio PP, siempre ha actuado con enorme responsabilidad en la b¨²squeda de una soluci¨®n viable y aceptable para ambas partes. Por eso aconsejamos a todas las partes flexibilidad y visi¨®n en este espinoso tema, y celebrar¨ªamos que el Gobierno socialista hiciese gala de esas mismas virtudes en este tema.
Gustavo de Ar¨ªstegui, diplom¨¢tico, es portavoz del PP en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores y diputado por Ciudad Real.
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