Oraciones, t¨¦ y nada de prensa
Los 14 presos imputados por el 11-M prefieren vivir sin noticias del exterior
Jamal Zougam, uno de los 14 presos implicados de forma m¨¢s clara y directa en los atentados del 11-M, llor¨® cuando declaraba ante la justicia.
-Que yo no he hecho nada. ?No he hecho nada!
A su lado se encontraba la abogada de oficio que le correspondi¨® por sorteo. Zougam, due?o del locutorio Nuevo Siglo, en Lavapi¨¦s, est¨¢ acusado de facilitar las tarjetas de tel¨¦fono a los siete suicidas que mataron a 192 personas. Adem¨¢s hay testigos que aseguran haberlo visto el 11-M en uno de los trenes. Su abogada, que prefiere mantenerse en el anonimato, asegura que hace un mes que no lo ha visitado.
-Pero en las tres o cuatro veces que lo vi siempre me dec¨ªa lo mismo: que no ha hecho nada y que no sabe por qu¨¦ est¨¢ ah¨ª.
Su¨¢rez, quien facilit¨® los explosivos a los suicidas, sufre trastornos psiqui¨¢tricos y es el ¨²nico al que permiten la compa?¨ªa de otro preso en su celda
Zougam se halla junto a otros cuatro imputados por el 11-M en el m¨®dulo de aislamiento de Soto del Real, el mismo sitio donde paga su condena Alfredo Gal¨¢n, el asesino de la baraja y el torturador Ricardo Miguel Cavallo, ex capit¨¢n de la Armada argentina.
Zougam no ha rechazado a la letrada por el hecho de ser mujer. Pero tampoco ha facilitado hasta el momento las cosas para demostrar su inocencia. No ha aportado detalles que lo desvinculen del resto de suicidas.
Los funcionarios del centro condujeron en dos ocasiones a Zougam hacia la sala de las ruedas de reconocimiento de Soto del Real. Colocaron a Zougam junto a otros hombres de rasgos parecidos. Un testigo lo identific¨® y otro no. La rueda fue filmada para proyect¨¢rsela despu¨¦s a uno de los heridos ingresados en el hospital. Y Zougam volvi¨® a su celda de cuatro metros de largo por dos de ancho donde pasa m¨¢s de 20 horas al d¨ªa.
En la actualidad hay en Espa?a casi 600 presos terroristas. De ellos, m¨¢s de 500 son miembros de ETA. Un total de 26 pertenecen a la c¨¦lula de Al Qaeda desarticulada por el juez Baltasar Garz¨®n en noviembre de 2001 tras seis a?os de investigaci¨®n. Otros siete pertenecen al Grupo Islamista Argelino (GIA), que abander¨® varios atentandos con bomba en Francia durante los a?os noventa. Y cuatro fueron detenidos en febrero de 2003 en Girona y Barcelona acusados de maquinar operaciones de terrorismo islamista.
De los 600 presos condenados en Espa?a por pertenencia a banda armada, 51 son terroristas islamistas. Y de ellos, 14 procesados por el 11-M
En total son 37 los radicales islamistas encarcelados, a quienes hay que sumar los 14 de la matanza del 11-M. A partir de esa fecha, a todos ellos les fue restringida la capacidad de movimientos dentro de la c¨¢rcel, entre otros motivos, para evitar agresiones por parte de los presos comunes.
Jamal Zougam y los otros cuatro imputados que se encuentran en Soto del Real permanecen en el mismo m¨®dulo de aislamiento y en la misma galer¨ªa, pero en distintas celdas. Al tratarse de la c¨¢rcel m¨¢s moderna de Madrid, su habit¨¢culo dispone de ducha de plato y espejo de metacrilato, material que no puede romperse para ser usado como arma. Al abrir la ventana de la celda lo ¨²nico que ven es una pared de hormig¨®n a tres metros y un patio de luz sin actividad.
En ning¨²n momento pueden verse entre ellos. Salen al patio de uno en uno. No tienen permitido el acceso al polideportivo ni al sal¨®n de actos ni al comedor. Podr¨ªan comunicarse a voces a trav¨¦s de las ventanas, pero no lo hacen.
La comida se la pasa por una rejilla un preso interno de los que trabajan acompa?ados por un funcionario. El contacto f¨ªsico no se da en ning¨²n momento.
Ninguno compra tabaco en el economato. Solo t¨¦, caf¨¦ y otras infusiones
Jamal Zougam y Mohamed Bekkali suelen salir al patio. Los otros tres, Abderrahim Zbakh, Mohamed Bouharrat y Saed el Harrak prefieren quedarse en sus celdas. D¨ªa y noche sin hablar con nadie.
Tienen derecho a solicitar una radio o alguna televisi¨®n. Si los compran o se los traen alg¨²n familiar, nada impedir¨ªa que accedieran a estos aparatos. Pero ninguno de los 14 presos repartidos por las tres c¨¢rceles madrile?as ha solicitado nada. Ni siquiera peri¨®dicos de la biblioteca.
El ¨²nico v¨ªnculo con el exterior son los familiares y los abogados de oficio. Hasta el momento, todos los presos de Soto del Real han recibido visitas de sus familias, excepto Abderrahim Zbakh, licenciado en qu¨ªmica por la universidad de Tetu¨¢n, a quien s¨®lo ha visitado su abogado de oficio.
Abderrahim trabajaba con Jamal Zougam en el locutorio de el Nuevo Siglo.
Jamal Zougam, a quien dos testigos aseguran haber visto en un tren, lloraba ante el juez y repet¨ªa: "No he hecho nada, no he hecho nada"
-?l me dice que no conoc¨ªa a ninguno de los suicidas -indica su abogado, quien prefiere tambi¨¦n preservar su anonimato-. Supongo que la polic¨ªa debe tener alguna prueba contra ¨¦l, pero a m¨ª no me lo dir¨¢ el juez hasta que no se levante el secreto de sumario. Tampoco s¨¦ si es licenciado en Qu¨ªmicas por la universidad de Tetu¨¢n, tal como ha salido en la prensa.
En efecto, la polic¨ªa asegura que Abderrahim es licenciado en Qu¨ªmicas y que hay huellas de ¨¦l en la casa de Chinch¨®n donde los terroristas suicidas prepararon los explosivos.
Los cinco presos de Soto del Real rezan "de vez en cuando", pero "tampoco mucho", seg¨²n los funcionarios. Los primeros d¨ªas Jamal Zougam profiri¨® alg¨²n grit¨® de "Al¨¢ es grande" que no fue secundado por los otros cuatro. Las relaciones con los funcionarios son distantes y correctas.
Aunque algunos de los 14 presos ocupan celdas con varias camas, a ninguno les est¨¢ permitido compartir celdas. Con una s¨®la excepci¨®n: Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, el antiguo minero asturianos que supuestamente facilit¨® los explosivos a los terroristas.
Su¨¢rez Trashorras padece trastornos psiqui¨¢tricos. Tanto el juez como los funcionarios temen que atente contra su vida. ?sa es la raz¨®n por la que la direcci¨®n de Alcal¨¢ Meco le ha asignado la compa?¨ªa de un preso en su celda.
Al principio, Trashorras no quer¨ªa ni salir al patio. Hace s¨®lo cinco o seis d¨ªa que lo solicit¨®. Sale una hora por la ma?ana y otra por la tarde, siempre con el preso de acompa?amiento a su lado.
Hasta el momento lo han visitado su mujer, su hermano, su cu?ado y sus padres. Se pasa el d¨ªa escribiendo mucho a su familia. Cada vez que habla con alguien insiste en que no le pueden "cargar" algo que ¨¦l no hizo.
Un comportamiento similar muestra Rafa Zuheir, el hombre que puso en contacto a Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras con el suicida Jamal Ahmidan, El Chino, quien alquil¨® la casa de Chinch¨®n. Zuheir sol¨ªa dejarse ver por las calles de Lavapi¨¦s acompa?ado de mujeres del Este. En el barrio se le vinculaba al mundo de la droga y de la prostituci¨®n.
Cuando le detuvieron grit¨®:
-?C¨®mo me hac¨¦is esto a m¨ª que soy confidente?
Ahora se encuentra en la c¨¢rcel de Valdemoro, donde han ido a parar otros cinco imputados. Cada uno en su celda. A Zuheir han ido a visitarlo su madre y un hermanastro.
Rafa Zuheir se pasa el d¨ªa escribiendo cartas. Hasta el momento ha remitido misivas al Rey, al presidente del Gobierno, al juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo y al propio director de la c¨¢rcel. Siempre sostiene que ¨¦l no ha sido, que es inocente y espa?ol, que nunca participar¨ªa en nada que hiciese da?o a nadie.
En Valdemoro, la c¨¢rcel de Zuheir, la rutina siempre es la misma: a las ocho menos cuarto de la ma?ana los despiertan. Se realiza el recuento. Desayunan en la celda para evitar contactos con los otros presos. Cada uno cuenta con cuatro horas de patio, a veces por la ma?ana y otras veces por la tarde. Pueden salir acompa?ados por otros presos comunes, pero nunca en grupos de m¨¢s de cuatro personas. A la una de la tarde almuerzan en la celda. La comida se la lleva un preso interno acompa?ado por un funcionario. Y a las siete, la cena.
Abdellila el Fauad y Fouad el Morabit Anghar, dos de los tres presos imputados por el 11-M que se encuentran en la prisi¨®n de Alcal¨¢ Meco, pidieron a la biblioteca algunos libros para leer. Pero apenas los han abierto.
Todos ellos hablan perfectamente espa?ol. La mayor¨ªa llevaban varios a?os viviendo en Espa?a y algunos disponen de t¨ªtulos universitarios. Fouad el Morabit Anghar, por ejemplo, estudi¨® ingenier¨ªa aeron¨¢utica en la universidad Polit¨¦cnica de Madrid. La polic¨ªa descubri¨® llamadas telef¨®nicas entre ¨¦l y algunos de los suicidas.
Mohamed Bekkali, mec¨¢nico de profesi¨®n, estudi¨® nociones de f¨ªsica aplicada. ?l asegura que dorm¨ªa en el momento de los atentados y rechaza cualquier vinculaci¨®n con Al Qaeda, pero la polic¨ªa insiste en inculparlo.
Todos los imputados, exceptos Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, han optado por el men¨² para musulmanes disponible en las c¨¢rceles. A los funcionarios de las tres prisiones en las que se encuentran repartidos les ha llamado la atenci¨®n que ninguno de los 14 suele comprar tabaco, el producto m¨¢s solicitado en todos los economatos de la prisi¨®n.
Cada uno de ellos dispone de una especie de tarjeta de cr¨¦dito que s¨®lo es v¨¢lida en la c¨¢rcel y se carga con el dinero que ingresan ellos y sus familiares. Cada vez que desean alg¨²n producto un ordenanza se desplaza desde la celda de aislamiento a una peque?a habitaci¨®n que en cada m¨®dulo ejerce las funciones de economato. El funcionario realiza la compra y le lleva el producto, que en el caso de ellos, casi siempre es t¨¦, caf¨¦ o cualquier otro tipo de infusi¨®n.
Hasta el momento, todos sus abogados pertenecen al turno de de oficio. Ninguno ha gastado un euro en su defensa. Pero alguno de los letrados sospecha que sus clientes contratar¨¢n a otros abogados en cuanto se levante el secreto de sumario.
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