Hojas de piedra en la monta?a palentina

El norte de la provincia de Palencia atesora una riqueza de restos rom¨¢nicos de incalculable valor. Podemos escoger cualquier camino con la certeza de que en cada pueblo que nos salga al paso encontraremos algo que nos conmueva por su belleza. Si en invierno -cuando el clima se vuelve riguroso, las calles huelen a le?a o carb¨®n y el hombre parece m¨¢s desamparado en el mundo- se siente con mayor intensidad la religiosidad del rom¨¢nico y el misterio de sus im¨¢genes, en primavera es tiempo de disfrutar del esplendor bot¨¢nico que algunos artesanos fijaron en la piedra como testimonio de un momento art¨ªstico depurado.

Esta sensaci¨®n de vivir en los tiempos del romancero se acent¨²a si nos acercamos a los monasterios de la zona: Santa Mar¨ªa la Real de Aguilar de Campoo, Santa Eufemia de Cozuelos, San Andr¨¦s de Arroyo y Santa Mar¨ªa de Mave. Pese a los estragos del tiempo, se mantienen en pie y sus hermos¨ªsimas iglesias (todas se levantaron entre finales del siglo XII y principios del XIII) dan testimonio de unas comunidades que aspiraban a ser el s¨ªmbolo visible de la presencia de Dios en la Tierra, de la Jerusal¨¦n celeste y de la sociedad celestial perfecta. Su arquitectura est¨¢ inspirada en el esp¨ªritu del C¨ªster, aunque s¨®lo el monasterio dedicado a san Andr¨¦s siguiera tal regla. Precisamente este cenobio es el ¨²nico que hoy sigue ocupado por una comunidad de monjas bernardas. Todos los dem¨¢s est¨¢n deshabitados y sus dependencias han sufrido graves mutilaciones.

El mejor punto para iniciar nuestro recorrido es Aguilar de Campoo, la capital administrativa de la comarca. All¨ª se encuentra la antigua abad¨ªa de Santa Mar¨ªa la Real, hoy reconvertida -sin haberse adulterado su noble arquitectura- en instituto de ense?anza secundaria, hospeder¨ªa y, sobre todo, museo y sede de una fundaci¨®n que lleva el nombre del cenobio y que, entre otras actividades, promueve el estudio del arte rom¨¢nico a trav¨¦s de una incesante (y entusiasta) labor investigadora y editorial. Aqu¨ª, el viajero podr¨¢ encontrar informaci¨®n exhaustiva sobre la zona, los recorridos y monumentos que m¨¢s le puedan interesar. El edificio, al que los viejos de Aguilar siguen llamando el "convento ca¨ªdo", se salv¨® hace un par de d¨¦cadas de la ruina absoluta en la que se encontraba (la rehabilitaci¨®n, dirigida por el arquitecto Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Peridis, mereci¨® el Premio Europa Nostra en 1987).

El monasterio pertenec¨ªa a la orden premonstratense y fue el m¨¢s importante y opulento que tuvieron en Espa?a los seguidores de san Norberto, cuyo af¨¢n predicador y did¨¢ctico les llev¨® a labrar los capiteles de la iglesia y el claustro con motivos historiados. Su calidad y belleza son extraordinarias e influyeron grandemente en el arte de la regi¨®n. Aunque buena parte de ellos se conservan hoy en el Museo Arqueol¨®gico Nacional de Madrid, merece la pena acercarse a contemplar los que quedan en su emplazamiento original y pasear por los espacios de esta sobria edificaci¨®n, cuyos elementos m¨¢s importantes pertenecen al siglo XIII: la iglesia (de tres naves, con hermoso ¨¢bside central y gran espada?a en la portada), el claustro bajo, la sala capitular y la capilla del abad.

No s¨®lo nos hablan las piedras en Santa Mar¨ªa la Real. El monasterio se alza junto a una pe?a que estuvo habitada por eremitas altomedievales. En una de sus grutas (hoy sellada e inaccesible) se supone que est¨¢ la tumba de Bernardo del Carpio. Cualquier lector que ame el romancero recordar¨¢ la leyenda de este joven caballero, siempre enlutado, que se levant¨® en armas contra el injusto y falsario rey Alfonso el Casto de Le¨®n y que, en otra haza?a, consigui¨® la victoria de Roncesvalles abrazando hasta el ahogo al h¨¦roe franc¨¦s Rold¨¢n, de quien se hab¨ªa predicho que nunca morir¨ªa por derramamiento de sangre.

La ruta hacia Olmos de Ojeda, donde se encuentra el monasterio de Santa Eufemia, nos depara una sorpresa en Vallespinoso de Aguilar: su peque?a y pintoresca ermita dedicada a santa Cecilia. Se trata de una de las m¨¢s hermosas de la comarca y no debemos dejar de visitarla.

Santa Eufemia de Cozuelos pertenece hoy a una granja particular, cuyos propietarios mantienen la espl¨¦ndida iglesia (por desgracia, ¨²nico resto en pie de las antiguas dependencias monacales) y permiten su visita. Se trata de un templo de una ¨²nica nave con transepto y tres ¨¢bsides, cimborrio en el crucero y espada?a en la fachada principal. Los restos escult¨®ricos son excepcionales, especialmente el capitel que representa a Sans¨®n luchando contra el le¨®n. Pocas im¨¢genes hay m¨¢s hermosas del enamoradizo h¨¦roe jud¨ªo, representado aqu¨ª de forma resplandeciente (por algo su nombre significa "peque?o sol").

B¨®veda sin soportes

Muy pr¨®ximo, en Santib¨¢?ez de Ecla, se halla San Andr¨¦s de Arroyo, cuya advocaci¨®n al m¨¢s veterano de los ap¨®stoles y no a la Virgen Mar¨ªa, como es norma en el C¨ªster, se explica por la aparici¨®n milagrosa de una escultura que motiv¨® la fundaci¨®n del cenobio y le dio nombre. Las mayores bellezas de la abad¨ªa son su elegant¨ªsimo claustro y la original sala capitular, que, a diferencia de otras cistercienses, se cubre con una ¨²nica b¨®veda, sin soportes exentos. Aqu¨ª es donde se conserva la estatua del santo titular y los sepulcros de las primeras abadesas.

Nuestra ¨²ltima visita ser¨¢ al antiguo monasterio benedictino de Santa Mar¨ªa de Mave, cuya pur¨ªsima arquitectura, casi exenta de decoraci¨®n, nos resultar¨¢ ya familiar: espada?a en la fachada principal, ¨¢bsides semicirculares, cimborrio en el crucero. Mave se singulariza por el tono bermejo de la piedra arenisca con la que est¨¢ construido y la bicrom¨ªa de sus arcos fajones, donde se alternan dovelas rojas y amarillas.

Esta ruta se cierra casi donde la empezamos: estamos muy cerca de Aguilar de Campoo. Podemos elegir cualquier camino, la senda que m¨¢s nos atraiga. ?Har¨¢ falta repetirlo?: la riqueza del rom¨¢nico palentino es inagotable.

- ?scar Esquivias es autor de Huye de m¨ª, rubio (Edelvives, 2003).