El pre¨¢mbulo
Mucho tiempo se lleva elucubrando sobre el asunto, pero las elecciones al Parlamento europeo han reanimado el debate: la necesidad o no de realizar, en el pre¨¢mbulo de la futura Constituci¨®n de Europa, una menci¨®n al cristianismo. El candidato socialista, Borrell, se ha pronunciado en contra, y el candidato popular, Mayor Oreja, lo ha hecho a favor. Borrell ha quitado importancia a la pol¨¦mica, aludiendo al mero simbolismo del asunto, pero en eso se equivoca. La pol¨ªtica se ci?e a realidades, pero al mismo tiempo se alza sobre ideas.
La pol¨¦mica s¨®lo tiene sentido a partir de una concepci¨®n trasnochada del laicismo, un laicismo acostumbrado a luchar contra la oficialidad de los dogmas cristianos, pero que, sospechosamente, no encuentra el mismo coraje frente a otras doctrinas. Lo cierto es que si hoy d¨ªa la sociedad laica tiene alg¨²n enemigo este se encuentra en el Islam. Claro que algunos progresistas se resisten a admitir esta evidencia: el laicismo ha estado contaminado de cierto relativismo cultural que permit¨ªa sancionar comportamientos occidentales, pero que respetaba hasta la m¨¢s extravagante costumbre for¨¢nea. No hace mucho, una persona que declaraba con sorna que los ¨²nicos que hab¨ªan sabido tratar a la Iglesia cat¨®lica eran los anarquistas (aludiendo, supongo, a sacrilegios, violaciones y asesinatos) admit¨ªa con recato que no puede incluirse a todos los musulmanes dentro de la creciente ola de fundamentalismo isl¨¢mico. En casos como ¨¦ste no hablamos de un laicismo democr¨¢tico, sino de meros rencores de confesionario.
Si se acepta un pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n europea lleno de reconocimientos hist¨®ricos, resulta imprescindible integrar en ¨¦l al cristianismo. Europa es el producto de un sedimento cultural en el que han dejado su impronta la democracia griega, el Derecho romano, el Renacimiento italiano, el liberalismo anglosaj¨®n o la teor¨ªa marxista. Europa es incomprensible sin esa sucesi¨®n de aportaciones. Omitir de esa vasta herencia al cristianismo ser¨ªa el m¨¢s est¨²pido ejercicio de ignorancia que podr¨ªan permitirse los pol¨ªticos, y la peligrosa evidencia de que el laicismo est¨¢ perdiendo su equilibrio. Se alude a que esa menci¨®n dejar¨ªa al margen de la construcci¨®n europea a los hoy numerosos musulmanes del continente. Pero el argumento no resulta v¨¢lido. Los musulmanes europeos, la abrumadora mayor¨ªa de ellos provenientes de otros pa¨ªses, se sienten ajenos no ya al cristianismo, a lo que tienen perfecto derecho, sino a los valores de la sociedad laica. Convendr¨ªa pues que dentro de las referencias que deben asumir en su tierra de acogida (la democracia parlamentaria, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres), asuman tambi¨¦n la naturaleza profundamente laica de nuestra sociedad, y esa naturaleza proviene del cristianismo tal y como se entiende en Europa, donde el poder civil y el religioso siempre han estado conceptualmente separados, incluso en las etapas m¨¢s tenebrosas de la Edad Media.
La resistencia del primer cristianismo a la naturaleza divina de los emperadores romanos, su oposici¨®n a que los emperadores ya conversos se convirtieran en titulares del poder religioso, la furibunda pol¨¦mica medieval sobre la preeminencia del poder del Papa o del emperador germ¨¢nico, fueron la semilla sobre la que, en el siglo XVIII, pudo emerger la conciencia de una sociedad laica. La radical disociaci¨®n de la autoridad civil y religiosa es una s¨®lida tradici¨®n cristiana. Esa disociaci¨®n resulta a¨²n incomprensible para la mayor¨ªa de los musulmanes. Por eso el laicismo deber¨ªa dirigir sus energ¨ªas a que ¨¦stos lo comprendieran y no a recordar a cierto cura del colegio. Porque, puestos a recordar, habr¨ªa que ver hasta qu¨¦ tard¨ªa fecha los ni?os de la tan elogiada escuela p¨²blica tuvieron que cantar con el brazo en alto, algo de lo que a otros siempre nos eximieron los ponderados, astutos y clarividentes jesuitas. Mal que les pese a algunos, la sociedad laica europea es un fruto del cristianismo, y no parece impertinente recordarlo, a la vista del alud de imanes, muft¨ªs, ulemas y santones que se nos va a venir encima.
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