La experiencia sensual y espiritual de Rothko
El Guggenheim de Bilbao recorre en 'Paredes de luz' la obra del artista a trav¨¦s de 30 obras
Mark Rothko (Dvinsk, Rusia, 1903-Nueva York, 1970) pint¨® en su madurez cuadros de grandes dimensiones con campos rectangulares de colores luminosos con los que buscaba el ideal de "una expresi¨®n simple de un pensamiento complejo". La exposici¨®n Paredes de luz, que hoy se inaugura en el Museo Guggenheim de Bilbao, muestra, a trav¨¦s de 30 obras, que antes de esas composiciones caracter¨ªsticas del expresionismo abstracto, el artista prob¨® caminos figurativos y surrealistas, y despu¨¦s emprendi¨® un proceso de oscurecimiento y dramatismo que parece presagiar su suicidio. "Son im¨¢genes que llevan al espectador a espacios en los que la experiencia es a la vez sensual y espiritual", explic¨® uno de los comisarios de la muestra, Petra Joos.
En los ¨²ltimos a?os de su vida, una enfermedad le oblig¨® a pintar en formatos m¨¢s peque?os
La exposici¨®n del Guggenheim tiene su origen en las salas que la Fundaci¨®n Beyeler, de Basilea, dedic¨® a la obra de Rothko en 2003 con motivo del primer centenario de su nacimiento. Los comisarios de Paredes de luz proponen un recorrido cronol¨®gico desde finales de los a?os treinta hasta la muerte del artista, recorrido que en ocasiones se rompe para respetar la voluntad de Rothko de enfrentar las obras seg¨²n sus caracter¨ªsticas y potenciar el efecto que producen en el espectador.
El recorrido por las tres salas que ocupa la exposici¨®n comienza con Ritos de Lilit (1945), una obra que representa el trabajo de Rothko en los a?os cuarenta, influido por las teor¨ªas de Nietzsche y Jung, y por las t¨¦cnicas y las im¨¢genes del surrealismo, importado desde Europa. Escenas urbanas, como las que muestran el metro de Nueva York, y temas m¨ªticos y arcaicos fueron explorados por Rothko, antes de eliminar de su pintura cualquier referencia figurativa. Oliver Wick, conservador de la Fundaci¨®n Beyeler y comisario invitado de la exposici¨®n, junto a Petra Joos, directora de actividades del Guggenheim de Bilbao, y Tracey R. Bashkoff, conservadora del Guggenheim de Nueva York, destacaron la importancia de las obras de finales de los a?os cuarenta, conocidas tras la muerte del artista como Multiformas, en las que comienza a utilizar los colores puros en manchas irregulares que evocan formas org¨¢nicas.
Nacido Marcus Rothkovitz en Dvinsk (entonces Rusia y hoy Letonia), el artista cambi¨® su nombre al asentarse en EE UU, donde emigr¨® con su familia a los 10 a?os. Una beca le permiti¨® asistir dos a?os a la Universidad de Yale, pero abandon¨® el prestigioso centro antes de graduarse y acab¨® su formaci¨®n art¨ªstica en la Art Students League, de Nueva York, antes de ser reconocido como uno de los nombres m¨¢s importantes del arte norteamericano de la posguerra y principal representante del expresionismo abstracto, junto a Jackson Pollock y Barnett Newman.
En la d¨¦cada de los cincuenta lleg¨® la madurez creativa del artista. Es la etapa en la que trabaj¨® inspirado por la m¨²sica y la poes¨ªa, recordaron los comisarios, y llev¨® a la pr¨¢ctica su m¨¢xima de plasmar "una expresi¨®n simple de un pensamiento complejo" trabajando con el potencial expresivo de campos rectangulares de colores radiantes que flotan sobre el lienzo. El gran formato respond¨ªa "al deseo de ser muy ¨ªntimo y humano", seg¨²n escribi¨® el artista. "Cuando pintas un cuadro grande, te metes dentro. No es algo que puedas dominar".
Las obras de la etapa cumbre de la carrera de Rothko rodean una pintura sin t¨ªtulo, realizada entre 1952 y 1953, con tres franjas de color desde el amarillo al naranja, una de las obras maestras de la colecci¨®n adquirida por el Guggenheim de Bilbao. En sus impresionantes dimensiones (300 por 442,5 cent¨ªmetros) se ve un anticipo de las pinturas murales que a?os despu¨¦s realiz¨® por encargo para espacios concretos, como la Universidad de Harvard.
Reticente ante las colectivas, Rothko supervisaba personalmente la instalaci¨®n de sus obras y trasladaba sus sugerencias por escrito a los responsables buscando, siempre, sugerir espacios a los espectadores y tratando de evitar que sus cuadros se convirtieran "en meros elementos decorativos". Tampoco le gustaba titular las obras, ni guiar con sus textos la experiencia del p¨²blico ante su pintura. Siguiendo los gustos del artista, las obras se han colocado a baja altura sobre fondo blanco y las cartelas que las identifican se han agrupado en la entrada de las salas. Adem¨¢s, se han dejado espacios vac¨ªos "para que descansen los ojos", explic¨® Wick.
La paleta de Rothko comenz¨® a oscurecerse a finales de los a?os cincuenta, al tiempo que crec¨ªa su desilusi¨®n ante un p¨²blico que admiraba la belleza y el color de sus composiciones, pero no buscaba, a su juicio, las emociones y los significados que pretend¨ªa transmitir. En la tercera parte de la exposici¨®n dominan los rojos oscuros, marrones y negros. En los ¨²ltimos a?os de su vida, una enfermedad vascular le oblig¨® a utilizar los acr¨ªlicos y formatos m¨¢s peque?os.
La serie denominada Pinturas de negro sobre gris, cada vez m¨¢s sombr¨ªas y austeras, cerr¨® la vida de Rothko, que se suicid¨® en su estudio en 1970. "Confirman que Rothko cre¨ªa que su obra encerraba una tragedia", se?alan los comisarios. Las pinturas del final de su carrera est¨¢n todas divididas horizontalmente en dos partes, la superior siempre negra. Paredes de luz estar¨¢ abierta al p¨²blico hasta el pr¨®ximo 24 de octubre.
En 2005, el Guggenheim se acercar¨¢ a la obra de otro de los nombres fundamentales del expresionismo abstracto, Jackson Pollock. La exposici¨®n Sin l¨ªmites realizar¨¢ un recorrido retrospectivo en la obra sobre papel de Pollock a trav¨¦s de 75 dibujos, que anticipan su trabajo en la pintura. Seg¨²n las l¨ªneas preliminares de la programaci¨®n que la direcci¨®n del museo adelant¨® ayer a los miembros de su patronato, el Guggenheim mostrar¨¢ el pr¨®ximo a?o exposiciones temporales dedicadas al arte azteca y a Yves Klein. Y a partir de junio de 2005 quedar¨¢ instalada la colecci¨®n de siete esculturas monumentales de Richard Serra, por las que el Guggenheim pagar¨¢ cerca de 16 millones de euros.
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