Invitados
A los ocupantes, ahora, se les llama invitados. Esta es la principal novedad de la resoluci¨®n de Naciones Unidas sobre Irak. ?Qui¨¦nes son los invitados? Un ej¨¦rcito multinacional liderado por Estados Unidos que lleg¨®, hace m¨¢s de un a?o, sin que nadie se lo pidiera y que segu¨ªa asentado en el pa¨ªs, mientras se votaba en el Consejo de Seguridad. ?Qui¨¦nes son los anfitriones? Un Gobierno iraqu¨ª, constituido durante la ocupaci¨®n militar, que cuenta, obviamente, con el benepl¨¢cito de los ocupantes y que est¨¢ formado en su mayor¨ªa por antiguos miembros del Consejo provisional que presid¨ªa el americano Bremer. Es decir, los anfitriones invitan a permanecer a quienes les propusieron para sus cargos. Y esto se describe como un incuestionable acto de soberan¨ªa. El eufemismo en pol¨ªtica hace estragos.
Las resoluciones de la ONU crean legalidad internacional pero ni describen la realidad, ni son fuente de verdad, ni tienen poderes m¨¢gicos sobre los pueblos. EE UU puede decir, ahora s¨ª, que su presencia en Irak est¨¢ amparada por las Naciones Unidas. Pero, sobre el terreno, el nuevo informe de Mary Kaldor y Yahia Said constata "una p¨¦rdida total de confianza en la coalici¨®n".
La campa?a electoral se hab¨ªa convertido en un via crucis para George W. Bush. La revelaci¨®n de las torturas que los soldados de la coalici¨®n practicaban en Irak abri¨® la brecha de una crisis moral en la sociedad americana que iba camino de tragarse al presidente. El cowboy de las Azores apareci¨® la pasada semana en Europa como c¨¢ndido corderito que busca la amistad de quienes tanto hab¨ªa despreciado. Francia y Alemania s¨²bitamente han dejado de ser "la vieja Europa" y las Naciones Unidas, ayer consideradas perfectamente prescindibles, han sido amnistiadas. De momento, sabemos una cosa: que todo esto s¨®lo vale hasta las elecciones de noviembre. Si gana Kerry es probable que se siga por el camino conciliador. Si gana Bush, ?resistir¨¢ a la tentaci¨®n narcisista de volver a las andadas?
En el escenario iraqu¨ª, la violencia sigue. Violencia terrorista, que continuar¨¢ mientras pueda, y violencia de resistencia y rechazo a la ocupaci¨®n, que se desactivar¨¢ si el Gobierno iraqu¨ª consigue crear las condiciones de un autogobierno real y de una legitimidad efectiva. Se ha frenado la peor de las opciones: que Bush se empe?ara en ganar la guerra a toda costa, atizando m¨¢s el fuego de la violencia. Pero cualquier idea de estabilidad pasa por la capacidad del nuevo Gobierno de salir de la torre de marfil de la zona verde. La zona verde es la amplia ¨¢rea de Bagdad donde, como describen Kaldor y Said, las autoridades de la Administraci¨®n Provisional viven absolutamente alejadas de una realidad "rebosante de actividad econ¨®mica y social, de debate pol¨ªtico y autoorganizaci¨®n, pero tambi¨¦n de crimen, violencia y extremismo".
La capacidad del Gobierno iraqu¨ª de intervenir en las decisiones militares de sus "invitados" no la regula la resoluci¨®n sino que se establece sobre la presunci¨®n de buena fe de unas cartas intercambiadas entre el secretario de Estado americano y el nuevo primer ministro iraqu¨ª. Lo cual confirma que son los anfitriones los que, en ¨²ltima instancia, est¨¢n en manos de los ocupantes. ?No hab¨ªamos dicho que soberan¨ªa es el derecho a tener la ¨²ltima palabra?
Zapatero tiene argumentos para decir que la resoluci¨®n no cumple los requisitos que consideraba indispensables para permanecer en Irak. La ciudadan¨ªa, como confirman las encuestas, est¨¢ encantada con el regreso de las tropas de Irak y, en esta materia, las cr¨ªticas del PP est¨¢n amortizadas. Rajoy, que formaba parte del Gobierno que oblig¨® a Espa?a a ser un socio a palos de los EE UU, habla de deslealtad. Aqu¨ª la principal deslealtad fue la suya con la ciudadan¨ªa espa?ola. Y le cost¨® una derrota electoral. Sin duda, la retirada espa?ola de Irak contribuy¨® a que EE UU tomara conciencia de la precariedad de su posici¨®n. Pero sin Faluya, sin las torturas y, sobre todo, sin elecciones a la vista, Bush no se habr¨ªa visto obligado a abandonar la cultura de cruzada y buscar formas de cooperaci¨®n internacional. En la medida en que Bush se ha acercado a las posiciones de Francia y Alemania, lo ha hecho tambi¨¦n al Gobierno espa?ol. Es en Europa, en el Mediterr¨¢neo y en Latinoam¨¦rica donde Espa?a tiene campo abierto para desarrollar una pol¨ªtica internacional incluyente, guiada por la idea de sumar, y sin los complejos de los que prefieren ser empleados del m¨¢s poderoso antes que ser socios aut¨®nomos y respetuosos de aquellos que la geograf¨ªa, la historia y la cultura nos ha colocado m¨¢s cercanos.
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