Confesi¨®n de un fundamentalista marroqu¨ª
Tengo miedo. No puedo hablar". Buchaib Magder aprovecha los escasos momentos de distracci¨®n del director de la prisi¨®n central de Kenitra, Abdelhadi Bellous, que atiende una llamada telef¨®nica urgente o despacha brevemente con un subordinado, para pronunciar en voz baja alguna que otra frase en espa?ol y explicar su cautela ante el periodista que ha venido a visitarle.
Magder, de 38 a?os, fue condenado a muerte hace 11 meses, por terrorismo, por la Corte de Apelaci¨®n de Casablanca. Hace siete meses ingres¨® en la c¨¢rcel de Kenitra, donde ha sido reagrupado, en la secci¨®n A, con otros presos islamistas sentenciados tambi¨¦n a muerte o a cadena perpetua por actividades terroristas.
"Mire, yo soy un musulm¨¢n marroqu¨ª que practica el islam al estilo marroqu¨ª; que se esfuerza por conocer mejor su religi¨®n, darla a conocer y busca el bien"
Mohamed Tabet, un comisario de polic¨ªa proxeneta, fue, en 1993, el ¨²ltimo condenado a muerte en ser ejecutado en Marruecos
"La condena a muerte fue un choque indescriptible. Confiaba en que el tribunal me iba a absolver. Adem¨¢s, imag¨ªnese, cre¨ªa que me iban a matar enseguida"
El ministro de Justicia precis¨® que en un a?o 2.112 islamistas han sido procesados y, hasta ahora, 903 condenados, 17 de ellos a la pena capital
Hasta que, el 28 de diciembre de 2002, fue detenido en el puerto de T¨¢nger, cuando se dirig¨ªa a Casablanca para visitar a sus hermanas, Magder era el carnicero musulm¨¢n de Burgos y ejerc¨ªa, a la vez, los viernes, de im¨¢n de la mezquita de la ciudad. Se hab¨ªa casado con una espa?ola convertida al islam antes de conocerle, Hawaa Monfort, con la que tuvo dos hijos. Antes de hacerse musulmana se llamaba Eva Mar¨ªa.
"Ese d¨ªa de diciembre rompieron mi vida", asegura el ex carnicero en el despacho del director adonde ha acudido desconcertado y nervioso. En un esfuerzo de transparencia, el ministro marroqu¨ª de Justicia, Mohamed Buzubaa, ha autorizado, por primera vez, a un periodista a entrar en la famosa c¨¢rcel de Kenitra, a unos 40 kil¨®metros al norte de Rabat, para conversar con Magder, esposo y padre de espa?oles.
Pero la direcci¨®n de asuntos penitenciarios ha puesto restricciones a esta visita alegando que se trata de "un terrorista". El reo ha tenido que dar su acuerdo por escrito a ser entrevistado por el corresponsal de EL PA?S, la conversaci¨®n deber¨¢ desarrollarse exclusivamente en franc¨¦s, el preso no podr¨¢ ser fotografiado y el recorrido por la c¨¢rcel s¨®lo se limitar¨¢ a los tres talleres en los que unos 60 prisioneros -el 0,03% de los reclusos- aprenden un oficio.
A¨²n as¨ª merece la pena. Construida por los franceses hace 68 a?os, Kenitra es un moj¨®n en la historia de Marruecos. Es aqu¨ª d¨®nde, en los a?os setenta y ochenta, purgaron sus condenas militares golpistas y cientos de izquierdistas condenados en tiempos de Hassan II, empezando por el c¨¦lebre Abraham Serfaty, que pas¨® 17 a?os detr¨¢s de los barrotes de la prisi¨®n central antes de ser expulsado de Marruecos.
En sus exiguas celdas con paredes desconchadas muchos adversarios del difunto monarca, que ahora desempe?an a veces cargos en la Administraci¨®n, llevaron a cabo largas huelgas de hambre, que mermaron su salud -Serfaty se desplaza en silla de ruedas-, para obtener el estatuto de presos pol¨ªticos o simplemente poder continuar sus estudios a distancia.
En Kenitra ya no hay izquierdistas. Entre sus m¨¢s de 2.000 presos conviven, en cambio, varios cientos de islamistas sentenciados a muerte o a penas de larga duraci¨®n despu¨¦s de los atentados que hace 13 meses sacudieron Casablanca causando 45 muertos, cuatro de ellos espa?oles.
No hace falta franquear la enorme puerta met¨¢lica para averiguar que buena parte de los moradores de la c¨¢rcel son islamistas. Basta con observar el atuendo de las mujeres que esperan a la entrada para poder visitar a un hermano o un marido prisionero. A muchas de ellas s¨®lo se les ven los ojos porque el resto de su rostro est¨¢ tapado y en las manos llevan guantes negros. La imagen recuerda m¨¢s a Arabia Saud¨ª que a Marruecos.
Temor a los agentes del DST
"?De qu¨¦ tiene miedo?", le susurra el entrevistador a Magder. "No de ¨¦stos, de los otros", murmura el reo al tiempo que hace gestos con los ojos y, por debajo de la mesa, con las manos, que su interlocutor debe interpretar. Los primeros a los que se refiere son los funcionarios de prisiones; los segundos son los agentes de la Direcci¨®n de Supervisi¨®n del Territorio (DST), la polic¨ªa pol¨ªtica marroqu¨ª.
Cuando, el a?o pasado, estaba encarcelado en Sal¨¦, cerca de Rabat, el periodista marroqu¨ª Al¨ª Lmrabet, condenado por ultraje al rey Mohamed VI, denunci¨® que la DST campaba a sus anchas en la prisi¨®n interrogando y amenazando a los reos. La Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH) pidi¨®, en marzo, una investigaci¨®n sobre los malos tratos de Kenitra. "No hay nada de eso", desmiente Abdelhadi Bellous, de 47 a?os, director de prisi¨®n. "Se requiere una autorizaci¨®n judicial para que la polic¨ªa interrogue o investigue aqu¨ª".
Est¨¦n o no sometidos al acoso de la temible DST, su encarcelamiento es m¨¢s duro. De ah¨ª que los islamistas hayan reanudado la tradici¨®n de las huelgas de hambre. "S¨ª hicimos una, fue larga", recuerda Magder con la cabeza gacha. Dur¨® cerca de un mes y de los 86 reos que la hac¨ªan dos fueron hospitalizados en coma, seg¨²n la AMDH.
Simult¨¢neamente, en el exterior, las mujeres de islamistas se manifestaban con sus hijos antes de que les reprimiesen los antidisturbios.
"Al final sali¨® bien la cosa", prosigue el antiguo im¨¢n. "Nos dejaron leer la prensa, prolongaron nuestra salida al patio de una a seis horas al d¨ªa y nos permitieron ver la televisi¨®n", a?ade. "Cada d¨ªa, un familiar nos trae comida y la compartimos entre 12 presos". El rancho de la c¨¢rcel ni lo prueban.
"Pese a todo, estoy mal, muy mal, destrozado", prosigue el preso. "La condena a muerte fue un choque indescriptible. No me lo esperaba. Al contrario, confiaba en que el tribunal me iba a absolver. No hay ninguna prueba que avale la acusaci¨®n. Adem¨¢s, imag¨ªnese: cre¨ªa que me iban a matar enseguida. Ahora he o¨ªdo decir que el ministro de Justicia no quiere que se aplique. No s¨¦ qu¨¦ pensar. Siempre est¨¢ esa espada que pende sobre mi cabeza. Esperemos que el ministro no cambie de opini¨®n".
Mohamed Tabet, un comisario de polic¨ªa proxeneta, fue, en 1993, el ¨²ltimo condenado a muerte en ser ejecutado en Marruecos. Desde entonces, 142 marroqu¨ªes sentenciados a la pena capital, entre ellos 17 islamistas, conf¨ªan en que no habr¨¢ ninguno m¨¢s. "Estar¨¦ entre los que aplaudir¨¢n la abolici¨®n de la pena capital", declar¨®, a t¨ªtulo personal, el titular de Justicia marroqu¨ª, pero ni ¨¦l ni su partido, el socialista, han presentado un proyecto de ley que la abrogue. Buzubaa s¨®lo ha anunciado un seminario para reflexionar sobre la reforma del c¨®digo penal.
Fue Mohamed Damir, brazo derecho del fan¨¢tico Yussef Fikri, qui¨¦n solt¨® el nombre de Magder durante un interrogatorio. "?C¨®mo no nos vamos a conocer?", se pregunta el ex carnicero, "si Damir y yo ¨¦ramos vecinos en Casablanca". "Damir confes¨® que le hab¨ªa entregado unas casetes religiosas; la verdad es que no me acuerdo: aquello fue ya hace 10 a?os pero, en todo caso, ser¨ªan legales, de las que se venden en la calle". Damir y su jefe fueron tambi¨¦n sentenciados a muerte.
"Mire, yo soy un musulm¨¢n marroqu¨ª que practica el islam al estilo marroqu¨ª, que se esfuerza por conocer mejor su religi¨®n, darla a conocer y busca el bien", asegura Buchaib Magder. "Porque no ten¨ªa nada que reprocharme, regres¨¦ con mi familia de vacaciones a Marruecos en 2002. Creo que he sido v¨ªctima de un grave error judicial".
"Buchaib y yo", explica su mujer desde Gata de Gorgos (Alicante), "somos integristas porque asumimos ¨ªntegramente el Coran y la sunna [testimonios de la vida del profeta], pero de ah¨ª no hay que deducir que ¨¦l es terrorista". "Rechazamos la violencia venga de donde venga. Condenamos los atentados".
La polic¨ªa espa?ola no tiene queja alguna del Magder, al que apod¨® "el carnicero de Burgos". Durante sus cuatro a?os de estancia en Espa?a no cometi¨® ning¨²n delito ni desarroll¨® actividades sospechosas. Era, eso s¨ª, un hombre muy piadoso al que enmarca en el salafismo, esa corriente religiosa extremista originaria de Arabia Saud¨ª.
Al im¨¢n espor¨¢dico de Burgos, el Tribunal de Apelaci¨®n de Casablanca le consider¨®, no obstante, culpable de revender objetos robados en Europa para financiar actividades terroristas, pero no mantuvo contra ¨¦l ning¨²n delito de sangre. "El procedimiento que se ha seguido contra ¨¦l es insuficiente porque las investigaciones que se deb¨ªan haber llevado a cabo para establecer la verdad no se hicieron, lo que conculca los derechos de la defensa", sostiene Abderrahim Berrada, el que fue abogado de Serfaty y que profesa ideas laicas.
"La condena de Magder no me parece, en absoluto, fundada", prosigue Berrada, quien tuvo acceso al dosier del ex carnicero. "Este hombre no ha cometido, en mi opini¨®n, ning¨²n acto terrorista ni ning¨²n delito o crimen, de manera que una jurisdicci¨®n penal que hubiese respetado las normas internacionales habr¨ªa tenido que absolverle".
Magder dorm¨ªa en una celda colectiva de la c¨¢rcel de Okacha, en Casablanca, cuando el 16 de mayo de 2003 12 kamikazes islamistas se volaron en cinco lugares de la ciudad, uno de ellos el restaurante de la Casa de Espa?a. Otros presos le despertaron para ponerle al corriente. "Cuando supe lo sucedido me tem¨ª que trajese consecuencias negativas para mi asunto", recuerda el reo.
No s¨®lo las tuvo para Buchaib. "Despu¨¦s de los atentados de Casablanca, la l¨®gica de la justicia no ha sido una l¨®gica de b¨²squeda de la verdad, sino de represi¨®n y de venganza", declaraba Patrick Baudouin, presidente honor¨ªfico de la Federaci¨®n Internacional de Derechos Humanos, que ha investigado en Marruecos. En total, seg¨²n el ministro Buzubaa, 2.112 islamistas han sido procesados, y, hasta ahora, 903 condenados, 17 de ellos a la pena capital.
Los juicios han sido "expeditivos", prosigue este abogado franc¨¦s. "Aunque las sentencias han sido muy severas, los juicios apenas han durado unas horas". "No se escuch¨® a los testigos". "Los jueces de instrucci¨®n han, incluso, denegado ex¨¢menes m¨¦dicos para los inculpados que se quejaban de haber sido maltratados o torturados".
"No niego que no haya habido alg¨²n exceso, pero s¨ª desmiento que hayan sido generalizados", asegur¨® Buzubaa en una entrevista, en febrero, con EL PA?S.
Precipitaci¨®n judicial
Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos y los islamistas moderados del Partido de la Justicia y del Desarrollo han sido los primeros en levantar la voz contra lo que Abdel¨¢ Baha, presidente de su grupo parlamentario, describe como "precipitaci¨®n judicial". "Espero que su majestad d¨¦ instrucciones para que se reabran las investigaciones y que
sean ecu¨¢nimes", declaraba Abdelil¨¢ Benkiran, otro dirigente del PJD.
Desde Espa?a tambi¨¦n se ha intentado echar una mano al ex carnicero para que, por lo menos, su mujer y sus hijos puedan ir a visitarle. Tras la detenci¨®n de su marido, Eva Mar¨ªa se instal¨® en Casablanca para poderle visitar y encontr¨® incluso un trabajo para una imprenta, pero fue expulsada del pa¨ªs. "Ni siquiera me llegan las cartas que me env¨ªa a trav¨¦s del Consulado de Espa?a y tampoco tengo derecho a llamarla por tel¨¦fono", se queja Magder. El director de la c¨¢rcel asegura no haberlas recibido.
El Ayuntamiento de Burgos, en manos del PP y de Izquierda Unida, y, sobre todo, un colectivo catal¨¢n, encabezado por el diputado de CiU Carles Campuzano, se han movilizado para pedir al Gobierno que act¨²e para que a Magder le sea conmutada la pena de muerte y que su mujer pueda verle aunque sea a trav¨¦s de una verja de seguridad.
A su regreso de Casablanca, donde acompa?¨® en abril al presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el ministro de Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, escribi¨® a Campuzano: "El Gobierno ha realizado diversas gestiones ante las autoridades marroqu¨ªes manifestando su rechazo a la pena de muerte (...)". "(...) se han cursado instrucciones al Consulado en Casablanca para que realice todas la gestiones posibles ante las autoridades marroqu¨ªes con el fin de que permitan la visita de la se?ora Monfort y sus hijos al detenido, o para que, al menos, se establezca alguna v¨ªa regular de comunicaci¨®n entre ellos".
Dos quincea?eras en la c¨¢rcel
LA PEOR es la de Alhucemas, donde el n¨²mero de internos rebasa en un 640% la capacidad de la prisi¨®n. Pero todas las dem¨¢s c¨¢rceles marroqu¨ªes registran una elevada tasa de hacinamiento, incluida, por supuesto, la de Kenitra, que est¨¢ al 270% de su capacidad. En muchos de los 53 centros penitenciarios hay una cama para tres reclusos, lo que les obliga a la mayor¨ªa a dormir en el suelo o incluso en los lavabos. La higiene es mala, y las enfermedades contagiosas se propagan con facilidad.
Estos datos los dio a conocer, el mes pasado, el Consejo Consultivo de Derechos Humanos, un organismo oficial cuyo presidente, Omar Aziman, fue nombrado por el rey Mohamed VI y que asesora a las autoridades en ese ¨¢mbito. El ministro de Justicia, Mohamed Buzubaa, replica que hay nada menos que 14 establecimientos en proyecto o en construcci¨®n.
Los peor librados, en las prisiones, son los que cumplen sentencias por terrorismo, casi todos ellos varones de entre 20 y 40 a?os, a los que hay que a?adir un pu?ado de predicadores isl¨¢micos, algo m¨¢s mayores, condenados por apolog¨ªa de la violencia. Pero en una c¨¢rcel de mujeres, en Sal¨¦, hay tambi¨¦n dos adolescentes, las gemelas Im¨¢n y Saman, que este mes cumplir¨¢n 15 a?os.
"No deber¨ªan estar, all¨ª sino en un reformatorio", explica desolado su abogado, Abdelfet¨¢ Zahrach, miembro de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos. "Si fuesen delincuentes comunes estar¨ªan en un reformatorio, pero eran aspirantes a terrorista". "En Sal¨¦ no aprenden un oficio y est¨¢n en contacto con reclusas adultas que no siempre son un buen ejemplo", prosigue. "Estamos recogiendo firmas para solicitar al ministro de Justicia su traslado a un reformatorio".
Las hermanas Laghrissi fueron condenadas, en septiembre, a cinco a?os, en virtud de la ley antiterrorista, por "asociaci¨®n de malhechores para preparar y cometer acciones terroristas, atentar contra los valores sagrados (...)". A los 17 adultos que las manipularon les cayeron condenas de larga duraci¨®n. Hab¨ªan hecho de ellas unas islamistas radicales y les hab¨ªan convencido de que se volasen, con una carga explosiva que les proporcionar¨ªan, entre las estanter¨ªas de bebidas alcoh¨®licas del supermercado Label, en Rabat.
"De lo que les ha sucedido somos todos culpables", asegura Zahrach. Hijas de una madre soltera, que sobrevive mendigando y vendiendo art¨ªculos usados, sol¨ªan hacer novillos en la escuela y pasaban solas, en la m¨ªsera barriada de Duar al Hajja, 13 horas al d¨ªa. Eran una presa f¨¢cil para un lavado de cerebro que a¨²n les sigue haciendo efecto. Aunque ahora aceptan las visitas de su madre, se muestran reacias con ella porque lleva el estigma del pecado que cometi¨® al quedarse embarazada estando soltera.
Rachida Drii, la madre analfabeta, se preocupa, en cambio, de que sus gemelas no est¨¦n en un centro de reeducaci¨®n, "all¨ª donde puedan aprender un oficio" con el que encontrar¨¢n trabajo, seg¨²n declar¨® al diario Le Matin. "De verdad, tiene derecho a una segunda oportunidad".
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