Abandono de enfermos
El prop¨®sito de esta carta es denunciar la situaci¨®n de desamparo y abandono en la que se van a encontrar los residentes de la Casa del Amparo, o Casa Azul, que estableci¨® hace tiempo la Conferencia de San Vicente de Paul en una calle c¨¦ntrica de Madrid.
En los nueve a?os que llevo como voluntaria con los residentes de la casa, ¨¦sta ha servido de lugar de acogida a enfermos de sida. En la actualidad son seis las personas que la habitan y que van a ser expulsadas.
Para describir la situaci¨®n, sin entrar en grandes detalles, conviene saber que su enfermedad ha provocado en los afectados diversos grados de invalidez que oscilan entre el 41% que padece uno de los pacientes, al 81%, que mantiene en silla de ruedas y par¨¢lisis muy extendida a otro de ellos, siendo los valores medios superiores al 60%.
A esto hay que a?adir las particularidades sociales, familiares y psicol¨®gicas que tambi¨¦n padecen los enfermos de VIH, as¨ª como el agravante de otras enfermedades, de diferente consideraci¨®n, que acompa?an el s¨ªndrome de inmunodeficiencia.
Argumenta la Conferencia de San Vicente de Paul, en una carta recibida por cada uno de los seis residentes el viernes 4 de junio, que el motivo de la expulsi¨®n de los seis es un roce verbal que protagonizaron dos de ellos antes de las ¨²ltimas navidades, es decir, hace aproximadamente seis meses. Roce que, por otra parte, hubiera probablemente recibido distinto tratamiento si al frente de la casa hubiera habido un trabajador social, o educador, en lugar del personal no cualificado que al menos en estos ¨²ltimos nueve a?os se ha ocupado de la direcci¨®n de la casa.
Si han de renunciar a continuar en la casa, por los motivos que la Conferencia considere dentro de sus leg¨ªtimas competencias legales, la ¨²nica salida humana, decente y aceptable pasa por mantenerlos donde est¨¢n en la actualidad hasta que, para cada uno, se encuentre una plaza en otro centro de acogida, en las mismas condiciones de estabilidad que (ellos cre¨ªan) disfrutaban, donde puedan continuar con su tratamiento. Pues cualquier tratamiento m¨¦dico -cuanto m¨¢s el de una enfermedad como el sida- requiere de estabilidad para su aplicaci¨®n. Esta situaci¨®n est¨¢ provocando, y agravando, serios problemas psicol¨®gicos que, a su vez, est¨¢n afectando su estado f¨ªsico. De no procurar una salida adecuada a estos residentes, se les est¨¢ condenando, en el mejor de los casos, a la marginalidad y a la miseria; en el mejor de los casos.
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