Zidane hace el milagro
Francia da se?ales de su decadencia, peroInglaterra, terca en esa clase de calamidades, tira el partido a la basura
Zidane arregl¨® su mal partido con dos goles de ¨²ltima hora, los de la victoria nada menos. A Inglaterra no hay quien la arregle. Tir¨® el partido a la basura como suele hacerlo en los grandes torneos. Pueden se?alar con el dedo a algunos responsables: Beckham fall¨® el penalti que mantuvo a los franceses en el partido y a Gerrard le sali¨® el ingenuo que lleva dentro en su cesi¨®n al portero James. Se adelant¨® Trezeguet, le derrib¨® el guardameta, anot¨® Zidane el penalti y ya no hubo una jugada m¨¢s. Fue el final del encuentro. Inglaterra es terca en esta clase de calamidades. Eriksson, que lleg¨® para introducir a los ingleses en el mundo de la atenci¨®n a los peque?os detalles, no ha logrado su objetivo. En Lisboa, su equipo pag¨® los errores de siempre.
Henry fue la decepci¨®n. Jug¨® con una timidez impensable. No le favoreci¨® su ubicaci¨®n
El milagro final de Francia no evita pensar que est¨¢ en el final de un ciclo. O eso o no se trata de un momento boyante para la selecci¨®n francesa, que dio se?ales de decadencia frente a Inglaterra, cuyo vigor fue m¨¢s importante que su juego. A Francia comienzan a pesarle los a?os de varios jugadores. Es un equipo sin frescura ni ideas, en buena parte porque Zidane sigue oxidado. Se remiti¨® punto por punto a sus ¨²ltimas actuaciones en el Madrid, lo mismo que Beckham. Le tienen destinado a lanzar faltas y penaltis. En el juego no interviene, o no alcanza ninguna trascendencia. Aunque la fiel hinchada inglesa valor¨® mucho su centro en el gol de Lampard, Beckham pas¨® como un espectro por el partido.
Tiempo atr¨¢s, Francia abrumaba porque anunciaba una especie de f¨²tbol total. A su exuberancia atl¨¦tica y un rigor t¨¢ctico indiscutible a?ad¨ªa apuntes de clase que en Zidane resultaban formidables. Con esa receta gan¨® el Mundial de 1998 y la Eurocopa de 2000. Fue una generaci¨®n gloriosa que parece exprimida. Cinco de los titulares franceses han superado la frontera de los 30 a?os y algunos tienen un aire envejecido. El caso m¨¢s preocupante es el de Zidane, que se ha pasado de falso lento a lento de verdad. Sali¨® deprimido de la ¨²ltima temporada con el Madrid y no se ha recuperado. Y Francia le necesita como nunca. En una selecci¨®n sin pasadores, Zidane es la ¨²nica garant¨ªa de creatividad, al menos el anterior Zidane, el que jugaba como un mariscal. Sin nadie que les suministrara algo de juego, Henry y Trezeguet quedaron in¨¦ditos. Apenas se les vio.
Henry fue la decepci¨®n de la noche. Despu¨¦s de su impresionante campeonato en el Arsenal, donde ha dirigido al equipo a una temporada inolvidable, Henry jug¨® con una timidez impensable ante los ingleses. Probablemente no le favoreci¨® su ubicaci¨®n en el equipo. Con Trezeguet por delante y Zidane por detr¨¢s, se encuentra inc¨®modo, sin los grandes espacios que le generan en el Arsenal. All¨ª barre todo el frente del ataque sin un ariete que le moleste en sus maniobras. Henry no apareci¨® en el primer tiempo. En el segundo, tuvo alguna actividad, pero nunca record¨® al deslumbrante jugador que protagoniz¨® la Liga inglesa y algunos momentos de la Copa de Europa.
Inglaterra jug¨® con temperamento y tuvo m¨¢s vitalidad que Francia, cada vez m¨¢s dependiente del derroche de energ¨ªa Vieira. Lampard y Gerrard, que tienen pinta de jugadores interesantes pero no excepcionales, aguantaron bien el medio campo, donde Eriksson penaliza a Scholes, el mejor jugador ingl¨¦s desde hace varios a?os. Con Scholes se produce un problema de asimetr¨ªa parecido al de Zidane en el Madrid. Arranca desde la izquierda y se obliga a un desgaste brutal para ayudar al lateral Cole. Su posici¨®n natural es la de media punta o segundo delantero, pero Scholes no tiene el cartel medi¨¢tico de Beckham, Lampard o Gerrard. Juega donde le ponen y todav¨ªa tiene tiempo para jugar mejor que nadie en su equipo.
El partido fue un duelo sordo en el primer tiempo. Un duelo sin ¨¢reas. Inglaterra no se acerc¨® hasta el tanto de Lampard, que cabece¨® con mucho br¨ªo el centro de Beckham. Francia empujaba con Vieira y trataba de crear con Zidane, espeso durante toda la noche. Owen y el impetuoso Rooney, un delantero de aspecto linf¨¢tico que no encuentra un conflicto que no le guste, apenas molestaron a la defensa francesa. El tanto de Lampard pareci¨® decisivo porque Francia remaba y nunca alcanzaba la porter¨ªa. Pero a Barthez se le ocurri¨® rechazar el lanzamiento de Beckham en el penalti y el encuentro comenz¨® a jugarse en campo ingl¨¦s. All¨ª Inglaterra fue fiel a su historia. Lejos de ganar un partido crucial, lo estrope¨® en dos minutos, con la particularidad de permitir el regreso de Zidane a su condici¨®n de h¨¦roe. Jug¨® mal, pero tumb¨® a sus rivales en dos minutos. Si estaba deprimido, ahora se siente en la gloria.
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