Suelos y techos
Tal vez la lecci¨®n mas importante a extraer de la baj¨ªsima participaci¨®n ante las urnas en la jornada de ayer -no s¨®lo respecto a las legislativas o las municipales sino incluso en comparaci¨®n con las anteriores convocatorias europeas- sea el rotundo fracaso de los profesionales de la pol¨ªtica que intentaron transformar el 13-J en una fantasmal segunda vuelta de las elecciones genereales del 14-M para deslegitimar sus resultados. La floja asistencia a los m¨ªtines y la mediocre audiencia de los debates televisivos hab¨ªan adelantado ya esa reticencia de los ciudadanos a dejarse arrastrar por los tonos tremendistas de la campa?a del PP y a seguir a sus algunos de sus portavoces oficiales o period¨ªsticos en la paranoica interpretaci¨®n del crimiunal atentado del 11-M como una oscura conjura ideada para desalorjarles del poder. El 55% de abstenci¨®n del 13-J ha reflejado el relativo desinter¨¦s de los votantes espa?oles -en consonancia con los estados de ¨¢nimo de otros paises europeos- por la designaci¨®n de sus representantes al parlamento de Estrasburgo y la clara separaci¨®n del significado espec¨ªfico atribuido a esta convocatoria respecto a los llamamientos -legislativos, auton¨®micos u muncipales- nacionales. Sin duda, esa d¨¦bil participaci¨®n resulta preocupante desde el punto de vista del arraigo de las instituciones comunitarias; en compensaci¨®n, muestran la salud de una sociedad bastante mas sensata y reflexiva que una clase pol¨ªtica demasiado propensa a planteamientos ag¨®nicos peligrosamente incitadores a la discordia civil.
La comparaci¨®n entre las elecciones del 14-J y del 13-J en t¨¦rminos porcentuales arroja una primera conclusi¨®n obvia: la distancia de dos puntos que separa al PSOE (43,30) del PP (41,29) recorta la diferencia de cinco puntos registrada el 14-M y est¨¢ muy pr¨®xima al intervalo marca hace un a?o en los comicios municipales. Pero la elevada abstenci¨®n confiere una especial relevancia a los mas de treinta puntos porcentuales de participaci¨®n evaporado en el espacio de los ¨²ltimos tres meses: los millones de ciudadanos que optaron ayer por quedarse en su casa son un vasto dep¨®sito de electores disposibles para pr¨®ximas convocatorias. La conclusi¨®n de que los espa?oles han aprendido a manejar sus votos con criterios estrat¨¦gicos y pragm¨¢ticos, ot¨®rg¨¢ndolos o retir¨¢ndolos por razones ajenas a la fidelidad partidaria o a la lelatd ideol¨®gica, deber¨ªa hacer reflexionar a las direcciones de los partidos que creen disponer de unas bases electorales cautivas a las que se puede manejar con una simple apelaci¨®n a sus emociones o a sus temores.
El PP deber¨ªa estudiar con cuidado unos resultados que se hallan lejos de su pretensi¨®n de dar la vuelta a los resultados del 14-M. La campa?a electoral de Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy se propuso seguramente movilizar al n¨²cleo diro de los votamntes del PP, aquellos cinco millones largos con que el partido presidido por Manuel Fraga pudo contar entre 1982 y 1989. La disparatada aventura belicista de IUrak, las man¨ªa de grandeza de Aznar y el endurecimiento del PP durante su segundo mandato arruinaron aquel meritorio viaje al centro emprendido en 1993 y culminado econ la mayor¨ªa absoluta del a?o 2000. La estrategia de lospopulares para el 13-J busc¨® el reencuentro con aquel macizo de la raza de la derecha espa?ola tradicional que les permiti¨® sobrevivir durante su larga traves¨ªa del desierto pero no les llev¨® a la tierra prometida hasta conseguir la compa??ia de los centristas em las urnas. El triste espect¨¢culo deparado por Jaime Mayor Oreja -aquel ecu¨¢nime dirigente de UCD que se esforz¨® por alcanzar acuerdos con los socialistas durante su etapa como ministro del Interior- en su ¨²ltimo debate televisado con el candidato del PSOE lesion¨® gravemente su imagen de pol¨ªtico moderado sin proporcionarle a xambio la victoria-.
El sistema democr¨¢tico espa?ol necesita una oposici¨®n de centro-derecha que sepa controlar al Gobierno socialista y que pueda ser una alternativa de poder para lkos pr¨®ximos a?os.. La deriva de las ¨²ltimas semanas, sin embargo, le ha alejado de esa posici¨®n para aproximarle a las peores tradiciones de la derecha intolerante y desestabbilizadora. Mariano Rajoy tiene ahora la posibilidad pol¨ªtica -y el seguramente tambien el deber democr¨¢tico- de rectificar ese peligroso curso.
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