Los checos eluden el sorpres¨®n
Nedved y sus compa?eros deben exprimirse al m¨¢ximo para remontar el encuentro ante una dign¨ªsima Letonia
La ovaci¨®n fue may¨²scula para la Rep¨²blica Checa y para Letonia, que se lo hab¨ªan merecido. Se exprimieron al m¨¢ximo. Terminado el encuentro, los dos equipos se quedaron un rato en el campo, descamisados, para disfrutar de su generoso esfuerzo: aplaudiendo a sus respectivas hinchadas, que respond¨ªan entusiasmadas. No tanto la letona, que hab¨ªa acariciado otro hito hist¨®rico. Pero se le escap¨® en la ¨²ltima media hora. Por muchas razones. La primera es que el seleccionador checo, Karen Br¨¹ckner, apost¨® y gan¨®. Pobl¨® su equipo de atacantes, la mayor¨ªa muy buenos, y al final remont¨® el partido. Despu¨¦s, porque Poborsky est¨¢ en vena y, de tanto insistir en sus internadas por la banda derecha, no les qued¨® m¨¢s remedio a sus compa?eros que aprovechar alguno de sus centros. Tambi¨¦n, porque Nedved, aunque lejos de sus mejores tiempos, tir¨® con todo para ganar. Si bien antes los checos hab¨ªan penado la blandura de su defensa. Salvo Jankulovski, es una defensa inexperta. Un punto d¨¦bil. Sorprendida con demasiada frecuencia por los contraataques letones, excelentes por otra parte. Siempre lanzados por tres peque?ajos: Prohorenkovs, Rubins y Verpakovskis.
Poborsky sigue siendo un extremo feliz, de los que van y vienen, regatean y disparan
En el f¨²tbol, los contragolpes son como latigazos que parten a los equipos en dos. En ocasiones, al que lo lanza y al que lo recibe. Que se lo pregunten, si no, a la Rep¨²blica Checa, que envi¨® una contra justamente antes de ser matada por otra. Claro que mucha culpa la tuvo su joven delantero Baros, superado por la arrogancia. Recogi¨® la pelota en el centro del campo e inici¨® una carrera enloquecida hacia la meta letona tratando de regatear a un rival tras otro. Sin levantar la mirada. Sin querer advertir que a su lado corr¨ªa un tal Nedved, bal¨®n de oro para m¨¢s se?as y m¨¢s de 70 veces internacional. Perdi¨® el cuero, claro, y Nedved, que se hab¨ªa pegado un carrer¨®n, lo fulmin¨® con la mirada. Con raz¨®n. Acto seguido lleg¨® la epopeya letona. Un pelotazo largo, la cabalgada por la izquierda de Prohorenkovs y su centro raso que rematar¨ªa, qui¨¦n si no, Verpakovskis, el h¨¦roe nacional. Un delantero del tama?o de una pinta de cerveza que ha marcado todos los goles importantes de la historia de este pa¨ªs b¨¢ltico. Se trag¨® el centro el gigante Cech y Verpakovskis s¨®lo hubo de embocar. Es r¨¢pido, ligero y, sobre todo, inteligente en sus movimientos. Es decir, oportunista. Y s¨®lo tiene 25 a?os. El gol desat¨® la euforia entre la hinchada roja. Tambi¨¦n entre sus periodistas, que dieron golpes de alegr¨ªa sobre los escritorios.
Hay maneras y maneras de envejecer. La de Del Piero, que a los 29 a?os est¨¢ para sopitas. Y la de Poborsky, el mejor de los checos. A sus 32 a?os, sigue siendo un extremo feliz, de los que van y vienen, regatean y disparan. Eso s¨ª, sus centros de ayer, como si oyeran llover. No estaba para nadie el Dinosaurio Koller, que llegaba tarde o saltaba pronto. Nunca a tiempo. Peor si le ca¨ªa el bal¨®n a los pies.
M¨¢s dif¨ªcil de roer de lo esperado result¨® Letonia. Tiene un par de jugadores interesantes. Rubins, por ejemplo, del Yaroslav, ruso, que es un zurdito veloz que juega como si estuviera en el colegio. Tanto, que una frivolidad suya dentro del ¨¢rea, quiso tocar la pelota de tac¨®n, a punto estuvo de aprovecharla Poborski para marcar. Ten¨ªa un clon en el ataque, Prohorenkovs, la misma estatura, el mismo pelo enrojecido y la misma capacidad para generar contragolpes. Uno tras otro. De la rudeza letona s¨®lo dej¨® constancia Bleidelis cuando envi¨® desde lejos un tiro alt¨ªsimo. Sin intenci¨®n alguna. A menos que pensara en t¨¦rminos de rugby y aquello fuera un ensayo.
No puede decirse que los checos ahorraran ganas de atacar. Las puso todas. Br¨¹ckner retir¨® un defensa, Grygera, por un centrocampista, Heinz, y retras¨® a Poborsky. Y ¨¦ste precisamente levant¨® a su equipo. Sigui¨® penetrando por el extremo, ahora arrancando desde m¨¢s atr¨¢s. Y en una de ¨¦sas, despu¨¦s de librarse de tres defensores, su centro, esta vez s¨ª, lo remach¨® Baros a gol. La Rep¨²blica Checa empez¨® a ser esa locomotora atacante que hab¨ªa anunciado en la clasificaci¨®n. Nedved asumi¨® sus galones y empez¨® a parecerse a la mejor versi¨®n de s¨ª mismo: ese todoterreno con una determinaci¨®n abrumadora. Otra cosa es Rosicky, con m¨¢s clase que su jefe, sin duda, pero tambi¨¦n con menos determinaci¨®n. Respeta, eso s¨ª, la mejor tradici¨®n del 10 cl¨¢sico: es muy elegante. Sabe jugar, en definitiva, aunque todav¨ªa le falte jerarqu¨ªa. S¨®lo tiene 23 a?os.
Al final, la apuesta ofensiva del Mago Br¨¹ckner, por su pelo blanco y aparentes habilidades m¨¢gicas, surti¨® efecto. Heinz, que hab¨ªa suplido a un defensa, marc¨® de un zurdazo inapelable. Ya hab¨ªa advertido con otro trallazo, se?al inequ¨ªvoca de que es un excelente ca?onero este delantero del Banik Ostrava reconvertido en centrocampista.
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