10.000 'furiosos' en Oporto
Por momentos, el estadio Bessa, inundado de espa?oles, parec¨ªa La Maestranza
Un intenso calor recibi¨® ayer en Oporto a la hinchada espa?ola, que tom¨® la ciudad con sus c¨¢nticos festivos y ataviada de ese rojo tan intenso que luce su selecci¨®n. Eran m¨¢s de 10.000. Entre ellos, el rey de Espa?a, don Juan Carlos, as¨ª como la Ministra de Cultura, Carmen Calvo, que acompa?aron al presidente de la Rep¨²blica portuguesa, Jorge Sampaio. Son muy amigos el Rey y el dirigente luso. Comieron juntos en el barrio de Ribeira, el m¨¢s popular de Oporto, junto al r¨ªo Duero. Sampaio estuvo un rato en el estadio de Bessa, pero se march¨® poco despu¨¦s en un avi¨®n privado a Lisboa para presenciar en directo el Portugal-Rusia.
Una parte de la afici¨®n espa?ola no respet¨® el silencio en el momento de emisi¨®n del himno griego. Se puso a gritar aprovech¨¢ndose de que era mayor¨ªa para impedir que se escuchase. Lo logr¨®. Se vio c¨®mo cantaban el millar de helenos recluidos en uno de los fondos, pero apenas se les o¨ªa. En medio de las ense?as de los griegos, azules y blancas, destacaba una peque?a bandera del Athletic de Bilbao. Antes, la mayor¨ªa del estadio cant¨®, mejor dicho, tarare¨® el himno espa?ol. ?C¨®mo es la letra?, pregunt¨® un portugu¨¦s despistado. No tiene, claro.
Tres cuartas partes del recinto de Bessa eran espa?olas. Hab¨ªa pancartas que certificaban el origen de los aficionados: De Cieza, de C¨¢ceres, de Burgos, de Ribadesella...Una de ellas recordaba a Michel Salgado, que se cay¨® del torneo a ¨²ltima hora por lesi¨®n. Ya metidos en harina, los seguidores se acordaron de Valer¨®n. No necesitaron m¨¢s de un cuarto de hora para reclamar al media punta canario del Deportivo, al que la hinchada ve en estado de inspiraci¨®n.
Los gritos contra los griegos se reprodujeron despu¨¦s de que Giannakopoulus le atizara una patada a Puyol que dol¨ªa desde 30 metros de distancia. Lo mismo pas¨® poco despu¨¦s, cuando Karagounis le peg¨® otro patad¨®n a Etxeberria, que hubo de salir del campo para ser atendido. Grecia no repar¨® en gastos en el reparto de estopa. As¨ª hasta que Ra¨²l volvi¨® a parecerse a s¨ª mismo. Se sac¨® un pase magistral hacia Morientes y el gol del delantero del Madrid cay¨® justo en la grada m¨¢s poblada de seguidores hispanos, que experimentaron una euforia muy intensa. Tanto, que De Bessa parec¨ªa ayer Sevilla, y a Morientes le cay¨® un toro de trapo desde la grada para que lo devolviera, como si de La Maestranza se tratara. Tras el gol, en la carrera enloquecida de Puyol para abrazar a sus compa?eros, se?al¨® con el dedo a Ra¨²l y le grit¨®: "?Es tuyo, es tuyo!", como muestra de reconocimiento del grupo hacia su capit¨¢n, que ha sido cuestionado en los ¨²ltimos d¨ªas por su estado de forma. Necesitaba apoyo Ra¨²l y tambi¨¦n se lo ofreci¨® la hinchada: core¨® su nombre despu¨¦s de que errara en el remate de cabeza un centro de Joaqu¨ªn.
Cada vez que se acercaba a lanzar un c¨®rner, Vicente o¨ªa corear su nombre durante unos segundos. A sus 22 a?os, ya se ha convertido en un ¨ªdolo de la hinchada espa?ola, encantada con ¨¦l despu¨¦s de su formidable campa?a en el Valencia. "Vicente, Vicente, Vicente...". Y al extremo zurdo del club de Mestalla se he hinchaba el pecho cada vez que se arrimaba a ese rinc¨®n por el que tan a gusto se mueve. Era una manera de compensar su cabreo con el Valencia. Est¨¢ negociando la ampliaci¨®n de su contrato y el club no le ofrece cobrar ni entre los cinco mejor pagados.
Los ol¨¦s del p¨²blico retronaron en la segunda parte. Sobre todo por las jugadas m¨¢gicas de Puyol, protagonista inesperado de regates imposibles. Y, especialmente, de Joaqu¨ªn, que llen¨® de bicicletas el extrem¨® donde se refugiaban los seguidores griegos. Luego atron¨® una vez m¨¢s el estadio para que saliera Valer¨®n. Sali¨®. En el minuto 64. Y recibi¨® la ovaci¨®n de la tarde, se?al de que se ha convertido en el emblema de este equipo. Justo antes de que empatara Charisteas y reaparecieran los hinchas griegos, ausentes desde casi una hora antes. A¨²n as¨ª, hubo una reacci¨®n en la grada espa?ola para seguir animando hasta el final. "A por ellos", gritaron antes de entusiasmarse con la aparici¨®n de Torres, que sustituy¨® a Ra¨²l. Confiaron en que El Ni?o les dar¨ªa otra excusa para ser felices. El delantero del Atl¨¦tico de Madrid, sin embargo, no tuvo opci¨®n. Se termin¨® el partido y, entonces s¨ª, los griegos se apoderaron del recinto con sus c¨¢nticos: creyeron tener la clasificaci¨®n en el bolsillo. Para desencanto de los 10.000 espa?oles que tanto apelaron a la furia y terminaron furiosos por el resultado final.
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