Hispano-esc¨¦pticos
?Y si resultase que el CIS no iba tan descaminado? ?No podr¨ªa considerarse, como hip¨®tesis, que cuando se hizo el sondeo, entre el 19 y el 26 de mayo, casi todos los que votaron en las legislativas de marzo estaban dispuestos a volver a votar, pero que algo les hizo cambiar luego de opini¨®n? Si as¨ª fuera, eso explicar¨ªa que la distancia de casi diez puntos a favor del PSOE que daba el CIS quedara reducida el domingo a dos. Es sabido que en Espa?a una mayor¨ªa de los abstencionistas se identifica en mayor medida con posiciones de centro-izquierda que de centro-derecha (en proporci¨®n de cinco a uno, seg¨²n el estudio de Bel¨¦n Barreiros publicado en mayo en la revista Claves).
?Por qu¨¦ decidieron quedarse en casa esos votantes potenciales? Una primera raz¨®n podr¨ªa ser el propio sondeo del CIS. Para ese sector tentado por la abstenci¨®n, si el PSOE iba a ganar por goleada no val¨ªa la pena movilizarse. Pero podr¨ªa haber otro motivo. Las comunidades con tradici¨®n nacionalista, Galicia, Catalu?a y Pa¨ªs Vasco, cuentan con 11 millones de habitantes, la cuarta parte de la poblaci¨®n espa?ola. No tener en cuenta ese peso objetivo ser¨ªa suicida. Sin embargo, tambi¨¦n lo ser¨ªa no tomar en consideraci¨®n a los otros 30 millones de espa?oles u olvidar que no todos los ciudadanos de esas nacionalidades son nacionalistas. En las elecciones del pasado domingo votaron a partidos de ese signo el 13% de los gallegos, el 44% de los vascos y el 39% de los catalanes que ejercieron su derecho.
?Por qu¨¦ entonces esos partidos condicionan tanto la pol¨ªtica espa?ola? Una raz¨®n es que cuando se saben imprescindibles para completar mayor¨ªas de Gobierno tienden a extremar sus mensajes y exigencias al poder central. La Declaraci¨®n de Barcelona (firmada por CiU, PNV y BNG en 1998, poco despu¨¦s del Pacto de Lizarra) fue la expresi¨®n de su radicalizaci¨®n confederalista frente a un PP sin mayor¨ªa. Pero es posible que esa radicalizaci¨®n, percibida en otras comunidades como un abuso de posici¨®n, fuera determinante en la mayor¨ªa absoluta del PP en 2000. ?Podr¨ªa estar ocurriendo ahora algo parecido? Podr¨ªa, con la novedad de que la presi¨®n sobre el PSOE es doble: sobre Maragall en Catalu?a, y del tripartito catal¨¢n, con Maragall al frente, sobre Zapatero.
En el conjunto de Espa?a los partidos nacionalistas han sumado el 8,87% de los votos v¨¢lidos. Por su parte, los dos grandes partidos de ¨¢mbito espa?ol, PP y PSOE, que en 1989 agrupaban a dos tercios del electorado, suman ahora cerca del 85%; y el PP ha recortado tres de los cinco puntos que le sac¨® el PSOE el 14-M. Podr¨ªa interpretarse como un mensaje de desconfianza hacia lo que se percibi¨® como concesiones excesivas al nacionalismo. Decisiones como el voto favorable a la participaci¨®n de las selecciones auton¨®micas en competiciones internacionales, a unos d¨ªas del inicio de la Eurocopa, o el anuncio de que se revisar¨¢ la negativa del anterior Gobierno a aceptar matr¨ªculas de las autonom¨ªas en los autom¨®viles, han podido influir en la decantaci¨®n hacia la abstenci¨®n de ese mill¨®n largo de electores que dudaban entre votar al PSOE o quedarse en casa.
Pero la realidad casi siempre tiene dos caras. Gracias a su pol¨ªtica de presi¨®n sobre Zapatero, Maragall ha conseguido reforzar su posici¨®n en Catalu?a. Las dos formaciones nacionalistas, CiU y ERC, han pasado del 48% de las auton¨®micas de noviembre al 29% de las europeas; mientras que el PSC ha subido del 31% al 42%, aportando unos votos decisivos para que el PSOE mantenga la primera posici¨®n. El mayor retroceso ha sido el de CiU, que pierde el 64% de sus votos de las auton¨®micas. Pujol lo ha atribuido a la radicalizaci¨®n soberanista de quienes le han sucedido al frente de la coalici¨®n, en una puja con Esquerra Republicana que ha descentrado a su formaci¨®n.
Entonces, ?no ser¨¢ la v¨ªa Maragall la forma de neutralizar la radicalizaci¨®n nacionalista? Podr¨ªa serlo si no fuera porque ha sido el propio Maragall quien la ha estimulado asumiendo gran parte de programa nacionalista. Adem¨¢s, en el ¨¦xito del PSC ha influido seguramente la presencia de Borrell (un jacobino, seg¨²n los nacionalistas) al frente de la candidatura. Ello ha hecho que le voten, adem¨¢s de los seguidores de Maragall, los que se identifican m¨¢s bien con lo que representa Montilla; y tambi¨¦n quienes, con un candidato menos seguro en este terreno, tal vez habr¨ªan votado a Mayor Oreja.
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