Un espect¨¢culo simp¨¢tico
El concierto de tonadillas presentado en el Real viene precedido de un trabajo de investigaci¨®n musicol¨®gica de enjundia potenciado por la Universidad Aut¨®noma de Madrid y dirigido con fuste por Bego?a Lolo. Las fuentes de las "tonadillas silenciadas", como las denomina el rector ?ngel Gabilondo, se encuentran en los archivos de la Biblioteca Hist¨®rica Municipal de Madrid: cerca de 2.000, seg¨²n parece, de las que se han seleccionado unas cuantas que permiten un testimonio representativo de las piezas de teatro l¨ªrico que animaban los intermedios de comedias o zarzuelas en la segunda mitad del XVIII. El Centro Cultural Conde Duque y el Ayuntamiento participaron en este proceso de recuperaci¨®n, del que queda un disco ejemplar con cinco de las seis tonadillas que se han escuchado en el Real y pr¨¢cticamente con los mismos int¨¦rpretes. Hasta aqu¨ª, una operaci¨®n cultural ejemplar.
Tonadillas
Ensemble Elyma. Director: Gabriel Garrido. Con Marta Almajano, Cecilia Lavilla Berganza y Salvador Parr¨®n. Obras de Mis¨®n, Esteve, Del Moral, Rosales y De Laserna. Festival de Verano. Teatro Real, Madrid, 16 de junio.
Es natural, y deseable, que los esfuerzos musicol¨®gicos desemboquen en registros sonoros y m¨¢s a¨²n en espect¨¢culos vivos. Tal vez por ello se pens¨® que el proyecto deb¨ªa presentarse una vez rodado en la sala madrile?a de m¨¢s empaque, la del Real. Y aqu¨ª es donde empiezan los problemas. En primer lugar, por una descompensaci¨®n del sonido entre las voces y los instrumentos en la distribuci¨®n utilizada, con unos cantantes demasiado adelantados para favorecer la teatralidad y una orquesta en el borde de un tel¨®n de dudoso gusto inmediatamente despu¨¦s de los palcos de proscenio. Lo cierto es que cuando, por ejemplo, Teresa Lavilla Berganza inicia su intervenci¨®n en El maestro de baile, de Luis Mis¨®n, no se la oye pr¨¢cticamente nada, sepultada por la sonoridad de la orquesta. La cuesti¨®n de equilibrios se fue m¨¢s o menos enderezando conforme transcurr¨ªa la velada, pero sin llegar nunca al ideal deseable. Es algo que marca el concierto. Luego est¨¢ la pomposidad del lugar para este tipo de m¨²sicas pero, en fin, eso es otra historia. Lo que est¨¢ claro es que todo habr¨ªa lucido mucho m¨¢s en un espacio m¨¢s intimista.
Ritmo ¨¢gil
Dicho esto, hay que subrayar de inmediato que las m¨²sicas son hermosas, que Garrido dirigi¨® con la pasi¨®n y competencia que le caracterizan, que el ritmo del espect¨¢culo fue ¨¢gil y que los cantantes mostraron detalles de buenos artistas, desde la musa de la m¨²sica antigua espa?ola, Marta Almajano, con su peculiar sello de sensibilidad un puntito trascendente, hasta Cecilia Lavilla Berganza, imagen de su madre en la intencionalidad o colocaci¨®n de ciertas frases y en su ocasional aire goyesco, pasando por Salvador Parr¨®n, que consigui¨® con El vizca¨ªno, de Antonio Rosales, los momentos de mayor naturalidad teatral de la noche. En cualquier caso, un espect¨¢culo que pod¨ªa haber sido espl¨¦ndido, por unas u otras razones se qued¨® simplemente en simp¨¢tico.
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