Maestranza: no al cambio de director
Parece que algo se mueve en el desidioso ambiente en que los poderes p¨²blicos han tenido sumido al coliseo sevillano, que soplan nuevos aires cargados de esperanzas, y tal vez de dignidad para el que nunca debi¨® haber sido menos que los otros grandes centros de la l¨ªrica espa?ola.
Ojal¨¢ que esta tendencia liderada por la flamante ministra Carmen Calvo, desde all¨¢, pueda conseguir lo que desde aqu¨ª, como consejera de Cultura, no pudo o no quiso. Que el un¨¢nime coro de ideas pol¨ªticas que ahora se da cristalice en engrandecer al que siempre debi¨® ser otro noble basti¨®n de la l¨ªrica del pa¨ªs y orgullo para Sevilla y toda Andaluc¨ªa, no la cenicienta que ha venido siendo, desestimado por las instituciones responsables, para menosprecio de nuestro pueblo.
La se?ora Calvo, as¨ª como los otros estamentos oficiales de aqu¨ª -Junta, Diputaci¨®n y Ayuntamiento-, saben muy bien, como sabemos los aficionados, que la dignidad que nuestro Teatro ostenta hoy, y de la que nos sentimos orgullosos sus seguidores, es obra del entusiasmo, dedicaci¨®n y buen hacer de su director, Jos¨¦ Luis Castro que, junto con su profesional y eficiente equipo de colaboradores, supo resucitar y poner en activo -?y de qu¨¦ manera!- aquel cad¨¢ver de la ¨²ltima exposici¨®n universal que era el Teatro de la Maestranza, ilusionando a un p¨²blico que dormitaba en el letargo de los tiempos de inanici¨®n l¨ªrico-musical. ?l ha sabido elevar a las m¨¢s altas cotas de calidad art¨ªstica cada una de las temporadas de nuestro primer coliseo. No se puede rentabilizar mejor esos exiguos recursos econ¨®micos que se le vienen asignando.
El se?or Castro ha hecho mucho m¨¢s por el Teatro que los propios titulares del mismo. Y esto lo sabemos apreciar y agradecer muy bien todos los aficionados y no lo podemos olvidar nunca, ni lo deben olvidar tampoco las administraciones implicadas.
Lo que el Teatro de la Maestranza necesita es un buen espacio dotado t¨¦cnicamente con los mejores avances, y dinero, mucho m¨¢s dinero en cada ejercicio, para seguir haciendo (e incrementar ahora) las maravillas que Jos¨¦ Luis Castro ya lograba sin ellos, merced a su extraordinaria capacidad gestora y creativa.
A ver si con las innovaciones que se vislumbran, en lugar de poner los medios y los remedios, van a llevarse por delante al ¨²nico valor que el Maestranza posee actualmente, al buen gestor, al alma misma de la instituci¨®n; a quien sabe poner calor y color a cada una de las diez temporadas que lo lleva dirigiendo.
Porque ?de qu¨¦ servir¨ªan, de haberlos ahora, unos buenos recursos (incluso orquesta propia), si no existiera esa mano m¨¢gica y capaz de hacerlos fructificar y brillar, como lo ha demostrado el se?or Castro en todo este tiempo?
Quisiera que la cordura y la sensibilidad de quienes nos gobiernan -para ello tienen la confianza del pueblo- sepan regir el destino del Teatro de la Maestranza, al menos, como hasta ahora. Y que la posible entrada de la Sinf¨®nica en ¨¦l no sea una excusa para empeorar las cosas.
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