Figo no celebra la victoria
Tras ser relevado, se fue al vestuario y no volvi¨® al c¨¦sped, ni siquiera durante los penaltis
Astuto como pocos para ocupar el centro de la escena, Luiz Felipe Scolari, el seleccionador brasile?o de Portugal, cogi¨® una bandera de Brasil y otra de Portugal y se las puso por capote apenas supo que su equipo hab¨ªa ganado el partido. Dio una media vuelta al estadio y salud¨® al p¨²blico enfervorizado. Luego habl¨® ante los micr¨®fonos para decir, con iron¨ªa, que el efecto que hab¨ªan surtido sus cambios hab¨ªa sido casual. Las sustituciones de Figo por Postiga, de Costinha por Simao y de Miguel por Rui Costa, se hab¨ªan traducido en jugadas de gol y en goles protagonizados por los reci¨¦n entrados. "Yo las sustituciones no las trabajo", dijo Scolari; "fue suerte... Yo con suerte he ganado 16 t¨ªtulos".
El comentario y las propias sustituciones fueron un torpedo lanzado contra Figo, que al ser avisado de que deb¨ªa salir del campo comenz¨® a gesticular con un desagrado evidente. Movi¨® el brazo como despreciando la noticia que le daban, se quit¨® el brazalete de capit¨¢n y se fue a la ducha. El hombre m¨¢s emblem¨¢tico de la selecci¨®n portuguesa deb¨ªa estar tan aturdido que no quiso quedarse en el campo, ni subi¨® a abrazarse con sus compa?eros durante la tanda de penaltis. Figo, en esto, es predecible. Si por algo destaca su liderazgo es por lo que hace cuando juega. Miguel, el lateral derecho portugu¨¦s le disculp¨®: "Figo se ha quedado sufriendo en el vestuario; vio los penaltis por la tele y sufri¨® mucho por nosotros".
Mientras Miguel hablaba del juego y sus consecuencias, Scolari retomaba el asunto emocional recordando el viaje desde la concentraci¨®n, en Alcochete, hasta el estadio del Benfica, en los suburbios de Lisboa. "Esta victoria", proclam¨® el seleccionador; "se la dedico a esos barcos y a esos miles de coches que nos acompa?aron con sus banderas y sus bocinas desde Alcochete por la carretera y luego cuando cruz¨¢bamos el puente [el puente Vasco da Gama, sobre el Tajo], de camino al estadio".
Scolari hab¨ªa arengado a los suyos antes de la tanda de penalti. Su elocuencia y sus gestos alevosos contrastaban con la discreci¨®n de Eriksson, que m¨¢s que un entrenador parec¨ªa el m¨¦dico de Inglaterra. Los jugadores presenciaron el lanzamiento de penaltis abrazados. Parec¨ªan incapaces de quedarse solos y sin poder tocar a otra persona en ese momento. Hasta Eusebio, un ¨ªdolo nacional en Portugal, baj¨® al banquillo a unirse al grupo. Todos fueron incapaces de despegarse del que ten¨ªan al lado. Era una necesidad f¨ªsica generalizada y la excepci¨®n fue Figo, que prefiri¨® verlo por la tele.
"Mi coraz¨®n late como late el coraz¨®n de un portugu¨¦s", prosigui¨® Scolari; "siento lo que siente un portugu¨¦s". Ayer Scolari sinti¨® lo que este pa¨ªs que anima con discreci¨®n y comedimiento.
"Hemos tenido mala suerte y as¨ª es el f¨²tbol". En ese discurso se refugi¨® Eriksson, el seleccionador ingl¨¦s, que tild¨® el rendimiento de su equipo de "fant¨¢stico". "No se les puede reprochar nada", continu¨®, "y es muy duro perder de esta manera".
El mayor lamento del t¨¦cnico sueco estuvo dedicado al joven Rooney, cuya lesi¨®n, seg¨²n sus palabras, "es bastante seria". Tambi¨¦n Gary Neville se acrod¨® de su compa?ero, pero hizo una leftura del partido distinta a la de su entrenador: "Ha ganado el mejor, pero en los penaltis podr¨ªa haber ganado cualquiera", sentenci¨®.
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