As¨ª es la vida...
Aunque no pueda hablarse de rasgos comunes, las cuatro novelas que hoy agrupa esta secci¨®n tienen el incentivo de estar escritas con competencia literaria, e impulsadas por una misma necesidad de observar la realidad. No es un empe?o muy frecuente. Lo habitual, en las primeras obras, es conformarse con un aderezo de historieta y cr¨®nica, g¨¦nero sumiso y paniaguado que en sus diversas modalidades est¨¢ debilitando la novela, convirti¨¦ndola en recurso de informaci¨®n. Acaso conscientes de este peligro, estos nuevos autores se desplazan de esa imposici¨®n general. Y, pese a que no logran sortear del todo su influencia, consiguen adscribir sus obras en una jerarqu¨ªa que las hace dignas de encomio, si bien con diferentes grados de ponderaci¨®n.
Notas a Fritz, de Francisco Garc¨ªa Olmedo (C¨¢diz, 1938), revela a un autor tard¨ªo de considerable cultura y ambici¨®n que confronta dos periodos: la Alemania de la ascensi¨®n del nazismo y la ¨¦poca de Nixon, con la intermediaci¨®n de la memoria de un cient¨ªfico espa?ol exiliado que intenta reconstruir tanto su formaci¨®n en el declive de la Rep¨²blica de Weimar como su estancia de investigador en Estados Unidos, donde se vio envuelto indirectamente en un turbio asunto de falsificaci¨®n de resultados de laboratorios, cuya consecuencia fue su descr¨¦dito acad¨¦mico. El encuentro fortuito, ya en la ancianidad, con un antiguo compa?ero de su ¨¦poca alemana, origina en el cient¨ªfico espa?ol la necesidad de enviarle una serie de cuadernos que ha ido escribiendo para refutar aquel deshonor. Sin embargo, como ¨¦l mismo declara: "Lo que he escrito no es exactamente lo que quer¨ªa escribir. La imaginaci¨®n y la pluma se me han ido por caminos laterales que probablemente no interesen a nadie". Sin duda es as¨ª; la evocaci¨®n de ¨¦pocas pasadas prestigia la narraci¨®n, pero ¨¦sta, al no ce?irse a los hechos, termina por no definir su propio sentido, que se supone es una impugnaci¨®n al control de la investigaci¨®n en un r¨¦gimen autoritario, y la denuncia del espionaje en un sistema democr¨¢tico. El narrador, demasiado ambiguo o demasiado pudoroso, apenas hace referencia a las motivaciones que causaron su exilio -denunciado por su familia pol¨ªtica-, y este silencio se hace m¨¢s notable en la medida en que muchos aspectos quedan difuminados por las p¨¢ginas encomi¨¢sticas que dedica a su labor cient¨ªfica. Y es una pena, porque de este modo Notas a Fritz se quiebra justo en el mismo lugar donde deb¨ªa recomponerse.
Con un m¨¦todo m¨¢s directo, Fernando Mart¨ªn Pescador (Zaragoza, 1968) compone en Hamburguesas un puzle de piezas perfectamente encajables que conforman un panorama desolador de la experiencia de un profesor de espa?ol en una escuela de Oakland (California). El tema es previsible y tal vez t¨®pico -en especial por su reincidencia en el cine o la televisi¨®n-, e incluso el t¨ªtulo recoge el blas¨®n norteamericano por excelencia, pero Mart¨ªn Pescador ha aplicado una mirada de falsa neutralidad que absorbe, con una objetividad muy detallada, el r¨¦gimen desquiciante y ca¨®tico y, sobre todo, la atroz semejanza entre escuela y c¨¢rcel: "Candados y vallas por todas partes, guardias de seguridad uniformados con silbatos conectados a meg¨¢fonos, gradas de cemento en el patio donde se sientan los estudiantes a la hora del recreo". La labor del profesor deviene as¨ª en una tarea propia de funcionario de prisiones. Pero su actitud es m¨¢s bien de antrop¨®logo social. Mediante breves fragmentos, que son una suerte de instant¨¢neas, con un estilo tan sencillo como eficaz, reproduce hechos y situaciones, el interior de una organizaci¨®n donde la aspiraci¨®n m¨¢s natural de los muchachos es ser chulos o camellos. Y registra otras formas de fractura social: la adicci¨®n al gueto de asi¨¢ticos y latinos, la prostituci¨®n en los lavabos, la pedagog¨ªa de exculpaci¨®n de los estudiantes, la desorganizaci¨®n que origina gritos y peleas, pero impide -seg¨²n el sarcasmo que flota sobre estas p¨¢ginas- "planear y calcular una matanza", pues eso requiere organizaci¨®n, "eso es para ni?os blancos". Hamburguesas no es propiamente una novela. Es un c¨²mulo de materiales narrativos, recogidos a pie de obra, y estructurados para servir de gu¨ªa a la perplejidad y el miedo. Es otro g¨¦nero, a la manera de las pinturas negras de Goya: ilustraciones inmediatas y sucesivas de una realidad absurda y temible.
La poeta Mar¨ªa ?ngeles
Maeso (Soria, 1955) se ha enfrentado en su primera novela, Perro, a la calamidad ¨ªntima de una mujer, desde la conciencia de desastre social que provoca la precariedad de estar en paro. El c¨²mulo de adversidades que, en apenas dos meses, padece esta mujer -la extirpaci¨®n de un c¨¢ncer, el fracaso matrimonial, la sentencia laboral que la deja en la calle-, la conduce a un estado de aturdimiento, y la novela hurga con impasible delectaci¨®n en una crisis que no s¨®lo conlleva la p¨¦rdida de la representaci¨®n social, sino que desnaturaliza incluso la certidumbre del propio cuerpo. El cuerpo de esta mujer es una residencia vac¨ªa. Pero no se trata aqu¨ª de ventilar la condici¨®n de v¨ªctima. Mar¨ªa ?ngeles Maeso evita la tentaci¨®n melodram¨¢tica; analiza un aniquilamiento an¨ªmico, pero dota a su personaje de una voz agraviada, fuertemente hostigadora, que no se resigna a la invisibilidad, "porque a los parados no se les distingue por la calle como a los negros, a los minusv¨¢lidos, a las embarazadas, a los mendigos, a los millonarios, a los yonquis". En su tribulaci¨®n se identifica con los desechos, se familiariza con delirios de suicidio, busca una mutilaci¨®n real, un dolor objetivo, que provoque en las miradas una identificaci¨®n sobre su presente, "un presente que deb¨ªa ser insoportable y no lo es". Estar parado, viene a decir este personaje an¨®nimo, suscita un proceso de autodestrucci¨®n que est¨¢ programado en las estad¨ªsticas. No es una propuesta superflua. Y en ella radica el inter¨¦s de esta novela.
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