Soberan¨ªa limitada

Dos d¨ªas antes de lo previsto, de madrugada y en una ceremonia semiclandestina, Irak recuper¨® formalmente su soberan¨ªa de manos del hasta ayer virrey de EE UU sobre el terreno, Paul Bremer. ?ste se march¨® discretamente, mientras EE UU ped¨ªa, en un nuevo formalismo, el restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas con Bagdad, rotas desde la invasi¨®n de Kuwait por las fuerzas de Sadam Husein en 1990. La soberan¨ªa recuperada es limitada: el Gobierno provisional dispondr¨¢ de ingresos del petr¨®leo, pero bajo vigilancia; no puede derogar leyes decretadas por la anterior autoridad ni los contratos heredados con muchas empresas, en su mayor¨ªa de EE UU, y los soldados estadounidenses (y de otros pa¨ªses) all¨ª presentes se quedan "todo el tiempo que sea necesario", seg¨²n aclar¨® ayer Bush.

Formalmente todo ha cambiado; en la realidad, poco. Y sin embargo, hay que esperar que este proceso de iraquizaci¨®n tenga ¨¦xito, y abra una transici¨®n que lleve al menos a unas elecciones de las que salga un aut¨¦ntico Gobierno iraqu¨ª. No hay plan alternativo hoy por hoy,

lo que no impide que cunda el escepticismo entre los propios iraqu¨ªes e incluso, pese a las buenas palabras, entre los aliados de una Alianza Atl¨¢ntica que debe basarse en la confianza mutua, y en la que est¨¢ incluso ausente un sentido de unidad europea. Bush no ha logrado que la cumbre de la OTAN -cuya ayuda solicit¨® el Gobierno provisional de Alaui- se involucre formalmente en Irak. De momento, la Alianza se limitar¨¢ a asumir un compromiso de ayuda a la formaci¨®n de los nuevos militares iraqu¨ªes, sin precisar si esta labor se har¨¢, como pretend¨ªa EE UU, en suelo de Mesopotamia o fuera, como pretenden Francia y Alemania.

Zapatero no comprometi¨® a Espa?a en esta tarea, aunque tampoco la excluy¨® si se realiza en suelo espa?ol. Sin precisar n¨²meros ni condiciones, que se concertar¨¢n el jueves en el Congreso, acept¨® reforzar la presencia espa?ola y aliada en Afganist¨¢n, donde la falta de un mayor compromiso en medios econ¨®micos y humanos est¨¢ conduciendo al fracaso. Ser¨ªa deseable evitar que se repitiera lo mismo en Irak. Incluso desentendi¨¦ndose de lo que Zapatero denomina el "problema de origen" -la guerra ilegal e injusta-, hay una cuesti¨®n sobrevenida: donde antes hab¨ªa una dictadura ahora hay un vivero de terrorismo y de desestabilizaci¨®n local y regional.

Todos, incluida Espa?a, tienen inter¨¦s en una salida estable para Irak. Y no es f¨¢cil lograrla. El contexto en que se produjo el traspaso de soberan¨ªa ayer es reflejo de la inseguridad reinante. Se adelant¨® para frustrar a los que tuvieran la intenci¨®n de lanzar una nueva oleada de violencia alrededor de la fecha inicialmente prevista para esta devoluci¨®n. Con transferencia de soberan¨ªa o sin ella, siguen los atentados, secuestros y ejecuciones. De ah¨ª que la m¨¢xima prioridad siga siendo atajar la violencia, como ayer dej¨® patente el primer ministro, Ayad Alaui, en su toma de posesi¨®n.

Es comprensible que Zapatero rechace el env¨ªo de soldados a Irak, incluso en labores de instrucci¨®n, pues esto obligar¨ªa a enviar fuerzas adicionales para su protecci¨®n. Pero suenan a poco convincentes sus explicaciones sobre su prematura partida de Estambul antes de que termine hoy la cumbre de la OTAN. Para un Gobierno reci¨¦n llegado, que ha tomado decisiones justificadas, pero que han tensado la cuerda con EE UU, no parece la mejor diplomacia. No se trata de hacerse perdonar nada, sino de reconstruir las relaciones, no s¨®lo con este presidente Bush, que puede o no ser reelegido en noviembre, sino con la mayor potencia econ¨®mica, cultural y militar.

Poco despu¨¦s de que Zapatero pidiera a EE UU que no perdiera su "alma democr¨¢tica", el propio sistema estadounidense hizo una notable, aunque todav¨ªa insuficiente, correcci¨®n al dictaminar el Tribunal Supremo que el Ejecutivo, en la lucha contra el terrorismo, puede mantener presos y sin cargos a ciudadanos estadounidenses y extranjeros, pero que todos ellos tienen derecho a llevar su caso ante los tribunales del pa¨ªs. Se pone as¨ª fin al limbo legal en el que est¨¢n decenas de presos en EE UU y centenares de "combatientes enemigos" en Guant¨¢namo o en otros lugares. Como se?al¨® la juez O'Connor, el alto Tribunal "ha dejado claro que un estado de guerra no es un cheque en blanco para el presidente en lo que se refiere a los derechos de los ciudadanos".

Ahora, los abogados de todos estos presos podr¨¢n acudir a los tribunales y el Ejecutivo tendr¨¢, al menos, que justificar su detenci¨®n sin juicio. El soberano absoluto en el que se ha convertido el Ejecutivo encabezado por Bush con la legislaci¨®n pos-11-S tambi¨¦n encuentra limitaciones. EE UU puede y debe recuperar su alma de primer valedor de los derechos humanos en el mundo.