La comisi¨®n
Por muchas razones, es preciso tomar con precauci¨®n los sucesivos resultados que vaya produciendo el trabajo de la comisi¨®n parlamentaria encargada de analizar qu¨¦ ocurri¨® efectivamente en torno al 11-M. Mi experiencia de estudio sobre documentaci¨®n procedente de fuentes policiales indica que ¨¦stas son fiables cuando se trata de expresar una informaci¨®n apoyada en datos concretos. Lo son menos en los casos en que tratan de extraer consecuencias y de apuntar posibilidades a partir de una estimaci¨®n general. Tenemos un buen ejemplo en el informe de la Subdirecci¨®n General de la Guardia Civil, ampliamente extractado en este peri¨®dico, en el cual, ocho d¨ªas antes de iniciarse la guerra de Irak, dicho organismo alertaba acerca de la posible "comisi¨®n de actos il¨ªcitos de diversa ¨ªndole, incluso de car¨¢cter terrorista", por parte de "grupos radicales, incluidos movimientos (sic) extremistas musulmanes". Todo ello tomando como referente las manifestaciones de masas contra la guerra. Lo que en principio parece una informaci¨®n de primera importancia, es en realidad una manifestaci¨®n m¨¢s del que llamar¨ªamos discurso de Casandra que desde muy antiguo viene afectando al discurso tradicional de todas las polic¨ªas. En el franquismo tuvimos much¨ªsimas muestras de esa forma de curarse en salud, por una parte, y propiciar medidas de orden por otra: as¨ª, si unos obreros se concentraban en una huelga por el convenio, siempre la polic¨ªa avisaba que previsiblemente el orden ser¨ªa alterado y se proferir¨ªan gritos contra el r¨¦gimen. As¨ª que hay que tener cuidado y separar el trigo de la paja. Un informe transmitiendo informaciones sobre actividades concretas de grupos islamistas o posiciones expresadas por la red Al Qaeda respecto de Espa?a, merece atenci¨®n y credibilidad. Las suposiciones de car¨¢cter general han de ser puestas en tela de juicio.
Y no ser¨¢ f¨¢cil que semejante cautela sea adoptada por todos los miembros de la comisi¨®n, dado que en nuestro caso, a diferencia de lo ocurrido el 11-S en Estados Unidos, el infame acontecimiento del 11-M se ha transformado en una cuesti¨®n de partido. All¨ª se trata de conocer qu¨¦ es lo que funcion¨® mal, ante todo en cuanto a la prevenci¨®n de los atentados, y a las responsabilidades concretas susceptibles de ser descubiertas en ese proceso. El inter¨¦s nacional prevalece sobre cualquier otro objetivo. A la vista de los primeros pasos, aqu¨ª va a imperar la intenci¨®n pol¨ªtica de descubrir los respectivos fallos, de manera que para unos el comportamiento del Gobierno de Aznar sea objeto de una condena definitiva, y para otros quede al descubierto que la movilizaci¨®n "espont¨¢nea" de la jornada de reflexi¨®n fue un montaje ilegal de la izquierda. De esta orientaci¨®n no se libran otros grupos pol¨ªticos: ejemplo, alguna de la personalidades solicitadas por el PNV, sin competencia particular en el campo de los movimientos terroristas musulmanes, s¨®lo puede estar ah¨ª por ser conocidas sus posiciones sobre la responsabilidad de Aznar en el conflicto de Irak.
Claro, que la actitud adoptada desde el primer momento por el PP hace posible que aquello que en principio fue una desviaci¨®n se convierta en una necesidad. Resulta inaceptable la inexistencia de documentos relativos al funcionamiento del informal gabinete de crisis en los momentos cruciales que siguieron al atentado. Adem¨¢s, los primeros informes conocidos gracias a la comisi¨®n respaldan la ya conocida impresi¨®n general, s¨®lidamente asentada en pruebas documentales, de que el Gobierno desatendi¨® por razones de baja pol¨ªtica aquellas advertencias de los ¨®rganos de seguridad sobre la absoluta prioridad de la hip¨®tesis islamista sobre la etarra. Vale la pena confirmarlo.
No es bueno, sin embargo, que cada documento en poder de la comisi¨®n sea inmediatamente filtrado a la prensa con el fin de desacreditar al adversario. Este hecho viene, adem¨¢s, a justificar las reservas del actual Gobierno para desclasificar determinados documentos donde quedan recogidos aspectos esenciales de la labor de los servicios de inteligencia. Si al d¨ªa siguiente van a pasar al dominio p¨²blico, m¨¢s vale seguir ignorando cuestiones que fijan responsabilidades, pero que no aportan nada a lo esencial: la g¨¦nesis sociopol¨ªtica y organizativa de los atentados.
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