Un ni?o en casa
No s¨¦ si el Gobierno del PS va a acometer alguna reforma en la ley de adopciones, o si ser¨¢ exclusiva de las comunidades. Es igual: parece necesaria una apertura, y en Madrid Esperanza Aguirre tendr¨¢ esa sensibilidad, como en las otras autonom¨ªas, para evitar el plazo largo de los ni?os en las instituciones, con la consiguiente acomodaci¨®n psicol¨®gica que luego les puede pesar. La Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Andaluc¨ªa intenta ahora fomentar el "acogimiento solidario": una adopci¨®n temporal, que terminar¨¢ con el regreso a los padres, si ha lugar, o con una adopci¨®n definitiva por otras familias. No es una soluci¨®n: es una salida. Tampoco es figura nueva: s¨®lo se trata de elevar el n¨²mero de estas acogidas. Creo, por lo que s¨¦ y he visto, que la mejor salida es la de acelerar las adopciones firmes. Es lenta ahora por una burocracia basada en ideales aut¨¦nticos, pero que alargan el proceso.
Todas las leyes de menores tratan de favorecer al menor frente a cualquier medio y, como toda ley, es suspicaz, supone a priori que el adoptante podr¨ªa utilizar al ni?o: desde la leyenda de los trasplantes de ¨®rganos hasta para ponerle a pedir limosna, lo cual requiere una serie de tr¨¢mites y pruebas largas, en las que se exige la "idoneidad" de los adoptantes: algo que no hace la naturaleza. Trabajan para ello psic¨®logos, asistentes sociales, juntas, interrogadores, personas que visitan las casas. Mientras, la ansiedad del acogido en el centro aumenta: puede ir viendo desaparecer, adoptados, a sus compa?eros mientras se pregunta por qu¨¦ ¨¦l no. Si tiene alguna discapacidad, o si se encuentra horrible, va a pensar que su abandono es justificado. Por lo que s¨¦, en los centros se tiene la mejor voluntad, y los cuidadores lo hacen con esmero y afecto. Pero los pendientes de acogida est¨¢n m¨¢s relacionados con sus compa?eros, y una gran parte lleva consigo y disemina entre los dem¨¢s una larga desgracia y un comportamiento desigual ante esa desgracia. Las entradas y salidas continuas hacen que las clases no puedan tener un nivel permanente, y el sistema de premios y castigos puede da?ar al conjunto, adem¨¢s de al individuo. No s¨¦ si estos acogimientos solidarios tendr¨¢n otros problemas. En todo caso, es el sistema el que creo que ha de revisarse, y cuando todo est¨¢ en revisi¨®n en Espa?a, ser¨ªa bastante oportuno.
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