El dos por ciento
En casa de Sabino Angoitia -como en la de cualquier buen aficionado en tardes de julio-, la televisi¨®n escupe im¨¢genes de ciclistas pedaleando sin cesar. En las paredes de esta casa -como en muchas de ex corredores- cuelgan fotos de su carrera deportiva, momentos representativos de una vida dedicada al mundo de los pedales. Por los suelos de esta casa, trofeos inmensos de hojalata sirven de improvisadas mesillas para los juguetes de los cr¨ªos. En uno de ellos, en el m¨¢s alto, el que est¨¢ coronado por una especie de tridente o lo que sea el logotipo de la marca Reynolds, se agolpan un pu?ado de revistas nacionales y extranjeras repletas de marcap¨¢ginas. Mira, me lo ha enviado el de las zapatillas, me dice. Miro esas p¨¢ginas marcadas y aparece reiteradamente Mayo, Mayo, Mayo, siempre Mayo.
Atentos a la pantalla, seguimos las evoluciones de los corredores en la segunda etapa de sprint. Donde otros vemos movimientos de equipos, ¨¦l ve t¨¢cticas. Y donde otros vemos una mancha naranja en mitad del grupo, ¨¦l ve a su corredor, o reconoce a un amigo, o alimenta una esperanza. Iban Mayo. Por algo es su representante -lo de manager vamos a dejarlo para cuando salga de nuestras fronteras-.
Eso no es verdad, dir¨ªa ¨¦l, tambi¨¦n veo a David Etxebarr¨ªa o a ti sin ir m¨¢s lejos si estuvieras all¨ª, o a otros muchos. Pero sabe que eso no es cierto, sabe que en este Tour sus ojos tienen un filtro selectivo perennemente activado.
Es capaz de todo, me dice refiri¨¦ndose c¨®mo no a ¨¦l. Ese todo es un todo verdadero aunque parezca una perogrullada: lo mejor y lo peor. Y Sabino lo sabe, por eso es cauto. Por eso no alza las campanas al vuelo aunque sabe que Iban tiene capacidad para ganar un Tour, incluso dos o tres si se lo propusiese. Pero no s¨®lo de fuerzas vive el hombre, o con otras palabras, los m¨²sculos no son aut¨®nomos, necesitan de alguien que les ordene. Y Sabino esta descubriendo a trav¨¦s de Iban lo duro que puede ser tratar de ganar un Tour; los equilibrios mentales que se necesitan para que la tensi¨®n y el estr¨¦s diario no afecten al rendimiento.
Se va lanzando el sprint. Una ca¨ªda, dos corredores. No es mucho, un dos por ciento de posibilidades de que sea Iban. Disfrutamos del sprint como dos espectadores m¨¢s, y cuando gana McEwen, Sabino sigue atento a la imagen hasta que ve a Mayo cruzar la meta en mitad del pelot¨®n. Entonces Sabino respira contento mientras piensa que ya falta un d¨ªa menos para que su sue?o pueda ser realidad.
Pedro Horrillo es corredor del Quick Step
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