Viaje a lo humano
Se pinta como un lobo estepario cuyo af¨¢n es el viaje hecho "en la impunidad de la soledad". El relato de su perpetua visita a Marraquech tiene la poes¨ªa del enganchado por la medina y el zoco. Por las especias y los olores de la ciudad imperial. Pongan como banda sonora la de su ¨²ltimo disco, ?Ven ac¨¢ pac¨¢!, y agiten la coctelera de los sentidos.
?Hay que ser reincidente hasta dar con un destino?
Creo que todos los pa¨ªses tienen una barrera imaginaria que hay que atravesar. Un espejo a trav¨¦s del cual uno deja de ser turista y conquista los lugares reales, y as¨ª empieza a disfrutar. La primera vez haces turismo de base y poco m¨¢s.
As¨ª ser¨ªa hace 14 a?os, cuando viaj¨® a Marruecos.
No tanto. Fuimos cuatro personas en un coche que embarcamos en C¨¢diz. Par¨¢bamos en todos los lugares que nos llamaban la atenci¨®n. Com¨ªamos algo, habl¨¢bamos con la gente y contempl¨¢bamos cosas tan inusuales como a los ciegos paseando con lazarillos.
Seguro que no es de los que se detiene en los lugares manidos cuando viaja.
Creo que uno se desplaza tres mil kil¨®metros m¨¢s que nada para ver gente. Y en Marraquech es muy recomendable salir a caminar con la libertad que lo haces en casa un domingo por la ma?ana. Ir al zoco, comer y beber donde lo hacen los de all¨ª -con sus penas y sus glorias-, despreciar los montajes para extranjeros y oler, mirar y saborear.
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