Simplemente jazz
Jazz, simplemente jazz, pero, eso s¨ª, jazz con may¨²sculas, del grande, del m¨¢s grande. ?se ser¨ªa el sencillo resumen de la velada del jueves en el Festival de Jazz de Vitoria. Un compendio de los m¨¢s profundos y reconfortantes caminos por los que transita o puede transitar el jazz contempor¨¢neo servido por un indiscutible catedr¨¢tico de la especialidad: Branford Marsalis.
El saxofonista ofreci¨® un concierto redondo, de puro apabulle jazz¨ªstico. Comenz¨® suave, con una balada de ondulantes tonalidades latinas, y acab¨® en la cumbre del jazz m¨¢s prospectivo. De la contenci¨®n danzarina a la libertad desasosegadora sin soluci¨®n de continuidad presentando una vez m¨¢s el jazz, su jazz, el nuestro, m¨¢s como una experiencia vital antes que como un estilo musical. Una experiencia para vivir en presente pero avanzando hacia lo desconocido que, por otra parte, es la ¨²nica forma de avanzar en el mundo del jazz.
Branford Marsalis Quartet / Chano Dom¨ªnguez Tr¨ªo
Branford Marsalis Quartet: Marsalis, saxos. Joey Calderazzo, piano. Eric Ravis, contrabajo. Jeff Tain Waitts, bater¨ªa. Chano Dom¨ªnguez Tr¨ªo: Dom¨ªnguez, piano; Avisahi Cohen, contrabajo; Jeff Ballard, bater¨ªa. Polideportivo Mendizorrotza. Vitoria, 15 de julio.
Durante noventa minutos, en el escenario de Mendizorrotza se destil¨® un jazz puro. Utilizando el adjetivo, por supuesto, en sentido metaf¨®rico ya que el jazz por el solo hecho de ser jazz nunca puede ni debe ser puro y menos en el caso de Marsalis, que ha sabido beber en todas la fuentes imaginables y asimilar inteligentemente lo mejor de cada una. En el polideportivo alav¨¦s, Marsalis invoc¨® los esp¨ªritus de John Coltrane y Ornette Coleman, hizo suya toda la energ¨ªa de su legado transform¨¢ndola en un revulsivo sobre el que edific¨® una s¨®lida construcci¨®n personal.
Branford Marsalis reparti¨® su tiempo entre el saxo soprano, l¨ªrico y profundo, y el tenor, mucho m¨¢s volc¨¢nico pero sin perder el toque l¨ªrico. A su lado, tres magn¨ªficos m¨²sicos le cubr¨ªan las espaldas y le segu¨ªan los pasos all¨ª a donde fuera. En ese contexto, Marsalis pod¨ªa lanzarse al vac¨ªo sin miedo una vez tras otra. Waitts se mostr¨® explosivo en todo momento y Calderazzo aport¨® la nota de contenci¨®n que todo concierto precisa.
Desbandada
Una experiencia jazz¨ªstica que merec¨ªa ser vivida pero, curiosamente, buena parte del p¨²blico fue abandonando el polideportivo a medida que la actuaci¨®n avanzaba. En cada intermedio entre temas se produc¨ªa una peque?a desbandada con el agravante de que las luces iluminaban en ese momento al p¨²blico con grandes focos, un tic heredado sin duda del inicio del concierto, que hab¨ªa sido filmado por televisi¨®n.
Sea cual fuera la raz¨®n, lo cierto es que Marsalis concluy¨® su actuaci¨®n con bastantes clapas en un polideportivo que tampoco se hab¨ªa acabado de llenar. A pesar de ello, los que quedaron arrancaron un bis que el saxofonista utiliz¨® para cerrar el c¨ªrculo regresando al lirismo y la suavidad del inicio del concierto.
Como en Vitoria todas las veladas son dobles, la noche hab¨ªa comenzado con pasaporte hispano: el pianista Chano Dom¨ªnguez acompa?ado por dos instrumentistas internacionales de altos vuelos. Comenz¨® la velada con Cole Porter, bien sin m¨¢s, pero r¨¢pidamente el gaditano barri¨® para casa y, primero La luna y el toro e inmediatamente despu¨¦s La Tarara sirvieron para materializar su saber hacer pian¨ªstico y su delicada pero danzante sensibilidad. Con La Tarara hasta Avisahi Cohen, totalmente metido en situaci¨®n, se marc¨® un solo de contrabajo que no hubiera disgustado ni al mismo Garc¨ªa Lorca. Despu¨¦s la cosa se pase¨® en perfecto equilibrio entre Cuba, Andaluc¨ªa y los est¨¢ndares afroamericanos siempre con ese regusto que Chano ha sabido heredar del mejor cante jondo.
Chano Dom¨ªnguez refrend¨® en Vitoria su merecida fama de ser una de las grandes realidades de la m¨²sica peninsular con verdadera proyecci¨®n internacional.
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