Sin perd¨®n
Del 18 de julio ya no me librar¨¦. Cada a?o llega la fecha y, aunque recuerdo que es la misma del incendio de Roma que provocara Ner¨®n, se impone el recuerdo siniestro de la sublevaci¨®n de un militar y delincuente espa?ol que conoci¨® la impunidad. Vuelve la fecha y vuelve el recuerdo del general sangriento. Este a?o la fecha fat¨ªdica ha coincidido -sin duda casualmente- con una concentraci¨®n religiosa en la que el fil¨®sofo y te¨®logo Raimon Pannikar ha dicho que "hist¨®ricamente el islam ha sido m¨¢s tolerante que el cristianismo", pero no nos ha dicho el grado de tolerancia del islam, en el que, en cualquier caso, es cierto que, como en la vi?a del Se?or, hay de todo.
Decid¨ª cambiar las palabras de Pannikar por la lectura de Elias Canetti y no tard¨¦ en encontrar un texto, cuyo arranque, aun sabiendo que estaba escrito en 1956, me pareci¨® que se refer¨ªa a temores actuales de Occidente: "Del islam ya no me podr¨¦ librar. Hay algo en el fanatismo de esta fe que, hace a?os, se aven¨ªa con mi manera de ser. Mi liberaci¨®n y mi realizaci¨®n como ser humano es algo as¨ª como una liberaci¨®n de mi propio islam".
Segu¨ª leyendo y algunas frases me parecieron visionarias. Para Canetti, el islam es s¨®lo un dominio sobre hombres, un dominio que llega a su m¨¢ximo esplendor en las grandes ciudades, en las ciudades cosmopolitas. Y escribe: "El tono de Nietzsche tiene algo del Cor¨¢n. ?Jam¨¢s lo hubiera podido imaginar!". Esto ¨²ltimo, lejos de sorprenderme, me ratific¨® en la impresi¨®n que, a medida que le¨ªa a Canetti, iba teniendo de la verdadera religi¨®n de ese caudillo nietzschiano que entraba bajo palio cristiano cuando en realidad su Dios era otro. A favor de esta interpretaci¨®n, varios datos subjetivos: su gusto africano por la zarzuela en lugar de la ¨®pera, su afici¨®n a los collares y los velos femeninos, los muchos a?os en Melilla (donde segu¨ª su rastro fundamentalista durante mi servicio militar), y la inestimable guardia mora que, tras la victoria, lo proteg¨ªa sin demasiado esc¨¢ndalo por parte de los cristianos.
Leyendo a Canetti y sus palabras sobre los se?ores del islam, cre¨ª ver al verdadero dios franquista: "El derecho que todos los hombres tienen a ser matados. All¨ª est¨¢ Dios, como asesino, que decide y manda ejecutar la muerte de cada individuo. All¨ª est¨¢ la orden que, de un modo claro y di¨¢fano, exhibe siempre su car¨¢cter arcaico de sentencia de muerte; el reconocimiento religioso de todo poder que sea capaz de afirmarse y su afirmaci¨®n religiosa que, una y otra vez, no sirve m¨¢s que para conseguir el poder".
Mentir¨ªa si no dijera que al leer esto pens¨¦ en la lucha por el poder de Bin Laden y compa?¨ªa, pero sobre todo en el caudillo islamista del 18 de julio, ese hombre que, bajo palio y el aplauso cristiano, elev¨® la sentencia de muerte a una costumbre de su consejo de ministros. Escribo todo esto a la defensiva, como lo est¨¢n aquellos ciudadanos que, como F¨¦lix de Az¨²a, sostienen en tierra de creyentes que "uno no espera la vida eterna, ni se siente ni quiere sentirse hijo de Dios y est¨¢ persuadido de que el poder religioso no mejora a la gente". Y lo escribo persuadido de que llevo las de perder. Pero no pienso arrepentirme y decir que he escrito esto porque constato con horror que, a pesar del tiempo transcurrido, vivo todav¨ªa bajo aquel palio criminal y con la costumbre de la pena de muerte. No, escribo todo esto porque quiero ser feliz, es decir, libre. Mi propia naturaleza me aleja de las religiones y, en contra de lo que pueda pensarse, no necesito ninguna ayuda, pues si quiero seguir siendo de verdad s¨®lo puedo valerme de m¨ª mismo.
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