El Armstrong exterminador
Los Pirineos terminan con el hundimiento definitivo de Heras y Mayo y el abandono de Hamilton, Zubeldia y Menchov
?C¨®mo llega un carnicero dispuesto para la matanza al matadero? Silbando, cansado, harto, las manos en el bolsillo, los cuchillos colgando del hombro, la colilla en la boca, la mirada en el suelo o en el cielo, depende de c¨®mo le vaya la vida, c¨®mo le fue la noche, si el ni?o tiene fiebre. ?C¨®mo llega Lance Armstrong a la salida de una etapa de los Pirineos, al village armado en mitad de un prado, el sol quemando el asfalto ya a las 10 de la ma?ana?
Los ciclistas llegan en autob¨²s al punto de salida de las etapas. Autobuses enormes, desmesurados, cristales tintados, publicidad reflectante, interior cavernoso, presencia misteriosa. Los ciclistas son una presencia intuida en el interior. No se asoman, no miran por la ventanilla, todo lo que les interesa est¨¢ all¨ª dentro, en su interior tambi¨¦n. As¨ª se imagina uno a Heras, moh¨ªno, mirada triste, lac¨®nico; as¨ª se imagina uno a Mayo, toc¨¢ndose el codo, mirada huidiza, serio, sin ¨¢nimo siquiera para colocarse a Estopa en los cascos; a Ullrich, atus¨¢ndose el peinado, mirada perdida, vac¨ªa, callado; a Hamilton, gafas oscuras, mirada inescrutable, recuerdos de un perro, dolor de espalda, a Sastre, a Basso, a Mancebo... Los grandes d¨ªas de Tour, la salida de las grandes etapas, son horas de aprensi¨®n, de insomnio, de nervios, de miedo. As¨ª le gustar¨ªa a uno imaginarse tambi¨¦n a Armstrong, y uno estar¨ªa dispuesto a cre¨¦rselo si se lo contaran, si no fuera porque, rompiendo la calma matinal, antes que ninguno, antes que nadie, entra en el aparcamiento el autob¨²s, renqueante, del US Postal. Matr¨ªcula belga, conductor belga. Todo normal. Todo l¨®gico. Pero al lado del ch¨®fer, un poco detr¨¢s, sentado en el escaloncillo que da acceso al pasillo central, hay una figura. Azul oscuro, los calcetines blancos de los d¨ªas importantes. Cascos blancos colg¨¢ndole de las orejas. Movimientos de rockero bamboleando la guitarra. Es ¨¦l, es Lance, carnicero llegando al tajo, silbando, control¨¢ndolo todo desde la primera fila, saludando a los conocidos a la manera tejana, se?alando con el dedo, el brazo extendido, "hey", "I see you", una figura subiendo al escenario, los o¨ªdos atron¨¢ndole, alto volumen, la m¨²sica de los Incubus, californianos, heavy metal alternativo. El grupo m¨¢s apropiado para el d¨ªa, el d¨ªa del ¨ªncubo, del demonio, de la pesadilla, el d¨ªa de la miseria. El d¨ªa de la masacre por los Pirineos menos conocidos, por el corto y ¨¢spero Agn¨¦s, por el suave Latrape, por el Plateau de Beille que inmortaliz¨® Pantani y que Armstrong, Lance el exterminador, ha convertido en su segura guarida. La segunda piedra del sexto. El desastre de los aspirantes. La confirmaci¨®n de Basso, el ¨²nico, otra vez, que le aguant¨®. La sufrida lucha de Paco Mancebo por un puesto en el podio.
Tour 2004 13? Etapa
Lannemezan-Plateau, 205 kil¨®metros
GENERAL
1. Thomas Voeckler (BLB) 58h 0.27s
2. Lance Armstrong (US Postal) a 0.22s
3. Ivan Basso (CSC) a 1m 39s
5. F. Mancebo (Illes Balears) a 3m 28s
ETAPA
1. Lance Armstrong (US Postal) 6h 4m 38s
2. Ivan Basso (CSC) m. t.
3. Georg Totschning (GST) a 1m 5s
5. F.Mancebo (Illes Balears) a 1m 27s
ETAPA DE HOY
Carcassonne-Nimes, de 192 Km
"No soy el patr¨®n del Tour", grita Armstrong alto y fuerte. "S¨®lo soy el patr¨®n de mi equipo, o eso espero". El miedo. Eusebio Unzue, al volante del coche del Baleares, cuenta y vuelve a contar. Necesita las dos manos. Los dedos de una no le llegan. Siete azules, siete US Postals, tiran en cabeza, abrasan a la concurrencia en el col de Agn¨¦s, ritmo asfixiante, castigo incesante. A Armstrong le quedan seis gregarios cuando por detr¨¢s s¨®lo ha habido desastres en el calor. Hamilton, la espalda deshecha, contracturada, ha abandonado, Zubeldia y Menchov, rodilla inflamada, dolor insoportable, tambi¨¦n. Heras se ha ca¨ªdo y rueda retrasado, dolorido. Mayo ha amagado una espantada a lo Rafael el Gallo, pero no le han dejado bajarse de la bicicleta y marcha m¨¢s atr¨¢s a¨²n, con el autob¨²s. Ullrich resopla. Un pelot¨®n diezmado y un US Postal al completo. Unzue necesita hacer algo, soltar unas avispillas, como dir¨ªa Arroyo, a ver qu¨¦ pasa. "Mu¨¦vete, Paco, si puedes, o seg¨²n lo veas", le dice a Mancebo. Gustoso el de Navaluenga acelera y se marcha. Desilusi¨®n. Nadie le sigue, nadie se siente con ¨¢nimos. Mancebo levanta el pie. El tren azul le adelanta sin inmutarse.
En el valle, en los 20 kil¨®metros entre el pen¨²ltimo puerto y la subida final, el castigo no decae. Los supervivientes ruedan enfilados contra el viento. Una de llano para los escaladores. Llegan sin resuello al comienzo del Plateau. Una obra maestra de 45 minutos y 32 segundos a 21,3 kil¨®metros de media durante 16 kil¨®metros al 7,8%. Trabajo para Rubiera. Chechu, Azevedo y con el l¨¢tigo Armstrong. En un visto y no visto, en 12 minutos, el grupo se queda en 11. Cuando Rubiera se aparta Ullrich ya ha pasado del resoplido al jadeo. En dos minutos, los dos aterradores minutos de Azevedo, el portugu¨¦s de clara tez, el ¨²ltimo hombre de Armstrong, al frente, el grupo se queda en tres. Totschnig, un austriaco de piedra, Kl?den y Mancebo, son los ¨²ltimos resistentes. Con Azevedo y Armstrong s¨®lo aguanta Basso, el heredero. Con Armstrong, su molinillo, el ¨ªncubo, s¨®lo aguanta Basso, el rostro limpio, el pedaleo armonioso, la figura compuesta. Sin necesidad de hablar -hablan para asegurarse de que est¨¢n de acuerdo- se relevan; sin necesidad de que le digan nada, Basso tira de Armstrong en los ¨²ltimos metros, para que le pase al final. Hoy por ti ma?ana por m¨ª.
Armstrong y los vascos
Seg¨²n informa la agencia Reuters, Armstrong declar¨® que, en la fase final de la etapa, atraves¨® junto con Basso por una situaci¨®n dif¨ªcil por la masiva presencia de aficionados vascos "muy ruidosos y agresivos, aunque no todos malos". Y a?adi¨®: "Comprend¨ª que esperaban grandes cosas de Mayo. Nos miramos [Basso y ¨¦l ]y dije: 't¨ªo, es incre¨ªble que hayamos podido pasar sin que nos mataran'. Tuvimos suerte de poder pasar por all¨ª".
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