Apoteosis flamenca
Un polideportivo abarrotado y puesto en pie aclamando a un Paco de Luc¨ªa plet¨®rico. Un fin de fiesta previsible pero no por ello menos reconfortante. El flamenco, escrito con grandes letras de oro, hab¨ªa triunfado a lo grande en el Festival de Jazz de Vitoria y, para ser fieles al nombre del certamen, dos inmensos int¨¦rpretes afroamericanos se hab¨ªan a?adido a la fiesta con una osad¨ªa y un respeto dignos de recuerdo.
Sobre el escenario el maestro de Algeciras, los integrantes de su grupo, el pianista Chano Dom¨ªnguez, el trompetista Terell Stafford y el trombonista Wycliffe Gordon se abrazaban exteriorizando notables signos de satisfacci¨®n y alegr¨ªa. Una alegr¨ªa compartida por las m¨¢s de cuatro mil personas que les vitoreaban sudorosas y excitadas.
La jornada de clausura hab¨ªa comenzado ya en lo m¨¢s alto con la actuaci¨®n del pianista Bojan Z. en el teatro Principal. Un toque pian¨ªstico sobrio y punzante que se compens¨® a la perfecci¨®n con el saxo expansivo de Julien Lourau, invitado sorpresa de un concierto soberbio.
El segundo cap¨ªtulo, ya en Mendizorrotza, corri¨® a cargo de un grupo de profesores de la Juilliard School neoyorquina que hab¨ªan estado impartiendo clases a lo largo del festival. El concierto era el colof¨®n l¨®gico a un seminario que parec¨ªa haber contentado a todo el mundo. Sobre el escenario el grupo mostr¨® una solidez f¨¦rrea y un buen hacer individual pero falt¨® una idea motriz que evitara la dispersi¨®n. El exceso de solos lastr¨® un concierto agradable en el que despunt¨® repetidamente el trombonista Wycliffe Gordon con el br¨ªo que se ha convertido en su marca de f¨¢brica.
Tras un entreacto asfixiante por el calor y las aglomeraciones para conseguir un bocadillo o una cerveza, Paco de Luc¨ªa irrumpi¨® en solitario sobre el escenario y Mendizorrotza se vino abajo. El toque transparente y conmovedor de su guitarra actu¨®, una vez m¨¢s, como un sortilegio m¨¢gico hipnotizando a todos los presentes. La tensi¨®n emotiva se pod¨ªa cortar con un cuchillo.
Tras ese solo seductor los miembros de la banda fueron ocupando su lugar. Destacaron la voz de Duquende, plet¨®rico, y la arm¨®nica de Antonio Serrano. La nueva banda de Paco de Luc¨ªa ha ido ganando en solidez durante las ¨²ltimas semanas. No cruje ning¨²n engranaje y el grupo suena ahora con una fuerza imponente.
La tensi¨®n fue aumentando de forma exponencial y con ella la temperatura ambiente. Cuando ya Mendizorrotza parec¨ªa una olla a presi¨®n a punto de explotar, Paco de Luc¨ªa invit¨® al pianista Chano Dom¨ªnguez. Era la primera vez que coincid¨ªan sobre la tarima. El encuentro fue emotivo: el piano del gaditano se col¨® entre el poderoso entramado del guitarrista aportando una sonoridad fresca y danzarina. Era la conclusi¨®n casi l¨®gica a una t¨®rrida jornada, pero el p¨²blico quer¨ªa m¨¢s y lo exig¨ªa sonoramente.
Paco, Chano y el resto del grupo regresaron para un bis y ah¨ª fue cuando los dos profesores de la Juilliard, que no se hab¨ªan perdido ni una nota desde el fondo del escenario, contagiados por la magia del ambiente, se armaron de valor y, pidiendo permiso respetuosamente, saltaron al ruedo. Wycliffe Gordon y Terrell Stafford no s¨®lo no desentonaron, sino que demostraron su ductilidad y astucia con solos punzantes coronados con apote¨®sicas ovaciones y alg¨²n grito de ?torero, torero!
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