Un justiciero en la fuga
Armstrong se fue a perseguir a su enemigo Simeoni y s¨®lo desisti¨® a petici¨®n de los acompa?antes
Juan Antonio Flecha vio un torpedo amarillo llegando desde atr¨¢s y repas¨® mentalmente los colores de los maillots de todos los equipos. "No es posible. Tiene que ser ¨¦l", se dijo Flecha. Y, efectivamente, era ¨¦l. Una fuga en el kil¨®metro 32 de la etapa, inocua para la clasificaci¨®n general, con media docena de corredores, entre ellos el franc¨¦s S¨¨bastien Joly, pen¨²ltimo a casi tres horas y media de retraso, provoc¨® la intervenci¨®n personal del gran jefe. El pelot¨®n se crey¨® v¨ªctima de alucinaciones hasta que repar¨® en la identidad de uno de los fugados, un modesto ciclista italiano llamado Filippo Simeoni que hace tiempo present¨® una querella judicial contra Lance Armstrong tras una pol¨¦mica a prop¨®sito del dopaje.
La historia es bien conocida en el pelot¨®n. Pippo Simeoni acus¨® al m¨¦dico italiano Michele Ferrari, apodado El Mito por sus m¨¢gicos cuidados a muchos ciclistas, de estar implicado en pr¨¢cticas de dopaje. Armstrong, que tiene a Ferrari entre sus consejeros ¨¢ulicos, debi¨® de sentirse aludido y llam¨® mentiroso a Simeoni en un programa de televisi¨®n. Desairado, el corredor italiano present¨® una querella contra el estadounidense.
Antes del Tour, Simeoni confesaba: "Mi objetivo es meterme en alguna fuga... si Armstrong lo consiente". En la novena etapa, cuando Simeoni se escap¨® con el espa?ol Landaluze, el estadounidense estaba con la cabeza en otras cosas y no hizo el menor movimiento. Pero ayer, con el Tour sentenciado, el tejano exhibi¨® su esp¨ªritu justiciero. Cuando vio que Simeoni saltaba del pelot¨®n para unirse a una fuga de seis ciclistas, entre ellos los espa?oles Flecha, Mercado y Txente Garc¨ªa Acosta, se march¨® furioso a por ¨¦l. "A ¨¦ste no le dejo marchar", le coment¨® a sus compa?eros de equipo. Flecha los vio llegar por detr¨¢s pregunt¨¢ndose si el Tour hab¨ªa cambiado la norma que impide a los equipos vestir de amarillo, el color del l¨ªder. "?Hostia, pero qu¨¦ hace ¨¦ste aqu¨ª!", exclam¨® Txente.
Armstrong particip¨® en los relevos al frente del grupo con tanta fuerza que "casi pone a todos a rueda", coment¨® Mercado. "Al verlo as¨ª, yo estuve a punto de desistir", admiti¨® el que luego resultar¨ªa vencedor de la etapa. Con tan formidable incorporaci¨®n, los fugados aumentaron muy pronto su ventaja de 45 segundos a m¨¢s de dos minutos. Simeoni, intimidado, se puso en la cola del grupo y fue el ¨²nico que no entr¨® a los relevos. Todos empezaron a comprender lo que estaba sucediendo. Por si no estaba claro, el propio Simeoni se lo record¨®: "?Pero ad¨®nde quer¨¦is ir? ?No veis que os llev¨¢is a ¨¦ste con vosotros?". Flecha hasta se permiti¨® bromear con Armstrong. "Ten cuidado con las flechas", le espet¨® entre las sonrisas del l¨ªder.
Entonces empezaron las negociaciones. Txente habl¨® con el jefe. Aunque el corredor navarro del Illes Balears no quiso comentar la conversaci¨®n, otros ciclistas sostienen que trat¨® de convencerle de que les dejase continuar en paz. All¨ª se estaba jugando la gloria de los modestos, de los que no tienen m¨¢s aspiraci¨®n que ganar alguna etapa, y resulta de mal gusto que el l¨ªder se entrometa en esa clase de disputas. Otros hablaron tambi¨¦n con Simeoni para hacerle ver que mientras ¨¦l continuase en el grupo, Armstrong no ceder¨ªa. El italiano, de la misma estirpe que el resto de los fugados, decidi¨® entonces parar. Y la furia justiciera del tejano se aplac¨®. La disparatada aventura hab¨ªa durado 14 kil¨®metros.
Lo que no concluy¨® fue el suplicio de Simeoni, quien entr¨® en la meta llorando tras recibir en la cola del pelot¨®n los insultos de otros ciclistas, como sus compatriotas Danielle Nardello y Matteo Tosatto. "Armstrong ha demostrado qu¨¦ clase de persona es", afirm¨® tras la etapa Simeoni. "Yo s¨®lo buscaba un peque?o d¨ªa de gloria y he sido v¨ªctima de una gran injusticia". Pero la actitud de los ciclistas tampoco fue un¨¢nime. Al pasar con sus coches, los responsables de algunos equipos fueron saludados con improperios de varios corredores a Armstrong.
Su director, Johan Bruyneel, defendi¨® la tesis de que Armstrong no hab¨ªa actuado por venganza sino por el simple impulso de seguir la rueda de Simeoni. Esfuerzo bald¨ªo el suyo, porque el amo de la carrera no ocult¨® sus intenciones: "Lo hice para defender el ciclismo. Gente como Simeoni es perjudicial para el deporte".
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