Luna
Hace a?os, cuando todav¨ªa no exist¨ªan las listas de ¨¦xitos, toda Espa?a cantaba esta copla: "Al sol le llaman Lorenzo / y a la luna, Catalina. / Cuando Lorenzo se acuesta, / se levanta Catalina". Se?oras y se?ores, mucho ojo con Catalina cuando sale de la cama con los rulos puestos y los cuernos ostentosos. Los ba?os de luna que estas noches nos damos los madrile?os no son tan inocuos como pregonan los noct¨¢mbulos empedernidos. Es cierto que el sol est¨¢ inaguantable y que no hay dios que lo soporte, excepci¨®n hecha de la hora de la siesta, pero la luna enfanga a los seres humanos en la licantrop¨ªa, en org¨ªas de sangre y lujuria montaraz.
Si en verano hay m¨¢s homicidios, no es debido al sol, sino a la luna, que goza de desmesurado prestigio en la l¨ªrica. Selene es una diosa golfa, enigm¨¢tica y traicionera, aunque fascine a los poetas.
Un dicho popular afirma sin rubor: "Del superior y del sol, cuanto m¨¢s lejos mejor". Pero otro adagio replica con valent¨ªa: "De la luna y de la tuna, ni una". De todo lo cual se colige que uno no sabe ya d¨®nde esconderse del sofoco, las lunaciones y los tunantes (de Cascorro a Chamber¨ª).
Estar cara al sol es un desatino, a no ser que lleves la camisa nueva. Estar en la luna puede que resulte agradable en ocasiones, pero es un desprop¨®sito. Cuando estamos en la luna, con la can¨ªcula a tope, es cuando suelen aprovechar las autoridades para met¨¦rnoslas dobladas. Es mejor estar en Babia o en Las Batuecas, lugares visibles en cualquier mapa.
F¨ªjense ustedes si ser¨¢ peligrosa la tal Catalina que en la madrile?a calle de la Luna lo m¨¢s importante es una comisar¨ªa. Hace a?os se escuch¨® all¨ª esta declaraci¨®n de dos choricillos:
-Yo me llamo Bartolo, pero me gusta que me llamen Bartolom¨¦. ?Y usted?
-Yo me llamo Paco y me gusta que me llamen Pacom¨¦.
La luna est¨¢ aliada con la melancol¨ªa y los delirios. Ojo con ella.
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