Romero
Desde mi ventana la mata de romero, plantada hace ocho a?os, se ve este verano m¨¢s verde y m¨¢s lozana que nunca, mientras a su alrededor los acantos, ayer erguidos y desafiantes, ya desfallecen ante la brutal arremetida de la can¨ªcula. El romero, como se sabe, prolifera -o proliferaba- en las coplas andaluzas. Y ello con un doble simbolismo. Por un lado sus delicadas flores azules emblematizan -por azules y no otra raz¨®n- los celos, tradici¨®n que recoge G¨®ngora en una de sus letrillas m¨¢s conocidas: "Las flores del romero,/ ni?a Isabel,/ hoy son flores azules,/ ma?ana ser¨¢n miel./ Celosa est¨¢s, la ni?a,/ celosa est¨¢s de aquel/ dichoso pues le buscas...". Por otro lado, la planta, representada sobre todo por el fuerte olor de sus hojas -Francisco Rodr¨ªguez Mar¨ªn se expresa al respecto con rotundez- "es para el pueblo s¨ªmbolo del olvido". Del olvido -o del intento de olvido- del que fue amor apasionado y, muchas veces, el inicial. El recopilador de los Cantos populares espa?oles lo demuestra con la aportaci¨®n de tres coplas impresionantes: "Si quieres que yo te quiera/ sah¨²mate con romero, / que se te quite el olor/ de los amores primeros"; "Aunque bayas y te ba?es/ en el agua der romero,/ no se te quita la mancha/ de los amores primeros"; "Un asipr¨¦s y un romero/ quieren desir, due?o m¨ªo,/ el asipr¨¦s, que te yoro,/ y er romero, que t'orbido". Esta atribuci¨®n del olvido explica la presencia del romero en otra copla publicada por Rodr¨ªguez Mar¨ªn y luego retomada por Lorca en su conferencia sobre el cante jondo: "Todas las ma?anas voy/ a preguntarle al romero/ si el mal de amor tiene cura/ porque yo me estoy muriendo". Al formular tal pregunta al romero, la v¨ªctima sabe de antemano cu¨¢l ser¨¢ la respuesta: para el mal de amor la ¨²nica cura es el olvido... o la muerte.
Sorprende descubrir que la palabra "romero" procede del lat¨ªn ros marinus, "roc¨ªo del mar", hermosa si enigm¨¢tica met¨¢fora que, seg¨²n el ¨²nico diccionario etimol¨®gico que tengo a mano en este momento, procede "de una imaginada vinculaci¨®n con la espuma salobre". O sea de una creencia seg¨²n la cual la planta depend¨ªa de alguna manera de la proximidad de las olas. No todos los que opinan sobre tal derivaci¨®n en Internet -donde hay numerosas p¨¢ginas dedicadas al romero- est¨¢n de acuerdo con esta procedencia, y algunos apuntan que la planta, si bien se cr¨ªa cerca de las olas mediterr¨¢neas, tampoco es exclusiva, ni mucho menos, del litoral. Es decir, que acaso la palabra tenga otro origen, pese a lo que cre¨ªan los autores romanos. Sea cual sea la verdad del asunto el nombre de la planta es tan sugestivo como larga la lista de sus reputadas virtudes medicinales y gastron¨®micas.
Parece ser, por lo que toca a los placeres de la mesa, que Rosmarinus officinalis gusta sobre todo a franceses e italianos, para quienes ser¨ªa impensable no sazonar a veces su cordero con algunas ramitas frescas de esta hierba tan arom¨¢tica. No le profesan tama?o afecto griegos y espa?oles, aunque me consta que, en las barbacoas andaluzas, las chuletas alcanzan su punto de perfecci¨®n cuando, en el momento justo, un entendido echa un manojo sobre las brasas.
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