La revoluci¨®n de las m¨¢quinas
"?T¨² no eres m¨¢s que una vulgar imitaci¨®n!", le dice a una m¨¢quina con supuestos sentimientos el detective Spooner, interpretado por Will Smith. El polic¨ªa, ante la posibilidad de que el descendiente m¨¢s evolucionado de la revoluci¨®n industrial pueda poseer emociones, lo pone a prueba: "?Puede un robot escribir una sinfon¨ªa? ?Puede convertir un lienzo en blanco en una obra maestra?". Al robot le viene a la ?mente? la m¨¢s tajante de las respuestas: "?Puedes t¨²?".
Ambientada en el a?o 2035, Yo, robot, pel¨ªcula dirigida por Alex Proyas, se pregunta una vez m¨¢s por cuestiones como las anteriores, que ya aparec¨ªan en algunos de los mejores filmes de ciencia-ficci¨®n de la historia. Como el Hal 9000 de 2001: una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) o los replicantes perseguidos por blade runners en la pel¨ªcula de Ridley Scott, el Sonny de Yo, robot es algo m¨¢s que un conjunto de cables y programas inform¨¢ticos. El discurso del hombre contra la m¨¢quina, y viceversa, es tan antiguo como la revoluci¨®n industrial, y Proyas, inspir¨¢ndose en los relatos de Isaac Asimov, ha enmarcado su historia en un espacio marcado por la casi total ausencia de delitos. Estamos en un mundo en el que el poder, m¨¢s que en manos del presidente del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la Tierra (Estados Unidos, por supuesto), est¨¢ en manos de la empresa que m¨¢s ha invertido en su campa?a electoral, la misma que surte de robots a todas las familias del mundo.
YO, ROBOT
Direcci¨®n: Alex Proyas. Int¨¦rpretes: Will Smith, Bridget Moynahan, James Cromwell, Bruce Greenwood. G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. EE UU, 2004. Duraci¨®n: 120 minutos.
Por una vez, los magn¨ªficos efectos especiales sirven para apoyar una historia que quiz¨¢ en otro tiempo fuera imposible filmar de forma cre¨ªble. Proyas, autor de la esteticista El cuervo (1994) y de la interesante f¨¢bula futurista Dark City (1998), ha construido una entretenida intriga de ciencia-ficci¨®n con una madura base que s¨®lo se le va de las manos en la parte final, cuando las concesiones a la galer¨ªa del espect¨¢culo mal entendido, la cabezoner¨ªa de la acci¨®n por la acci¨®n, por demostrar lo cachas que est¨¢ Will Smith, le obligan a una absurda secuencia a c¨¢mara lenta. Es entonces cuando, contradiciendo todo lo anterior, en el momento cumbre, la pel¨ªcula se resuelve m¨¢s por la masa muscular que por la masa encef¨¢lica.
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