Pepinos con sal en las calles de Estambul
Y a han pasado 12 a?os desde que la actriz catalana se sumergiera en la sensualidad de Estambul para encarnar a la esclava de La Sultana, de Cervantes. Un papel alejado del que representa en Aqu¨ª no hay quien pague, de Dar¨ªo Fo. De gira por Espa?a.
Pens¨®: nada mejor que preparar un personaje en su contexto. Y viaj¨® a Estambul.
S¨ª, porque yo era la esclava cristiana prisionera en el palacio de Top-Kapi, y ¨¦sa fue mi primera visita cuando me recuper¨¦ de la impresi¨®n de ver esa ciudad envuelta por la bruma del B¨®sforo, con ese color naranja que pinta el sol al atardecer.
Andar¨ªa por el palacio como Pedro por su casa.
Tuve la suerte de que el consulado espa?ol me procurara un gu¨ªa que me adentr¨® por las estancias que no visitan los turistas. Las de las esclavas no eran bonitas. Pero s¨ª me impresion¨® la belleza de los lugares donde se reun¨ªan el sult¨¢n y la corte: esos mosaicos impresionantes y las fuentes, que produc¨ªan juegos visuales y sonidos.
Sonidos con una funci¨®n, ?no?
S¨ª, y no s¨®lo placentera. En la sala de las murmuraciones, el ruido del agua imped¨ªa que se escucharan las confidencias que le brindaban al sult¨¢n los chivatos de corte.
?Se perdi¨® en el Gran Bazar?
Desde luego. Fui a por una alfombra y me intentaron comprar con camellos, lo t¨ªpico. Lo mejor fue que el vendedor de turno me solt¨® un refr¨¢n en catal¨¢n lleno de jotas.
?A qu¨¦ huele Estambul?
Por ejemplo, a basura. Pero no es un olor desagradable, de verdad. En los barrios humildes, la gente la tira en medio de las calles y luego pasa un basurero que la recoge. Y, en el extremo opuesto, un perfume hecho con ung¨¹entos y esencias naturales que compr¨¦ a un artesano de la calle.
?Y a qu¨¦ sabe la ciudad?
A pepino fresco pelado a machetazos y abierto, que luego aderezan con sal. Se come en la calle y est¨¢ delicioso. Tambi¨¦n sabe a las especias de su riqu¨ªsima cocina.
Doy por hecho que se dej¨® tentar con un ba?o turco.
Desde luego. Hice el recorrido obligado, que inclu¨ªa las grandes mezquitas. Me quedo con la Mezquita Azul, por cierto, y con esos tonos a?il y turquesa que he incorporado a la decoraci¨®n de mi casa.
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