La Diada de Maragall
El presidente catal¨¢n prepara a marchas forzadas un acto unitario y solemne para el Onze de Setembre
La primera Diada del Gobierno catal¨¢n de izquierdas ser¨¢ m¨¢s solemne que nunca. Tribuna de autoridades, m¨¢stil para izar la bandera, el presidente de la Generalitat pasando revista a un contingente de mossos d'esquadra ataviados con trajes de gala que se est¨¢n confeccionando a toda prisa y m¨²sica en vivo interpretada por corales y cantautores de renombre. ?Un subid¨®n nacionalista del Gobierno tripartito? No parece que ¨¦sta sea la causa: el Partido Popular (PP) aguarda expectante; los nacionalistas, incluidos en Esquerra Republicana (ERC), fruncen el ce?o ante esta iniciativa, dirigida por los m¨¢s cercanos colaboradores del presidente de la Generalitat.
Maragall lleva a?os afirmando que hay que cambiar el formato tradicional de la Diada. El a?o pasado, a las puertas de las elecciones auton¨®micas, el entonces l¨ªder de la oposici¨®n dio otra muestra de su heterodoxia y parti¨® de viaje a Chile coincidiendo con la Diada. En lugar de mantenerse fiel a la tradici¨®n y llevar flores a la estatua de Rafael Casanova, el conseller en cap de Barcelona que en 1714 dirigi¨® la resistencia de la ciudad frente a Felipe V, Maragall se fue a conmemorar el otro 11 de septiembre, el del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el socialista Salvador Allende, elegido en las urnas.
La Generalitat ha tenido que encargar 18 trajes de gala para los 'mossos'
Era la primera vez que la fecha se conmemoraba oficialmente en Chile en recuerdo a Allende, y Maragall quiso estar junto a sus amigos socialistas, sin importarle que el gesto levantara ampollas en el nacionalismo catal¨¢n. Desde Chile, el entonces jefe de la oposici¨®n socialista insisti¨® una vez m¨¢s: hay que cambiar el formato de la Diada, dijo. Ahora ya es presidente y sus colaboradores trabajan a contrarreloj para cambiarla.
El acto que incomoda a Maragall es la tradicional ofrenda al monumento a Casanova, en el centro de Barcelona. No es que el presidente de la Generalitat abandere tesis revisionistas sobre este icono del catalanismo, del que las rese?as soslayan a menudos que no falleci¨® en combate en el c¨¦lebre 11 de septiembre, sino 29 a?os despu¨¦s en su casa familiar. El problema, a su juicio, es otro: que n¨²cleos minoritarios del nacionalismo m¨¢s intransigente se han apoderado en cierta forma del acto al repartir aplausos o pitos a los pol¨ªticos en funci¨®n de su particular prisma de catalanidad. Y lo que es peor: no s¨®lo pitos; tambi¨¦n amenazas.
Por el monumento a Casanova suelen desfilar, uno tras otro, los partidos e instituciones de Catalu?a y todos deben someterse al grupo de personas que desde primer¨ªsima hora de la ma?ana se adue?an de la calle. El ritual se repite a?o tras a?o: aplausos u ovaciones para los nacionalistas y pitos, gritos y amenazas para los no nacionalistas.
Los dirigentes del Partit dels Socialistes (PSC) suelen escuchar alg¨²n pito, pero la palma se la lleva invariablemente para el Partido Popular, cuyos dirigentes en ocasiones han sido incluso obsequiados con huevos.
Lo que hizo encender las luces de alarma de Maragall ocurri¨® no obstante en 2000. Entre el ensordecedor griter¨ªo se escuchaban cantos de "PP, pim, pam, pum" y otros esl¨®ganes amenazadores, importados de la kale borroka entonces tan en boga en Euskadi. Diez d¨ªas despu¨¦s, ETA reaparec¨ªa en Catalu?a asesinando a Jos¨¦ Luis Ruiz Casado, concejal del PP en Sant Adri¨¤ del Bes¨°s (Barcelona).
Desde entonces, el presidente del PSC y ahora tambi¨¦n de la Generalitat no ha dejado de insistir en que la Diada merec¨ªa otro formato, aunque nadie ha atendido demasiado a sus razones. Primero lanz¨® la idea de la ofrenda floral unitaria, recuperando el esp¨ªritu de la transici¨®n, en que todos los partidos e instituciones acud¨ªan de la mano a depositar flores a Casanova y a festejar juntos la recuperaci¨®n de las libertades tras el t¨²nel franquista.
La idea no tuvo el eco esperado y Maragall lanz¨® otra propuesta: atenuar la vertiente m¨¢s reivindicativa de la fiesta y aprovechar la "tr¨¢gica coincidencia" del 11 de septiembre catal¨¢n con el chileno y estadounidense para abrir Catalu?a al mundo y darla a conocer.
Pero tampoco en esta ocasi¨®n se recogi¨® el guante. Al contrario: Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) y Esquerra Republicana (ERC) defendieron mantener tal cual la ofrenda floral y la federaci¨®n dirigida por Artur Mas y Jordi Pujol incluso ha vinculado el empe?o de Maragall con el supuesto proceso de desnacionalizaci¨®n que amenaza a Catalu?a como consecuencia de la acci¨®n del Gobierno de izquierdas.
En lugar de claudicar, Maragall dio un nuevo paso, ya como presidente de la Generalitat: involucr¨® a todos los grupos parlamentarios y al presidente del Parlamento auton¨®mico, el republicano Ernest Benach, a un nuevo acto unitario para celebrar la Diada en el parque de la Ciutadella, frente al Parlament, con toda la grandeza posible: invitando a la sociedad civil, canto coral, izada de bandera e incluso pr¨®logo marcial, con una parada de los Mossos d'Esquadra. Alg¨²n colaborador del presidente catal¨¢n incluso propuso que los mossos desfilaran, algo imposible al tratarse de un cuerpo civil.
Presidencia prepara ahora a toda prisa el nuevo formato. La disponibilidad de trajes de gala para los mossos no estaba a la altura de un d¨ªa con tanta actividad e Interior se ha visto obligado a encargar con urgencia 18 trajes de gala, que no estar¨¢n confeccionados hasta la primera semana de septiembre. Y los ensayos escenogr¨¢ficos para el nuevo acto no se realizar¨¢n hasta la misma ma?ana del d¨ªa 11, mientras que el programa completo va sufriendo continuas mutaciones.
En principio, est¨¢ prevista la actuaci¨®n de la Coral Sant Jordi, la Polif¨°nica de Puig-reig, el Orfe¨® Catal¨¤ y los cantautores Llu¨ªs Llach, Joan Manuel Serrat, la soprano Barbara Hendricks, y quiz¨¢ Maria del Mar Bonet. La diversidad musical e incluso ling¨¹¨ªstica pretende poner en primer t¨¦rmino el patriotismo civil, nacido de la diversidad y alejado de las esencias.
El programa, sin embargo, sigue abierto y quedan a¨²n muchos flecos por cerrar. En Presidencia hay un cierto nerviosismo ante el estreno de este nuevo acto de la Diada y se han dado instrucciones tajantes a todos los miembros del Gobierno para que guarden silencio y eviten que el goteo de detalles de la ceremonia irrite m¨¢s a los partidos parlamentarios.
De momento, la reuni¨®n con todos los l¨ªderes pol¨ªticos convocada para el 24 de agosto se ha cancelado ante el plant¨®n anunciado por el l¨ªder de CiU, Artur Mas. El dirigente nacionalista, reacio desde el principio a cualquier cambio en el formato de la Diada, dijo que la reuni¨®n era una "p¨¦rdida de tiempo". "No se entiende que Maragall est¨¦ m¨¢s pendiente de modificar la celebraci¨®n de la Diada que de abordar los grandes temas del pa¨ªs", afirm¨®.
El presidente del Parlamento catal¨¢n, el republicano Ernest Benach, ha recordado que la idea de los cambios parti¨® de Presidencia y que a ¨¦l ya no le corresponde convocar a los dirigentes pol¨ªticos. Esquerra Republicana (ERC), socio de Maragall en el gobierno, mira el proceso con cierta reticencia, mientras que el PP por ahora ha apoyado todos los pasos dados por Maragall. Y es que todos tienen claro que, cuanto m¨¢s solemne e impactante sea la nueva ceremonia ideada por el entorno del presidente de la Generalitat, menor incidencia tendr¨¢ la tradicional ofrenda ante el monumento de Rafael Casanova y el pu?ado de jueces del catalanismo.
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