Las calles de Bagdad se vac¨ªan tras el toque de queda impuesto por los rebeldes chi¨ªes
Los milicianos montan puestos de control que cierran el paso a los habitantes de Ciudad S¨¢der
Las bombas y atentados no aterrorizan a los bagdad¨ªes, que se resisten a no hacer vida normal. Pero el miedo se palpaba ayer en la capital iraqu¨ª. Y se apreciaba el nerviosismo de los polic¨ªas, que en alg¨²n puesto de control de las amplias avenidas de la ciudad observaban a conductores y acompa?antes con semblantes tensos. El toque de queda impuesto el lunes por el Gobierno en el distrito de Ciudad S¨¢der, feudo del cl¨¦rigo extremista M¨²qtada al S¨¢der, ha tenido efectos que se observan a simple vista. A¨²n m¨¢s consecuencias ha provocado la misma medida que el l¨ªder religioso chi¨ª ha extendido al resto de la ciudad. Bagdad era irreconocible. Sin atascos, sin aglomeraciones y con los comercios cerrados a cal y canto.
Infinidad de puestos callejeros parec¨ªan abandonados. La mayor¨ªa de los locales comerciales del c¨¦ntrico distrito de Karrada s¨ª abrieron sus puertas, pero hab¨ªa que esperar mucho para ver a un cliente. En el barrio de Zeyune todav¨ªa menos establecimientos ofrec¨ªan sus servicios y casi nadie entraba en los locales. En la calle Al Sadun, normalmente atestada de veh¨ªculos y de transe¨²ntes, se pod¨ªa caminar y cruzar la calle sin sortear coches, y aparcar un veh¨ªculo era tarea sencilla, algo inveros¨ªmil. Los aparcamientos estaban mucho m¨¢s vac¨ªos que la v¨ªspera.
Pero era en Al Mansur, zona residencial en la que radican infinidad de embajadas, donde el panorama era desolador. Ni una sola tienda se pod¨ªa ver sin las rejas echadas. Porque, el martes, en este barrio de amplias y lujosas viviendas se desataron duros combates entre insurrectos y polic¨ªas iraqu¨ªes. Y un grupo autodenominado Brigadas de la Divina C¨®lera lanz¨® pasquines en los que amenazaba a todos los funcionarios del Gobierno y de las instituciones oficiales -excepto a los empleados en organizaciones humanitarias, en el Ministerio de Sanidad y en los hospitales- para que se abstuvieran de acudir a sus trabajos.
El lento y ca¨®tico tr¨¢fico, aunque ha mejorado ligeramente en las ¨²ltimas semanas debido a la presencia de polic¨ªas en muchos cruces de calles, no parec¨ªa ayer el que casi siempre sufren los bagdad¨ªes. A la mayor presencia de agentes hay que sumar que los convoyes militares estadounidenses -algunos con grandes banderas iraqu¨ªes colgadas en su carrocer¨ªa- no transitan ya las calles de Bagdad como hace escasos meses, ya que han cedido el espacio a las patrullas de la polic¨ªa iraqu¨ª. "Un trayecto que habitualmente supera la hora de duraci¨®n se recorr¨ªa ayer en apenas 20 minutos", comentaba un capitalino.
Poblado por alrededor de dos millones de personas, en su mayor¨ªa paup¨¦rrimas y muchas llegadas desde el sur de Irak, infinidad de residentes de Ciudad S¨¢der permanecieron en sus casas o combatiendo a los norteamericanos en las polvorientas calles del distrito. Aunque hubieran deseado trasladarse al centro de la ciudad, lo habr¨ªan tenido casi imposible. "Los milicianos fieles a Al S¨¢der han montado puestos de control a la salida de Ciudad S¨¢der para impedir salir a la gente. Quieren boicotear al Gobierno y crear inestabilidad", coment¨® por tel¨¦fono un vecino del m¨ªsero arrabal, desde donde parten cada ma?ana miles de coches hacia el centro de Bagdad.
Namir, un sun¨ª casado con una chi¨ª que reside en Al Adel, un ¨¢rea alejada del centro y pr¨®xima a un barrio en el que los rebeldes partidarios de Al S¨¢der se enfrentaron en la madrugada de ayer a las tropas norteamericanas, asegur¨® que, desde el martes, para ¨¦l han cambiado las cosas. "Normalmente, cuando acabo de trabajar voy con mi mujer a hacer algunas compras o a dar un paseo. Anoche sal¨ª solo. La gente tiene miedo y no sale de sus casas. Mi esposa y mi hija se quedaron y se encerraron". "No es que vaya a pasar nada", sonr¨ªe poco convencido. "Pero, nunca se sabe".
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