Una belleza traidora
Es lo que dice Od¨®n Elorza, mi alcalde, que San Sebasti¨¢n es de una belleza traidora. Yo, a veces, tango la impresi¨®n de que es de una belleza insidiosa, como si tuviera que arrepentirse de ella, too much para los vasquitos. Ocurre algo parecido a nivel general en esta tierra hermosa, bastante pr¨®spera, que presenta ¨ªndices de satisfacci¨®n altos entre sus ciudadanos cuando se les pregunta por ello. Y sin embargo,...hay que pagarla. Esta tierra feliz, tiene que ser sufrida, ha de ser padecida, y quiz¨¢ tenga raz¨®n F¨¦lix de Az¨²a, aunque duela, cuando en su art¨ªculo Luz de agosto asegura que el Pa¨ªs Vasco "contin¨²a aferrado al modelo cat¨®lico de minor¨ªas asilvestradas, feudales, agresivas y trascendentalistas". Por supuesto que no todo es ed¨¦nico, y cada cual arrastrar¨¢ su cuota de infelicidad personal, pero es que es la tierra la que ha de doler, el hecho de ser de aqu¨ª. Esta tierra feliz ha de ser una tierra sufriente, el hecho de ser de aqu¨ª es un pecado a pagar. Y el hecho de ser de San Sebasti¨¢n mucho m¨¢s.
No s¨¦ si es esa la traici¨®n a la que se refer¨ªa Od¨®n. Ese fondo gris, triste, pegajoso como la sangre de Macbeth, que enturbia de forma obsesiva y recurrente la alegr¨ªa de este paisaje hermoso. En la Parte Vieja donostiarra se quejan de problemas de seguridad. En el delirio esencialista-identitario que nos sacude, tambi¨¦n las ciudades tienen sus zonas puras e impuras, y la Parte Vieja es una de las puras. Es como si no se hubieran enterado de que hace ya mucho tiempo que se derribaron las murallas de la ciudad, y que si San Sebasti¨¢n fue eso, han pasado decenios desde que dej¨® de serlo. En su pretensi¨®n de comuna originaria, parecen distinguir entre violencia propia y violencia for¨¢nea, entre defensa y agresi¨®n. Lo digo porque la inseguridad de la Parte Vieja no es cosa de hoy ni de ayer. Durante muchos a?os, fue casi una aventura arriesgarse en su territorio y s¨¦ de muchos donostiarras que dejaron de frecuentarla. ?Ah!, pero aquellos desmanes eran de nuestros chicos, los chicos defensores del territorio, que era zona nacional. Es posible que los residentes del barrio se sintieran seguros, pero muchos donostiarras se sent¨ªan all¨ª tan o m¨¢s inseguros que en la actualidad. El barrio consinti¨® aquellos desmanes, y el conflicto deteriora y suele llamar al conflicto. Hoy la delincuencia es de cu?o for¨¢neo, pero ser¨ªa interesante saber si es superior a la existente en otras zonas de la ciudad. No vivo ah¨ª, y hace unos a?os me desvalijaron la casa; y no fui el ¨²nico vecino al que le hicieron lo mismo. ?Sigue floreciendo el esp¨ªritu nacional en nuestra zona nacional?
Dice Od¨®n: "En la Parte Vieja se han producido hechos infames, inmorales, cierres obligados de establecimientos, de alguna importante librer¨ªa, pintadas permanentes....y muy poca gente, muy pocas entidades de la Parte Vieja o de la pol¨ªtica han expresado su grito de protesta m¨¢s all¨¢ del PP o del Partido Socialista". Se expuls¨® a los "for¨¢neos", aunque no fueran delincuentes. Por ejemplo, a la librer¨ªa Lagun, que es la importante librer¨ªa a la que se refiere Od¨®n y que tuvo que trasladarse a otro barrio. Nadie protest¨®, y ya que hemos de salvar la memoria, hagamos memoria. Tras el primer ataque que sufri¨® Lagun, no s¨®lo hubo escasas voces de protesta en el barrio, sino que el Gremio de Libreros de Guip¨²zcoa fue incapaz de condenar la agresi¨®n, aunque creo que m¨¢s tarde rectific¨®. El argumento que utiliz¨® para evitar la condena fue que, dada la naturaleza pol¨ªtica del ataque, era dif¨ªcil lograr un consenso para su condena: no hab¨ªa sido un ataque contra los libros, sino contra quien regentaba la librer¨ªa.
Recuerdo que escrib¨ª un art¨ªculo a ra¨ªz de esas explicaciones. Se titulaba Glorioso gremio, lo envi¨¦ a un peri¨®dico -no era ¨¦ste- y no lo publicaron. Como a¨²n lo conservo, les regalo un fragmento: "Se?ores libreros, es justamente porque se trata de un acto pol¨ªtico por lo que hay que denunciarlo, porque tama?o acto de insania no debe ser jam¨¢s una acci¨®n pol¨ªtica. Con su silencio, y con la explicaci¨®n dada por su presidente, el gremio de libreros est¨¢ legitimando esos actos y atribuy¨¦ndoles validez como acci¨®n leg¨ªtima, tan l¨ªcita y tan libre de ser cuestionada como un mitin o una intervenci¨®n parlamentaria. Se?ores libreros, sea cual sea la interpretaci¨®n que dan al t¨¦rmino pol¨ªtico en el contexto de la barbarie sufrida por uno de sus compa?eros, no cabe duda de que se sit¨²an ustedes del lado de los b¨¢rbaros". ?No les suena? Son cosas de aqu¨ª, de este lugar tan bello.
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