Viernes y trece

Como es viernes y trece, toca hablar de m¨²sica. Supongamos que Aquiles, que est¨¢ en la playa de Ondarreta, ha quedado con su amiga la Tortuga no para echarle una carrera pese a que empiecen las Olimpiadas, sino para ir al concierto de Sag¨¹es, all¨¢ en la otra punta de la ciudad. Como Aquiles es un caballero y adem¨¢s veloz le dice a la Tortuga que vaya saliendo de los Relojes de la Concha, un punto situado justo a mitad de camino, porque ya le alcanzar¨¢.

Si la vida fuera como la quer¨ªa Zen¨®n, el inventor del cuentecillo o paradoja de Aquiles y la Tortuga, sabr¨ªamos que Aquiles no lograr¨ªa alcanzar a su amiga la Tortuga. Pero la vida de verdad es mucho m¨¢s complicada. Pongamos que la Tortuga se halla en el Buen Pastor, a la altura de la Noche Latina en la que oficia el sexteto de Domingo el Guacho, pues bien entre los ritmos de salsa del Buen Pastor y la movida DJ presentada por Alvaro...Oh! en la terraza Zurriola del Kursaal, se encontrar¨ªa con el concierto de los Soul Fingers y los bailables de Itsaso que delimitar¨ªan el segmento comprendido respectivamente entre la plaza de La Trinidad, al oeste, y la plaza de Zuloaga al este.

Si la vida fuera como la quer¨ªa Zen¨®n, sabr¨ªamos que Aquiles no lograr¨ªa alcanzar a la Tortuga

Pero es que entre ambos puntos le saldr¨ªan al paso el Festara de la Sociedad Gaztelubide y la verbena de Egan en el paseo Nuevo. Y en la mitad de esta distancia a¨²n se enfrentar¨ªa al segmento delineado por el mariachi Juvenil Los Reyes, en el kiosko del Bulevard y el ballet de Biarritz en la plaza de la Constituci¨®n. Aunque lo m¨¢s seguro es que entre ambos se topase con alg¨²n grupo rumano y otro de Ecuador entre los que quiz¨¢ se colar¨ªa un soplador de didjeradu.

Todo ello sin tener en cuenta que entre la mitad de esas mitades seguro que quedaban fragmentos de la Quincena Musical aleteando en el cielo para dividirlo m¨¢s. As¨ª pues, la Tortuga tendr¨ªa que recorrer una distancia musical infinita, por lo que no s¨®lo Aquiles no podr¨ªa alcanzarla, dado que tambi¨¦n tendr¨ªa que vencer su parte de infinito que ser¨ªa el doble de larga, sino que ninguno de los dos llegar¨ªa a Sag¨¹es. La Tortuga sostiene que no le importar¨ªa porque toca Fermin Mugurutza y no est¨¢ de acuerdo con que el Ayuntamiento le haya contratado sin tener en cuenta aquellas letras de las que no se ha arrepentido y que se burlaban de las v¨ªctimas del terrorismo. Aquiles tiene una opini¨®n con m¨¢s tal¨®n, por lo que no le pondr¨ªa pegas a lo de asistir al recital porque, sostiene campanudo, es decir, musical, que lo que importa es la m¨²sica. A lo que la Tortuga le responde, expres¨¢ndose en un tropo tambi¨¦n muy musical, que as¨ª nos va con tanto templar gaitas.

?Ya estamos sacando las cosas de quicio, no hay manera de hablar contigo, Tortuga, lo politizas todo!, se acalora Aquiles y por un momento parece que en vez de empezar su nombre por A empieza por O. Pero ya se sabe, un viernes y trece s¨®lo pueden salir torcidas las cosas. Y m¨¢s cuando se vive en un lugar donde las fiestas apenas logran tender una leve capa sobre una realidad cotidiana muy dura. Ah¨ª estaba el principio de realidad perfum¨¢ndose con Molotov para reventarlas. ?Qui¨¦n se ir¨¢ luego de copas con Jimmy Jazz?