Confesi¨®n
EN ESE hermoso, hondo y exigente ensayo de Mar¨ªa Zambrano, titulado La confesi¨®n: g¨¦nero literario (Siruela), se nos advierte que los g¨¦neros literarios se fraguan al calor de la vida, donde se originan, pues "no se escribe ciertamente por necesidades literarias, sino por necesidad que la vida tiene de expresarse" (...
) o por la que "el hombre tiene de dibujar seres diferentes de s¨ª o la de apresar criaturas huidizas". Antes de esta disquisici¨®n, la pensadora espa?ola, que vivi¨® aproximadamente la mitad de su longeva existencia en el exilio, nos recordaba la ra¨ªz de la humana deambulaci¨®n como una tensi¨®n entre el apurado vivir y el no menos agraz esfuerzo por conocer, o, si se quiere, la agobiante pugna entre la vida y la verdad, entre cuyos contradictorios t¨¦rminos Plat¨®n introdujo un intermediario: el amor, quien no s¨®lo "dispone y conduce la vida hacia la verdad", sino que es "tanto m¨¢s apasionado cuanto m¨¢s universal y fr¨ªa es la verdad, cuanto m¨¢s lejana y pura".
Partiendo del paciente Job, Zambrano define a continuaci¨®n lo que para ella constituye los elementos esenciales de ese singular g¨¦nero literario de la "confesi¨®n", que alcanz¨® su cota insuperable en las Confesiones, de San Agust¨ªn, para, luego, extenderse y, en parte, pervertirse, en el seno de la modernidad. El alcaloide de la confesi¨®n, seg¨²n Zambrano, no es el "arrepentimiento" -el volver atr¨¢s, libr¨¢ndonos del lastre de lo vivido-, sino la mucho m¨¢s radical "queja", la protesta por nuestra existencia mortal; esto es: por haber nacido, por tener que morir y por la inerme aflicci¨®n de presenciar, siquiera temporalmente, la injusticia del mundo. La confesi¨®n es, por tanto, el grito humano en pos de algo que reunifique lo precario de la existencia mortal con el b¨¢lsamo et¨¦reo de la verdad, pero sin que el conocimiento niegue o humille la vida. Como g¨¦nero literario, la confesi¨®n linda, y hasta puede confundirse, con el arte, si bien, como lo apunta de nuevo Zambrano, "objetivarse art¨ªsticamente es una de las m¨¢s graves acciones que hoy se puede acometer en la vida, pues el arte es la salvaci¨®n del narcisismo; y la objetivaci¨®n art¨ªstica, por el contrario, es puro narcisismo. El artista perpetuamente adolescente que se fija, enamorado de s¨ª, en su adolescencia. Mortal juego, en que no se juega a recrearse sino a morirse. Todo narcisismo es juego con la muerte".
?Podremos librarnos de nuestra actual narcis¨ªstica necrofilia, donde aventamos nuestra angustiosa soledad con reflectantes pantallitas de colores? No, seg¨²n Zambrano, antes de que nuestra ¨¦poca acometa una verdadera e implacable confesi¨®n.
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