Arte urbano
Dice Einsamkeit, graffitero, poeta, pintor, que "cuando el graffiti entra en una galer¨ªa, en un museo, en la mayor¨ªa de los casos es porque hay unos intereses econ¨®micos detr¨¢s que lo hacen posible. Seamos conscientes", contin¨²a, "el mundo del arte actual est¨¢ totalmente prostituido. (...) Las cosas tienen su lugar, y el del graffiti es la calle". Es cierto, aunque el propio Einsamkeit participe, junto con otros artistas urbanos (Los Reyes del Mambo, Boa Mistura, Ignorancia, El Cartel, Vota Dier, El Tono y Nuria, Impart, Ezba, Wimm, Noaz, Opensource, Ong, Smol Noiz; adem¨¢s de To?o Merinero, Luna -Natalie Simonetti- y el Colectivo Martini), en la exposici¨®n Interferencias urbanas, que merece la pena visitar, hasta octubre, en La Casa Encendida.
Hay un denominador curioso y casi com¨²n en las creaciones de estos artistas: la mayor¨ªa encontraron en el ¨²ltimo Gobierno de Aznar y en su ayuda a Bush en la invasi¨®n de Irak una plataforma ideol¨®gica para su protesta, pero, mientras que estas creaciones ya ocupan la sala de un museo, Aznar y Bush todav¨ªa no est¨¢n en el que les corresponde, que ser¨ªa naturalmente uno de los horrores. O al menos en el de cera, y quiz¨¢ con los calores de agosto ambos peleles se derritieran definitivamente. Pero no. Los graffitis, stencils y dem¨¢s expresiones de la rebeli¨®n art¨ªstica callejera contra esos enemigos p¨²blicos del orden mundial ya no est¨¢n en la calle, porque el arte en la calle es por definici¨®n ef¨ªmero, pero en la calle siguen esos dos: el arte siempre es contradictorio, m¨¢xime si est¨¢ tan pegado a la vida como el que tiene por soporte un muro, una valla, una simple pared a la intemperie.
Encontrar los mensajes que salpica el artista urbano en la piel dura de la ciudad es como ver los pensamientos de un organismo siempre vivo y cambiante, como dejar escritas esas ideas que saltan un momento en nuestras cabezas y tenemos que apuntar porque resumen justo aquello que busc¨¢bamos. A trav¨¦s de esos mensajes, hemos visto la cara silueteada de nuestros enemigos, hemos reflexionado sobre el curso de los acontecimientos m¨¢s inmediatos, nos hemos manifestado contra la represi¨®n, la manipulaci¨®n y la versi¨®n oficial, hemos unido nuestra mirada a la protesta com¨²n, al tiempo que admir¨¢bamos un dibujo, una frase, una marca sobre ese lienzo generoso e implacable que es la pared: el barco Prestige, de cuyo nombre no tenemos m¨¢s remedio que acordarnos, que El Cartel fue pegando por Malasa?a como un cuchillo clavado en el mar, que sangra chapapote; su proyecto racista de sociedad, en el que las vacas son mitad negras mitad blancas, y era as¨ª como hubi¨¦ramos imaginado esa absurda y mal¨¦vola pretensi¨®n; el hermoso nadador de Jacques Le Biscuit, que se confunde con peces y gaviotas para indicarnos c¨®mo cruzar el Estrecho inadvertido. O los edificios intervenidos por otra perspectiva, por el color; o las se?ales de tr¨¢fico y los m¨¢s reconocibles logos, desvirtualizados; o el v¨ªdeo para seguir jadeante la acci¨®n callejera de la conciencia.
Y, a fin de cuentas, los art¨ªfices de esa otra ciudad, los que reparten consignas que estamos esperando, los que estampan las calles con palabras de pasqu¨ªn, im¨¢genes de fanzine, calidades de lienzo, a veces s¨®lo son, como dicen de s¨ª mismos los componentes de Boa Mistura (Arkhol, Derko, PAHG, Pureone, R-Dick), simplemente "cinco rapa?inhos especiales con un don poco com¨²n: (...) el amor por el color y la vida, (...) a pesar de vivir inmersos en un monstruo, en una sociedad coja, infectada por el gris e infectada de materialismo". Si ellos han logrado conservar ese don infantil, debi¨¦ramos al menos reconocer sus representaciones. Quiz¨¢ es lo que ha pretendido ?scar Moreno Bofarull, comisario de la exposici¨®n de La Casa Encendida: a¨²n prostituida, dejar constancia puntual de la existencia. Y cuando uno se deja llevar por la c¨¢mara de Luna por las calles pintadas de S?o Paulo y asiste a esa in¨¦dita e interminable intervenci¨®n, puede imaginar que en unos siglos esa gamberrada original haya convertido la ciudad y sus suburbios, m¨¢s o menos geogr¨¢ficos, m¨¢s o menos mentales, en un gigantesco fresco que explique el patrimonio de su historia y de su humanidad a trav¨¦s de ese arte urbano.
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