"Mi cuerpo dijo 'basta"
Mar¨ªa Vasco, bronce en Sidney, debe conformarse con ser s¨¦ptima en una prueba ganada por Atanas¨ªa Tsul¨¦meka, una griega sin historial
La marcha es la disciplina de la memoria; de las historias repetidas, los mismos personajes, las mismas situaciones, resoluciones dram¨¢ticas diferentes... Hasta las calles desoladas de los alrededores del estadio ol¨ªmpico de Atenas, soleadas ma non troppo, barridas por el agradable viento del norte, el meltemi, que se lleva la contaminaci¨®n, la suciedad, hacia el mar, llegaban ayer, pronto por la ma?ana, los recuerdos de cuatro, de siete a?os antes, agarrados a la memoria de las competidoras.
Mar¨ªa Vasco gan¨® la medalla de bronce en Sidney 2000 porque en los ¨²ltimos cuatro kil¨®metros los jueces descalificaron a las tres primeras por marcha irregular, por correr.
Cuatro a?os despu¨¦s, los tiempos han cambiado. Mar¨ªa, madura, emocionalmente satisfecha, "orgullosa" de s¨ª misma, autosuficiente, quer¨ªa refrendar su nuevo ser ganando un metal por las bravas en sus 20 kil¨®metros.
"Nada de ir de atr¨¢s adelante, recogiendo cad¨¢veres al final. Nada de esperar descalificaciones", prometi¨® Mar¨ªa, a quien el uso de los t¨®picos le permite expresarse con rapidez y precisi¨®n. "A m¨ª ya no me acojona nadie. Voy a poner toda la carne en el asador. Llego con los deberes hechos. Voy a ir a por todas", recit¨®.
Sali¨® con todas, se puso entre las primeras, intent¨® resguardarse del viento que se la llevaba -una pluma m¨®vil, que dice la ¨®pera, Mar¨ªa: 45 kilos-, reclam¨® a gritos cubitos de hielo para debajo de su gorra blanca, sud¨®, sufri¨®. Aguant¨® hasta el kil¨®metro 17.
"Ah¨ª el cuerpo me dijo: 'Mar¨ªa, hasta aqu¨ª hemos llegado", explic¨® luego, aparentando placidez, delatada por sus ojos claros enrojecidos de hab¨¦rselos restregado, de haber llorado; "pero, bueno, no ha podido ser". "Yo ven¨ªa preparada. As¨ª es el atletismo. Ha sido el mejor a?o de mi carrera deportiva, aunque no haya habido medalla. Ahora me tomar¨¦ unas merecidas vacaciones", continu¨® recitando.
Mar¨ªa termin¨® la s¨¦ptima. No hubo descalificaciones, aunque pudo haberlas habido. Los jueces, dicen, ya no quieren esc¨¢ndalos, como el de Sidney, que pongan en peligro incluso el propio mantenimiento de la marcha, cuestionada, en el programa ol¨ªmpico.
Jane Saville, australiana de Sidney, pidi¨® una pistola para dispararse un tiro en la boca cuando, entrando ya en el estadio de su ciudad natal, yendo la primera, a tan s¨®lo 150 metros del oro, fue descalificada.
Despu¨¦s reflexion¨® Jane. Acept¨® el veredicto de los jueces. Decidi¨® que, antes que morir, m¨¢s val¨ªa curarse de la decepci¨®n ganando una medalla en Atenas. As¨ª que, entrenada por su marido, el ciclista Matt White (Cofidis), aqu¨¦l que en pleno calentamiento para el pr¨®logo del ¨²ltimo Tour de Francia se rompi¨® la clav¨ªcula y no pudo siquiera tomar la salida-, Jane se prepar¨® a conciencia y, cuando Mar¨ªa se dobl¨®, ella aguant¨®. Termin¨® de bronce. La plata se la levant¨® una rusa con historia.
Olimpiada Ivanova, la del apropiado nombre, hab¨ªa ganado precisamente la plata en los Campeonatos del Mundo de la capital griega, predestinada, hace siete a?os, para ser despose¨ªda de ella poco despu¨¦s por dar positivo en el control antidopaje por el anabolizante estanozolol -ese esteroide de la edad de piedra, seg¨²n dicen los expertos, que le cost¨® el oro de los 100 metros de Se¨²l al canadiense Ben Johnson hace 16 a?os y que a¨²n sigue de moda: a la lanzadora de peso rusa Irina Korzhanenko, que se hab¨ªa consagrado aparentemente en Olimpia, tambi¨¦n la han cazado por el estanozolol.
Durante los dos a?os de suspensi¨®n, Ivanova alcanz¨® el cintur¨®n negro de yudo, sigui¨® trabaj¨¢ndose la marcha y en 2001 avis¨® ganando los Mundiales canadienses de Edmonton. Pero ayer no pudo conseguir el oro porque se lo impidi¨® una griega.
Atanas¨ªa -significa inmortalidad- Tsul¨¦meka cuenta s¨®lo 22 a?os de edad. Apenas tiene memoria hist¨®rica de la marcha. No tiene estados de ¨¢nimo. No entraba, tampoco, en los recuerdos, en los temores, de ninguna competidora. Pero fue ella la que, potente, voladora, t¨¦cnicamente atrasada, dio el tir¨®n violento que hundi¨® a Mar¨ªa Vasco, que dej¨® sin resuello a Olimpiada Ivanova y Jane Saville, que resolvi¨® la cuesti¨®n. Despu¨¦s, cuando se le acerc¨® la rusa, a un kil¨®metro, sin miedo a los jueces, volvi¨® a dejarla plantada.
Gan¨® Atanas¨ªa y, en su alegr¨ªa por un t¨ªtulo inesperado, no dud¨® en ser pol¨ªticamente incorrecta en el m¨¢s alto grado: dedic¨® su victoria a Kostas Kenteris y Ekaterini Th¨¢nou, los dos campeones helenos que, sospechosos de dopaje, se vieron forzados a renunciar a los Juegos antes de que el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional los echase. Incluso se atrevi¨® a calificarlos de "dos inocentes perseguidos".
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