El campe¨®n de la soledad
El polaco Robert Korzeniowski consigue su cuarto t¨ªtulo ol¨ªmpico y Garc¨ªa Bragado concluye en el quinto puesto
Quiz¨¢s respondiendo a las contradicciones de una disciplina que les exige ir lo m¨¢s deprisa posible sin levantar a la vez los dos pies del suelo, sin doblar las rodillas, sin correr -sin hacer trampas-, los marchadores son hombres de extremos. Robert Korzeniowski habla seis idiomas -polaco, ingl¨¦s, franc¨¦s, ruso, portugu¨¦s y espa?ol-, y en ellos, mezcl¨¢ndolos, juegos malabares de palabras variadas, se expresa alegre y extravertido. Jes¨²s ?ngel Garc¨ªa Bragado, introvertido, prefiere no hablar, al menos, con periodistas espa?oles. En tal estado mental dej¨® la larga caminata de casi cuatro horas -vueltas y m¨¢s vueltas por un pol¨ªgono de la Atenas desierta- iniciada a las siete de la ma?ana, saliendo de un estadio desierto, ya recalentado por un sol tempranero, para llegar a un estadio a¨²n desierto, m¨¢s que recalentado, cocido. A Korzeniowski, que lleg¨® el primero, con una bandera polaca, su pa¨ªs -naci¨® hace 36 a?os en Lubaczow, cerca de Cracovia-, agarrada con los dientes -as¨ª pudo levantar los brazos en triunfo- le esperaba por lo menos el presidente de su pa¨ªs. Garc¨ªa Bragado, que termin¨® quinto, su mejor puesto ol¨ªmpico en sus terceros Juegos, pero por debajo de sus expectativas, no esperaba a nadie, no quer¨ªa que nadie le esperara.
"Logro lo que logro porque he alcanzado la perfecta armon¨ªa entre cuerpo y mente"
Los marchadores son personas solitarias. Acostumbradas a la soledad. En la competici¨®n y en el entrenamiento. Radicales de la independencia. Garc¨ªa Bragado -campe¨®n mundial en 1993, subcampe¨®n en 1997 y 2001, siempre en 50 kil¨®metros, la distancia de la resistencia pura- se entrena a s¨ª mismo, se prepara seg¨²n sus instintos. Puede salir a rodar a las dos de la tarde o a las 11 de la noche, puede ser en Lleida, donde vive, donde es concejal por el PP, o puede ser en Murcia, Madrid, Alicante o Almer¨ªa. Hace siete a?os, cuando el Mundial de Atenas, cuando qued¨® segundo tras Korzeniowski por primera vez, 44 grados, deshidrataci¨®n, Garc¨ªa Bragado, madrile?o, dijo que ya sab¨ªa c¨®mo era el infierno. Para que ayer no le pasara lo mismo se lo ten¨ªa todo preparado, su gorra fresquita, sus bebidas isot¨®nicas, sus coca-colas, sus zapatillas, sus plantillas. Luego, sufri¨® m¨¢s por sus limitaciones t¨¦cnicas. A los 28 kil¨®metros ya ten¨ªa dos advertencias -a la tercera, fuera-. "Le perjudic¨® echarse como compa?ero de viaje a Voyevodin", explic¨® Josep Mar¨ªn, t¨¦cnico nacional. "El ruso es el marchador perfecto, el de mejor t¨¦cnica, y en la comparaci¨®n los jueces aprecian m¨¢s defectos en Suso". Lastrado por las amonestaciones, Garc¨ªa Bragado no pudo acompa?ar al final al ruso Voyevodin, que se fue a por el bronce.
Mar¨ªn, hist¨®rico de la marcha espa?ola, admira a Korzeniowski. No hay marchador que no lo haga, incluso le animan durante la carrera aquellos a los que dobla, le dan la mano, levantan el pulgar a su paso. Mar¨ªn se admira de Korzeniowski, se pregunta por el secreto del polaco. "Lo ha ganado todo", dice Mar¨ªn, "y a¨²n encuentra motivaci¨®n para salir a entrenarse todos los d¨ªas. Es el mejor y no hace falta que lo demuestre. Pero lo demuestra aqu¨ª en los Juegos e igualmente lo intenta demostrar en todas las carreras, en un 20 en marzo en M¨¦xico o hasta peleando a muerte con Paquillo en un 20 en Cracovia". Korzeniowski, que cuando empez¨® admiraba al italiano Damilano y al checo Priblinec, ha ganado m¨¢s que nadie. Su primer t¨ªtulo ol¨ªmpico lleg¨® en 1996, en 2000, en Sidney, fue el primer marchador de la historia que defendi¨® con ¨¦xito su t¨ªtulo en 20 y que, adem¨¢s, lograba tambi¨¦n imponerse en el 50. Ayer repiti¨® en el 50. Tambi¨¦n ha ganado tres Mundiales y dos Europeos. "Pero que nadie me llame m¨¢quina", se rebota. "Logro lo que logro porque he alcanzado la perfecta armon¨ªa entre cuerpo y mente".
Sin embargo, llegada la carrera, no manda su coraz¨®n, sino el puls¨ªmetro, el aparato que mide sus latidos. Pura programaci¨®n. Salen los chinos en tromba. Pregunta qu¨¦ hacer a su puls¨ªmetro. No vayas, le responde. Van demasiado acelerados. Acelera luego el ruso Nizhegorodov. Korzeniowski duda. Consulta. OK, va a un ritmo que puede aguantar su coraz¨®n sin explotar. "Quien sabe cuidar su frecuencia cardiaca siempre gana", dice. Ayer gan¨® y se sinti¨® m¨¢s feliz que nunca.
Los marchadores son personas orgullosas. Nizhegorodov termin¨® haciendo eses los dos ¨²ltimos kil¨®metros. Cruz¨® la meta y cay¨® al suelo. Pidi¨® ayuda. Agua. Un m¨¦dico. Se levant¨® y, tambale¨¢ndose, apoy¨¢ndose en un voluntario, enfil¨® hacia el botiqu¨ªn. Entonces se acerc¨® otro voluntario con una silla de ruedas. El ruso mir¨® con desprecio a la silla y al voluntario. Prefiri¨® seguir andando. Y as¨ª subi¨® las escaleras, no por una rampa sobre ruedas.
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