Lo natural y el desastre
Los malos pensamientos o los malos comportamientos eran tenidos con frecuencia como las causas de las causas de los desastres. Llov¨ªa torrencialmente o hab¨ªa sequ¨ªa, los tifones azotaban las poblaciones o se desataban los terremotos como castigos divinos a las acciones humanas. Hoy sabemos que s¨ª, que es posible que el ser humano est¨¦ detr¨¢s de algunos de estos fen¨®menos, que los desastres naturales se est¨¢n incrementando y que, aunque sin duda no podemos provocar terremotos, quiz¨¢ la acci¨®n humana sobre el clima s¨ª tiene que ver con las inundaciones y las sequ¨ªas. Y, desde luego, la imprevisi¨®n y la falta de legislaci¨®n, o su incumplimiento, s¨ª tienen que ver con las muertes que los desastres causan.
El caso del c¨¢mping de Biescas es paradigm¨¢tico de la imprudencia a la hora de otorgar un permiso en un sitio totalmente inconveniente
"Se tiene la tendencia a imputar los desastres a la naturaleza, pero con frecuencia la culpa es nuestra", dice Jorge Olcina, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa de la Universidad de Alicante. "Biescas, Badajoz... la ocupaci¨®n humana de lugares de riesgo es lo peligroso. Hacer una casa en un barranco, por ejemplo, es una temeridad. El caso del c¨¢mping de Biescas es paradigm¨¢tico de la imprudencia a la hora de otorgar un permiso en un sitio totalmente inconveniente. La costa levantina est¨¢ plagada de construcciones en sitios indebidos, pero no s¨®lo campamentos o casas, tambi¨¦n hoteles, desde Vinar¨°s hasta Orihuela".
Hay relajaci¨®n en el cumplimiento de la legislaci¨®n, pero hay tambi¨¦n un problema administrativo. Las lindes de los r¨ªos pertenecen a las confederaciones hidrogr¨¢ficas, que son las que tienen que dar los permisos para construir ah¨ª. Pero, seg¨²n la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, "s¨®lo el 1% de los r¨ªos tiene deslinde administrativo, y sin el deslinde, las confederaciones no pueden evitar esas construcciones, no tienen asidero legal. Se est¨¢ haciendo un mapa de zonas inundables".
Narbona quiere "abrir una negociaci¨®n a gran escala con los ayuntamientos" para tratar de solucionar esta situaci¨®n. Para Juan L¨®pez de Uralde, director de Greenpeace Espa?a, "hasta que no cambie la forma de financiaci¨®n de los ayuntamientos esto no se solucionar¨¢". Seg¨²n Ecologistas en Acci¨®n, en Espa?a hay 30.000 construcciones en cauces de r¨ªos.
"No hace falta nueva legislaci¨®n", dice Olcina; "bastar¨ªa con cumplir la Ley de Suelo, que en su art¨ªculo 9 proh¨ªbe construir en lugares con riesgo de inundaci¨®n. No se puede construir en la cabecera o en el propio cauce de un barranco, como se est¨¢ haciendo en muchas localidades del litoral valenciano y murciano que est¨¢n viviendo un proceso explosivo de urbanizaci¨®n tur¨ªstico-residencial".
En otro tipo de desastres, los que ocasionan los petroleros, "no se ha avanzado casi nada desde el punto de vista legislativo", dice L¨®pez de Uralde. "La presi¨®n de los lobbies es muy grande, y los pa¨ªses perjudicados, Espa?a, Francia y Portugal, no pueden sacar adelante sus proyectos con la oposici¨®n del Reino Unido, Grecia y Holanda". Sin embargo, en EE UU, "despu¨¦s de lo del Exxon Valdez, se introdujo una legislaci¨®n m¨¢s dura y hoy los vertidos se han reducido en sus costas en un 90%".
De los desastres naturales a los desastres en la naturaleza, la mano humana est¨¢ detr¨¢s cada vez en m¨¢s casos. Los accidentes de Aznalc¨®llar y del Prestige son buenos ejemplos de situaciones en las que en el fragor del momento se toman decisiones que no se llevan a la pr¨¢ctica nunca. "Es muy interesante", dice L¨®pez de Uralde, "hojear los peri¨®dicos de otras cat¨¢strofes petroleras de antes del Prestige, como el Urquiola o el Mar Egeo. En los primeros d¨ªas aparecen titulares sobre lo incre¨ªble que resulta que los barcos monocasco sigan transportando petr¨®leo, y se anuncian reformas legislativas que luego nunca se llevan a cabo".
?ste es tambi¨¦n el miedo de Antonio Figueras, director del Instituto de Investigaciones Marinas y profesor de investigaci¨®n del CSIC. "Lo malo es que esto no quede en el disco duro", dice, refiri¨¦ndose a las actuaciones posteriores a la marea negra del Prestige. "Luego todo se olvida y no se preparan los protocolos necesarios de actuaci¨®n urgente, as¨ª que cuando ocurre algo viene cada uno corriendo como pollo sin cabeza y sin ninguna coordinaci¨®n".
En cuanto al estado de la costa, "pues, aunque me llamen gallego, depende. En unas zonas est¨¢ mejor y en otras peor. En Vigo no est¨¢ mal y en la Costa de la Muerte s¨ª est¨¢ mal". Sobre las especies afectadas y los plazos de recuperaci¨®n, la respuesta del investigador es similar. "El mar es un ecosistema complejo y poco estudiado. Preguntar si una especie se recuperar¨¢ exige saber recuperarse con respecto a qu¨¦ niveles, y en muchos casos no hay niveles previos para comparar".
Adem¨¢s, las previsiones de recuperaci¨®n "son muy dif¨ªciles. Si nadie es capaz de decir el a?o anterior si la cosecha de vino ser¨¢ buena o mala, ?c¨®mo lo vamos a saber del mar? En el mar tambi¨¦n hay a?os malos y buenos, y alg¨²n a?o malo puede ser mal¨ªsimo, peor que la marea. Pero que no nos enga?en, la marea lleg¨® y en los lugares concretos a los que lleg¨® fue un desastre. Ahora vemos que algunas especies, como la cigala y el gallo, est¨¢n peor de lo esperado, pero antes ya estaban en mal estado, sobreexplotadas, as¨ª que partimos de especies machacaditas. Del derrame del Exxon Valdez, por ejemplo, que fue hace 15 a?os, se sabe que hay especies que se recuperan, otras que no y otras que no se sabe a¨²n".
Los estudios posteriores al desastre del Erika, el accidente de un petrolero ocurrido en 1999 frente a la costa francesa, mostraron, dice Figueras, "que la pobla-ci¨®n de una especie de erizo de mar pas¨® de 64 individuos por metro cuadro a cero; luego se recuper¨® y en 2003 volvi¨® a bajar. ?Por qu¨¦? Tal vez debido a una mayor susceptibilidad a las enfermedades relacionada con el fuel de la marea negra. Nosotros hemos comprobado experimentalmente que los individuos expuestos al fuel quedan inmunodeprimidos y son m¨¢s sensibles a las enfermedades. Tambi¨¦n la reproducci¨®n y el crecimiento pueden verse afectados por estos contaminantes con el consiguiente efecto negativo sobre el ecosistema marino. Por otra parte, con proyectos de investigaci¨®n de tres a?os, ?c¨®mo podemos controlar el seguimiento durante 10 o 15 a?os? ?Qu¨¦ compromiso hay de mantener estudios de seguimiento m¨¢s all¨¢ de tres a?os? En Alaska se constituy¨® un consejo asesor con representantes cient¨ªficos y sociales para realizar el seguimiento de las consecuencias del Exxon Valdez, y en Espa?a habr¨ªa que hacer algo similar".
Las aves tampoco salieron bien paradas en Galicia. Seg¨²n un estudio de SEO/Birdlife, "se recogieron en la costa espa?ola y portuguesa 23.181 aves (6.120 vivas y 17.061 muertas) correspondientes a m¨¢s de 90 especies, la mayor¨ªa de ellas, 11.802, araos comunes". De las recogidas pudieron liberarse el 10% y el resto perecieron.
El caso de Do?ana
Un poco mejor, parece, est¨¢ Do?ana con respecto a la ruptura de la balsa de la mina de Aznalc¨®llar. "Ah¨ª al menos la mina est¨¢ cerrada", dice L¨®pez de Uralde. Para Narbona, "los dos Gobiernos, auton¨®mico y nacional, llevaron a cabo una restauraci¨®n bastante satisfactoria. Quedan puntos que se siguen estudiando para ver la contaminaci¨®n profunda, por ejemplo, en los acu¨ªferos. Y a¨²n hay que restaurar la zona de la mina y la balsa, que podr¨ªa generar un problema otra vez". Pero a¨²n hay otras minas con balsas en mal estado, a¨²n hay petroleros monocasco. En los titulares de los peri¨®dicos que cuenten el pr¨®ximo desastre ?seguir¨¢n figurando las mismas promesas legislativas incumplidas?
Seguros de clima
?HAY M?S HURACANES y m¨¢s inundaciones que nunca o s¨®lo lo parece? Y si los hay, ?los ocasionamos nosotros? Las empresas de seguros est¨¢n puestas a la tarea de cuantificar los da?os que los desastres naturales causan cada a?o en el mundo, por algunos de los cuales los que est¨¢n asegurados tienen que pagar. En un reciente informe del Swiss Re se habla de "oportunidades y riesgos del cambio clim¨¢tico". Lejos de poner en cuesti¨®n este complejo fen¨®meno, llama la atenci¨®n de la industria para que se tenga en cuenta el riesgo que para los seguros suponen los desastres naturales, que, seg¨²n esta compa?¨ªa, se han triplicado desde 1970 hasta 2003.
Para Miguel ?ngel V¨¢zquez, director de comunicaci¨®n de Unespa, la patronal del seguro en Espa?a, "la investigaci¨®n sobre el cambio clim¨¢tico no ha eliminado las incertidumbres, pero tampoco sostiene la certidumbre de lo que va a pasar. De hecho, los catastrofismos sin base son problem¨¢ticos, porque generan desidia: las opiniones p¨²blicas, cuando, pasado un tiempo prudencial, observan que "no pasa nada", tienden a relajarse. Hay que colocar el problema en sus justos t¨¦rminos y evitar las reacciones hist¨¦ricas".
Desde el punto de vista del seguro, dice V¨¢zquez, "lo que es un error es considerar que este problema se soluciona con seguros obligatorios. Que haya una entidad pagadora de las consecuencias de una contaminaci¨®n, no evita el problema de la contaminaci¨®n. Supongamos que un desastre ecol¨®gico borrase de la faz de la tierra una especie animal de especial significado para un pa¨ªs, por ejemplo el ¨¢guila imperial. ?Cu¨¢nto vale el da?o moral por dicha p¨¦rdida?".
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