Sombras de agosto
El horror al vac¨ªo informativo producido por las vacaciones veraniegas en las ¨¢reas institucionales de la pol¨ªtica nacional explica que los medios de comunicaci¨®n traten de colmar ese hueco concediendo mayor atenci¨®n a las noticias procedentes del mundo exterior. Este mes de agosto, sin embargo, no han estallado crisis internacionales comparables con la invasi¨®n de Kuwait en 1990 o el golpe de Estado frustrado de 1991 en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica; el refer¨¦ndum revocatorio de Venezuela, los combates en Irak y las violaciones de los derechos humanos en la prisi¨®n de Abu Ghraib y la base de Guant¨¢namo han sido las ¨²nicas referencias exteriores merecedoras de un seguimiento continuado y prioritario. No han faltado, en cambio, los habituales focos de malas noticias estacionales, tales como los tr¨¢gicos naufragios en las aguas del Estrecho y los incendios provocados de forma intencionada o por negligencias irresponsables. Al parte de guerra diario o semanal de los muertos y heridos en accidentes de carretera se han unido este a?o los cementerios de autom¨®viles abandonados en los arcenes de varias comunidades aut¨®nomas a causa de un oscuro conflicto patronal entre las aseguradoras y las empresas arrendadoras de gr¨²as.
Tampoco los terroristas se han tomado vacaciones. Bajo el segundo mandato de Aznar, el brutal atentado de Santa Pola el 4 de agosto de 2002 ensangrent¨® la ritual campa?a veraniega de ETA contra el turismo con dos nuevas muertes; este a?o los artefactos explosivos sembrados en Cantabria, Asturias y Galicia no han producido v¨ªctimas. Tampoco los episodios de kale borroka registrados durante el mes pasado en las fiestas donostiarras y bilba¨ªnas han alcanzado los elevad¨ªsimos niveles de salvajismo y des¨®rdenes de los a?os ochenta y noventa. Sin embargo, tanto el rastro de amonal dejado a su paso por el comando itinerante de ETA en la cornisa cant¨¢brica y el litoral atl¨¢ntico como las movilizaciones callejeras impulsadas o aprovechadas por el nacionalismo radical deben hacer recordar a los Gobiernos de Madrid y de Vitoria que la banda terrorista -aunque considerablemente debilitada- todav¨ªa conserva una fuerza operativa potencial.
Las simplistas, superficiales y err¨®neas ideas al respecto de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que contin¨²a negando todav¨ªa hoy la existencia de cualquier diferencia entre las diversas manifestaciones -nacionalistas y religiosas- del terrorismo y que sigue sosteniendo la peregrina tesis seg¨²n la cual las propuestas para investigar las causas de la violencia pol¨ªtica criminal son una solapada maniobra diversionista dirigida a restar energ¨ªa a la lucha contra sus efectos, llevaron al ex presidente del Gobierno no s¨®lo al irresponsable patrocinio de la aventurera guerra de Irak sino tambi¨¦n a "bajar la guardia ante la amenaza fundamentalista" dentro de nuestras fronteras, tal y como reconoci¨® tard¨ªamente en el ep¨ªlogo a su libro Ocho a?os de gobierno (Planeta, 2004, p¨¢gina 263). El Gobierno de Zapatero cometer¨ªa una equivocaci¨®n sim¨¦tricamente opuesta si concentrase sus esfuerzos exclusivamente sobre la lucha contra el terrorismo de corte islamista y descuidase el combate contra ETA.
Entre los tonificantes aplicados para compensar el baj¨®n agoste?o de la tensi¨®n informativa tampoco pod¨ªa faltar este a?o una serpiente de verano capaz de rivalizar con el culebr¨®n escoc¨¦s del Lago Ness. El reportaje de la revista Vogue sobre las ocho ministras socialistas abri¨® un abrumador concurso de sarcasmos, burlas y agudezas; el car¨¢cter reiterativo de los chistes previsibles, las descalificaciones machistas y las bromas chocarreras prueba una vez m¨¢s que el registro de las gracietas ingeniosas es finito. Por lo dem¨¢s, el torpe embarque dado a las ocho ministras por el astuto asesor de imagen que haya promovido esa patosa iniciativa constituye un agravio innecesario para los ciudadanos que votaron el programa electoral del PSOE en favor de la austeridad de los altos cargos, la igualdad de g¨¦nero y la separaci¨®n entre la esfera p¨²blica y los intereses privados. ?No ha ense?ado a los socialistas su anterior experiencia de gobierno que la indecente justificaci¨®n de los atentados perpetrados desde el poder contra la escala de valores defendida desde la oposici¨®n mediante el acusatorio recuerdo a los adversarios -"y t¨² m¨¢s"- de sus previos abusos resulta a la larga contraproducente?
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