"Hasta Nueva Orleans se ha 'disneyficado"
El pianista y cantante Dr. John contin¨²a recuperando y reinventando la m¨²sica de "la ciudad donde comenz¨® todo: Nueva Orleans". Incansable adicto al directo y con cerca de treinta discos a sus espaldas, es capaz de reunir a varias generaciones entre su p¨²blico m¨¢s fiel.
Entrevistar a Dr. John sigue siendo una experiencia embriagadora. Pocos artistas, de cualquier g¨¦nero, exhiben tal grado de pasi¨®n, de erudici¨®n, de compromiso total con su m¨²sica: nacido Mac Rebennack en Nueva Orleans, all¨¢ por 1940, todav¨ªa ejerce de embajador del asombroso tesoro sonoro de su ciudad. Aunque tenga motivos para enfriar su ardor: como muchos m¨²sicos debi¨® dejar Nueva Orleans para ganarse la vida y -asunto no menor- para escapar de la polic¨ªa local, que sab¨ªa de su drogadicci¨®n. Ahora puede ironizar sobre aquellos a?os a tumba abierta: "Toqu¨¦ brevemente en un grupo llamado Ronnie & the Delinquents, era como si goz¨¢ramos provocando a la ley".
Su ¨²ltima entrega es N'Awlinz: dis dat or d'udda (EMI), otra exploraci¨®n del canon de la ciudad, carnosas revisiones o recontextualizaciones de piezas cl¨¢sicas. Cada canci¨®n tiene una larga historia y Dr. John est¨¢ feliz de rebobinar y revivirla, aparte de sintetizar las andanzas de su autor y de los m¨²sicos participantes. Es capaz de desmenuzar la secci¨®n r¨ªtmica de un tema, donde puede haber media docena de instrumentistas, y llamar la atenci¨®n sobre la pandereta: "La toca [el baterista] Smokey Jonson, ahora en una silla de ruedas, pero todav¨ªa con un sentido del ritmo ¨²nico".
Una pregunta sobre la presencia de ritmos cubanos se convierte en una disertaci¨®n sobre la grandeza de Machito, Mario Bauz¨¢, Chano Pozo y otras luminarias del primer latin jazz, antes de desembocar en una especulaci¨®n sobre la abundancia de apellidos hispanos en los primeros tiempos del jazz: "Antes de Miami, la ciudad hermana de La Habana era Nueva Orleans y los barcos llevaban m¨²sicos en las dos direcciones."
Aprovecha para recomendar la escucha de los discos de Los Hombres Calientes, dos jazzmen que buscan reconectar Luisiana con los sonidos ancestrales de las Antillas. El nuevo trabajo, que puede traducirse como "Nueva Orleans: esto, eso o lo otro", le ha permitido tomarse libertades con los ingredientes. "Puede que el productor llame a B. B. King y Willie Nelson para hacerlo m¨¢s vendible pero yo s¨¦ que tienen algo que decir, que van a sonar diferentes tocando con mis amigos. Ellos tambi¨¦n son conscientes y vienen a disfrutar. Para m¨ª, poner a cantar a Mavis Staples con la Dirty Dozen Brass Band es un reto y un placer, aunque ella venga de la iglesia y yo (gui?o) de los burdeles".
Cada vez que vuelve a Nueva Orleans, le asaltan sentimientos encontrados: "Me entristece ver a m¨²sicos de muchos quilates, tipos como Eddie Bo, tocando simplezas para turistas. Es el signo de los tiempos: han disneyficado hasta la ciudad del pecado. Pero (risa) todav¨ªa puedes encontrar pecado -y m¨²sicos asombrosos- si te escapas de Bourbon Street. En los barrios negros se est¨¢ librando una batalla, entre los chavales que se dejan arrastrar hacia el estilo de vida del hip hop y los que se alistan en brass bands, en comparsas del carnaval, en grupos de lo que sea. Los del rap ganan mucho m¨¢s dinero pero no suelen vivir lo suficiente para disfrutarlo".
Dr. John se sabe un privilegiado: dice haber pasado "por todas las discogr¨¢ficas de Estados Unidos" y no haber sido robado demasiado. Pr¨¢cticamente todo lo que ha grabado en estudio se ha editado -"aunque me gustar¨ªa no tener que recortar tanto los solos de algunas piezas"- y regularmente se lanzan grabaciones suyas en directo: "Creo que tengo una suma de p¨²blicos. Los que me recuerdan de cuando iba de brujo, The Night Tripper. La gente que me ha o¨ªdo en los discos elegantes, los que han ganado grammys y dem¨¢s. Los que descubren el rhythm and blues de Nueva Orleans y quieren m¨¢s. Tambi¨¦n llegan las nuevas generaciones. Mi amigo Paul Weller me cont¨® que grab¨® mi Walk on guilded splinters con, c¨®mo se llama, uno de los hermanos de ese grupo que vende tanto [Oasis]
y que tuvo que ense?arle los acordes; el chaval se fue luego a comprar mis discos".
Apoyado en su bast¨®n tallado, Dr. John se queja de que el cuerpo ya no le responda como en otros tiempos: "He abusado de ¨¦l, as¨ª que me lo merezco. Pero me queda tanta m¨²sica por hacer...".
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