Las elecciones mundiales
Bienvenidos a las elecciones estadounidenses m¨¢s importantes que se recuerdan. Unas elecciones mundiales, en las que el mundo no puede votar. Cuatro a?os m¨¢s de Bush pueden suponer la confirmaci¨®n de millones de musulmanes con una fobia autodestructiva contra Occidente, una Europa hostil a Estados Unidos y un Estados Unidos de cabeza hacia la ruina fiscal. Cuatro a?os m¨¢s, y los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn ver¨¢n c¨®mo China dicta sus condiciones a un mundo dividido.
No hay que dejarse enga?ar por los que dicen que tan malo es un candidato como otro. No hay que desanimarse por los intentos de John Kerry de ser m¨¢s bushista que Bush cuando critica al presidente -en vez de aplaudirle- por reconocer, sin darse cuenta, que esta "guerra contra el terror" no puede "ganarse" como se gan¨® la Segunda Guerra Mundial. Independientemente de las posiciones electorales, Kerry sabe que es as¨ª. De ser presidente, actuar¨ªa en consecuencia, y el cambio representar¨ªa una enorme diferencia para todos nosotros.
Cuatro a?os m¨¢s de Bush pueden suponer la confirmaci¨®n de millones de musulmanes con una fobia autodestructiva contra Occidente
Las posibilidades de vencer de Bush dependen de que sea capaz de convencer a votantes indecisos de que tiene raz¨®n cuando habla de "Am¨¦rica en guerra"
Lo que caracteriza a este nuevo tipo de lucha es que no existe un solo l¨ªder o r¨¦gimen identificable, no hay un Hitler o una Uni¨®n Sovi¨¦tica a los que se pueda destruir
Consecuencias en Europa
Las elecciones en Estados Unidos tendr¨¢n muchas m¨¢s consecuencias para Europa que las pasadas elecciones europeas. Para el Reino Unido, seguramente, son m¨¢s importantes que las pr¨®ximas elecciones nacionales. Y, sin embargo, no parece que podamos hacer gran cosa para influir en el resultado. Nos sentimos como espectadores que hubieran invertido todos los ahorros de su vida en apostar por un solo boxeador y a un ¨²nico asalto. Lo ¨²nico que podemos hacer es gritar hasta desga?itarnos desde nuestros asientos. Salvo que, si animamos demasiado a Kerry, es posible que acabemos ayudando al otro candidato, sobre todo si gritamos en franc¨¦s.
Las posibilidades de vencer de George W. Bush dependen de que sea capaz de convencer a un n¨²mero suficiente de votantes indecisos de que tiene raz¨®n cuando habla de "Am¨¦rica en guerra". Mientras sus colaboradores financian las acusaciones de que John Kerry tergivers¨® ligeramente su expediente de guerra en Vietnam, toda la campa?a del presidente se basa en vender una historia de guerra falsa.
"Como ocurri¨® en la Segunda Guerra Mundial", declar¨® hace poco, "la guerra que hoy libramos empez¨® con un despiadado ataque por sorpresa contra Estados Unidos". Habr¨ªa que ver qu¨¦ opinan los polacos. (Escribo estas l¨ªneas en el 65? aniversario del verdadero comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que fue un despiadado ataque por sorpresa, pero contra Polonia). O qu¨¦ dicen los brit¨¢nicos. O los franceses. Pero para el presidente Bush, la Segunda Guerra Mundial no empez¨® hasta que los japoneses no atacaron Pearl Harbor.
El an¨¢lisis contempor¨¢neo es tan malo como el hist¨®rico. Se compara sin cesar la "guerra contra el terror" (en Washington la llaman WOT, las iniciales en ingl¨¦s) con la Segunda Guerra Mundial o la guerra fr¨ªa. S¨®lo existe una forma de ganar la guerra contra el terror, dijo a un p¨²blico de j¨®venes republicanos el principal asesor pol¨ªtico de Bush, Karl Rove, en los d¨ªas anteriores a la convenci¨®n: "Perseguir al enemigo hasta los confines de la tierra y destruirlo por completo". Como el h¨¦roe de cientos de pel¨ªculas del Oeste. En la convenci¨®n quieren lograr apoyos entusiastas con una pel¨ªcula en la que aparecen carros del ej¨¦rcito estadounidense que avanzan de forma triunfal por una carretera y buques de guerra que surcan los mares. La p¨¢gina web para la reelecci¨®n de Bush (www.georgewbush.com) tiene un v¨ªnculo que dice "ganar la guerra contra el terror". Por supuesto, en conversaciones personales, los dirigentes republicanos pueden utilizar argumentos m¨¢s sutiles, pero la campa?a, en su conjunto, se apoya en una epopeya grandiosa seg¨²n la cual Estados Unidos se encuentra en medio de una guerra convencional, que podr¨¢ vencer fundamentalmente gracias al valor militar y la fuerza de las armas.
Ni est¨¢ en una guerra as¨ª ni va a vencer de esa forma. "Destruirlo por completo", grita Karl Rove. ?A qui¨¦n? ?A Osama Bin Laden? ?A un terrorista suicida palestino? ?Un mul¨¢ iran¨ª? ?El terrorista desconocido? Lo que caracteriza a este nuevo tipo de lucha es precisamente que no existe un solo l¨ªder o r¨¦gimen identificable, no hay un Hitler o una Uni¨®n Sovi¨¦tica a los que se pueda destruir. (Evidentemente, la captura de Osama Bin Laden, si est¨¢ todav¨ªa vivo, facilitar¨ªa las cosas). Si aceptamos -y debemos hacerlo- que nos enfrentamos a unas amenazas totalmente nuevas, entre las que el terrorismo isl¨¢mico desempe?a un papel importante, ?qu¨¦ puede hacer la fuerza militar para reducir la amenaza? Mucho menos que en otras guerras anteriores. Si la fuerza militar fue responsable en un 80% de que Occidente venciera en la Segunda Guerra Mundial y quiz¨¢ -por las repercusiones de la carrera armament¨ªstica en la Uni¨®n Sovi¨¦tica- en un 30% de la victoria occidental en la guerra fr¨ªa, en ¨¦sta s¨®lo le corresponder¨¢ entre un 10% y un 15% de la victoria.
La victoria depender¨¢ del valor, la decisi¨®n, el empe?o en defender lo que nos es valioso; Estados Unidos hace bien en record¨¢rnoslo. Depender¨¢ de unos buenos servicios de informaci¨®n y de la labor policial. Pero, sobre todo, de que se aborden las causas pol¨ªticas y econ¨®micas del terrorismo, para poder secar los pantanos en los que se cr¨ªan los mosquitos de Al Qaeda, y de que nuestras sociedades libres desplieguen sus atractivos. Y en este aspecto, Bush ha sido un desastre. Ha presidido la mayor concentraci¨®n militar de Estados Unidos desde el final de la guerra fr¨ªa y el m¨¢s r¨¢pido y amplio deterioro de la popularidad de su pa¨ªs en el mundo desde Vietnam. En las armas que verdaderamente importan, nadie ha contribuido tanto a desarmar a Estados Unidos como George W. Bush.
Es sorprendente el n¨²mero de estadounidenses que son conscientes de ello. En una encuesta reciente realizada por Pew, el 67% de los entrevistados dec¨ªa que Estados Unidos cuenta ahora con menos respeto en el mundo, y el 43% pensaba que era un problema grave. Si los dem¨®cratas insisten constantemente en que Bush ha destruido el prestigio de Estados Unidos entre sus amigos y aliados tradicionales, no es por capricho. Saben que significa votos.
El poder de las multitudes
De modo que quiz¨¢ no somos unos espectadores tan impotentes, despu¨¦s de todo. Es verdad que no votamos. Es verdad que, si animamos con demasiado entusiasmo a Kerry, podemos estar ayudando a su adversario. Pero los que participan en los Juegos Ol¨ªmpicos conocen el poder de las multitudes. En las elecciones estadounidenses de este a?o, a diferencia de lo que suele ser habitual, tienen tanta importancia los acontecimientos y las reacciones de fuera del pa¨ªs como lo que ocurre dentro de sus fronteras, incluida "la econom¨ªa, est¨²pido". En esa misma encuesta de Pew, el 41% de los entrevistados dec¨ªa que el principal problema que afronta la naci¨®n es "la guerra, la pol¨ªtica exterior y el terrorismo", frente a un mero 26% que indic¨® los problemas econ¨®micos.
Por supuesto, ser¨ªa catastr¨®fico que s¨®lo apoyaran expl¨ªcitamente a Kerry los pa¨ªses europeos que se opusieron a la guerra de Irak. Eso dar¨ªa credibilidad a la ¨¢cida pulla del senador conservador Mitch McConnell de que "Kerry quiere deslocalizar nuestra pol¨ªtica exterior y ponerla en manos de Par¨ªs y Berl¨ªn". Todav¨ªa ser¨ªa peor que los pa¨ªses que s¨ª respaldaron la guerra de Irak, especialmente el Reino Unido, Polonia e Italia, dieran la menor se?al de que Bush puede continuar con la misma pol¨ªtica que mantiene desde 2001 y seguir contando con su apoyo. Los Gobiernos europeos no deben favorecer a ning¨²n candidato; eso tienen que dej¨¢rnoslo a nosotros, los europeos extraoficiales. Pero lo que s¨ª pueden hacer es expresar con claridad cu¨¢les son las condiciones de Europa para colaborar plenamente con Estados Unidos en la tarea de reducir la amenaza del terrorismo a los niveles anteriores. Si prescindimos de los matices, podemos decir incluso "para ganar la guerra contra el terror". Los que estamos de espectadores no debemos gritar a favor de Europa, ni a favor de Bush, ni siquiera a favor de Kerry, sino a favor de Estados Unidos. Ellos sabr¨¢n a qu¨¦ Estados Unidos nos referimos.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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