Las ra¨ªces del fuego
Huelva lidera en ocho ocasiones el c¨®mputo anual por provincias de incendios intencionados
Los responsables de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, los t¨¦cnicos del Infoca y los especialistas de la Guardia Civil y Polic¨ªa auton¨®mica, insisten en la intencionalidad que se esconde tras los incendios forestales que este verano est¨¢n castigando la provincia de Huelva. Un an¨¢lisis de los datos hist¨®ricos referidos a este tipo de siniestros en toda la comunidad aut¨®noma, revela c¨®mo las causas intencionadas han tenido, desde 1986, una llamativa incidencia en los m¨¢s de cuatro mil incendios registrados en territorio onubense.
La intencionalidad es una de las causas que, con mayor frecuencia, aparece en las estad¨ªsticas de incendios forestales, tanto a escala nacional como auton¨®mica. En los casi 21.000 incendios registrados en Andaluc¨ªa durante el periodo 1986-2003, cuyas caracter¨ªsticas generales est¨¢n disponibles en la base de datos que la Consejer¨ªa de Medio Ambiente ofrece en su p¨¢gina web (www.juntadeandalucia/medioambiente), la intencionalidad se cita como causa principal en m¨¢s de un 33 % de los casos, lo que supone cerca de 7.000 siniestros provocados en 18 a?os.
Si bien la informaci¨®n oficial disponible en Internet no entra en demasiados detalles, un an¨¢lisis pormenorizado de la misma, con el consiguiente cruce de diferentes datos, revela algunas circunstancias llamativas, sobre todo en lo que se refiere a la situaci¨®n de la provincia de Huelva, donde este verano se est¨¢n multiplicando los incendios intencionados sin que nadie haya ofrecido una explicaci¨®n razonable.
Si se contempla la aportaci¨®n de esta provincia al c¨®mputo total de incendios registrados en Andaluc¨ªa durante el periodo mencionado, los porcentajes que se obtienen est¨¢n dentro de una cierta normalidad, ya que la contribuci¨®n onubense ronda el 20% (4.300 incendios), nada excepcional en un territorio con importantes masas forestales. Tampoco destaca por el porcentaje de siniestros intencionados (algo m¨¢s del 30 % del total hist¨®rico), cifra que, incluso, est¨¢ por debajo de la media regional.
Sin embargo, ninguna otra provincia de Andaluc¨ªa ha liderado, durante tantos a?os diferentes, el c¨®mputo anual de incendios intencionados, ya que Huelva ha encabezado esta clasificaci¨®n en ocho ocasiones entre 1986 y 2003. El resto de provincias s¨®lo ha conseguido este dudoso honor en una ocasi¨®n o, como mucho, en dos (as¨ª ocurre en el caso de C¨¢diz, M¨¢laga y Sevilla, las siguientes clasificadas). Tampoco parece obedecer a una casualidad que, de esos ocho ejercicios, seis figuren de forma consecutiva. Es decir, el mayor n¨²mero de incendios forestales intencionados registrados en toda Andaluc¨ªa se localiza en Huelva, de manera ininterrumpida, entre los a?os 1994 y 1999.
Examinando la suma total de incendios por provincia y a?o, y cruzando los datos correspondientes a las causas, Huelva vuelve a aparecer en un lugar destacado, ya que es la provincia que mayor porcentaje de sucesos intencionados ha registrado en un solo ejercicio. As¨ª ocurri¨® en 1987, donde esta causa rond¨® el 40% de los fuegos onubenses, porcentaje que ninguna otra provincia ha alcanzado nunca. Le sigue a gran distancia C¨¢diz, que registr¨® un 30% de incendios intencionados en 1989, y en tercer lugar vuelve a aparecer Huelva, ya en 1997, con un 29%.
Parece, pues, evidente, aunque nadie se ha pronunciado al respecto, que esta provincia acumula, en un periodo hist¨®rico dilatado, demasiados indicadores que otorgan a la intencionalidad un protagonismo excesivo. Ni siquiera la incorporaci¨®n de especialistas de la Guardia Civil y Polic¨ªa Auton¨®mica a la investigaci¨®n de los siniestros o la mejor cualificaci¨®n de los t¨¦cnicos del Infoca a la hora de establecer las causas de un fuego parecen haber influido en esta circunstancia, ya que los indicios se mantienen firmes tanto en el comienzo de la serie hist¨®rica (finales de los a?os ochenta) como en los ejercicios m¨¢s recientes.
A escala regional, el n¨²mero de incendios intencionados oscila a lo largo de los a?os entre un m¨ªnimo de 190 siniestros atribuidos a esta causa en 1987 y un m¨¢ximo de 605 en 1994. Tambi¨¦n es verdad que este dato est¨¢ claramente determinado por esa mayor eficacia en el an¨¢lisis de los fuegos, de tal manera que el cap¨ªtulo de causas desconocidas, e incluso el de negligencias, ha ido disminuyendo en favor de los sucesos claramente provocados.
Pero, quiz¨¢, lo m¨¢s extra?o de la situaci¨®n que se est¨¢ viviendo en Huelva este verano sea el objetivo ¨²ltimo que pudiera perseguirse con estos fuegos provocados. No parece razonable hablar de intereses madereros, agr¨ªcolas o ganaderos, ni tampoco de turbia presi¨®n urban¨ªstica, ya que, en Andaluc¨ªa, los terrenos forestales afectados por incendios est¨¢n sujetos, desde hace tres a?os y mediante el reglamento que desarrolla la Ley de Prevenci¨®n y Lucha contra los Incendios Forestales, a un r¨¦gimen de restauraci¨®n que sus propietarios deber¨¢n concretar en un detallado plan de actuaciones, cuya aprobaci¨®n depende de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, a la que debe presentarse este documento, como m¨¢ximo, ocho meses despu¨¦s del siniestro.
Asimismo, siguen vigentes, tal y como fija la citada ley de 1999, las limitaciones a los aprovechamientos en ¨¢reas incendiadas y la inscripci¨®n en el Registro de la Propiedad de la obligaci¨®n de restaurar las ¨¢reas afectadas, terrenos cuya calificaci¨®n jur¨ªdica no se modifica en ning¨²n caso por el hecho de haber sufrido un incendio, f¨®rmula que evita cualquier operaci¨®n especulativa.
La mano del hombre
Dentro del amplio cap¨ªtulo de la intencionalidad como causa de un incendio forestal pueden esconderse un sinf¨ªn de motivaciones. Aunque su incidencia se haya visto muy limitada por las obligaciones que la ley impone en Andaluc¨ªa, siguen cit¨¢ndose, con demasiada frecuencia, y sin argumentos suficientes, los oscuros intereses de ganaderos, agricultores, madereros o de promoci¨®n inmobiliarios. Tambi¨¦n suele recurrirse a la figura del pir¨®mano, aunque ¨¦ste sea un desorden de la personalidad ciertamente escaso, por lo que su incidencia suele ser m¨ªnima.
Claro que, descartadas estas causas, que gozan de gran popularidad, pero que hasta ahora no han servido para explicar sucesos como los de Huelva, lo que aparece es un terreno difuso y pantanoso, donde caben todo tipo de explicaciones. En Andaluc¨ªa, por ejemplo, han llegado a provocarse, en el ¨¢rea del Campo de Gibraltar, fuegos de distracci¨®n, para as¨ª reducir la presencia policial en zonas donde se llevaban a cabo operaciones de contrabando o narcotr¨¢fico.
Tambi¨¦n hubo un tiempo, a comienzos de los noventa, cuando se relacion¨® la intencionalidad de los incendios con el proceso de selecci¨®n de los retenes que habr¨ªan de combatirlos, argumento que incluso se defendi¨® desde organismos oficiales como el desaparecido Icona. Es posible que todav¨ªa haya quien piense que quemando el monte se generan jornales, aunque las p¨¦rdidas para los municipios afectados, incluso en t¨¦rminos de jornales, superan con creces, en la mayor¨ªa de los casos, los beneficios que pudieran obtenerse. Y podr¨ªa incrementarse la lista de causas con otras a¨²n m¨¢s complejas, como las relacionadas con venganzas.
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