"Hay que contar la Guerra Civil de forma desapasionada"
Desde el mismo t¨ªtulo, 1936. Los mitos de la Guerra Civil, el ensayo que acaba de publicar Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) en Pen¨ªnsula remite al best seller de P¨ªo Moa. No es, sin embargo, una r¨¦plica puntual a las controvertidas tesis que se defend¨ªan en aquel libro, pese a que las fajas con que se vende as¨ª lo subrayen. P¨ªo Moa s¨®lo aparece de pasada.
"He querido decantar 30 a?os de investigaci¨®n hist¨®rica con una mirada serena", explica Moradiellos. "En ese sentido, s¨ª podr¨ªa entenderse como una respuesta a las tesis de Moa, pero de una manera muy global, ya que lo que ¨¦ste ha hecho en sus libros ha sido reactualizar las tesis, hip¨®tesis y argumentos de la historiograf¨ªa franquista. Como publicista ha sido muy eficaz, pero como historiador s¨®lo ha repetido lo que ya hab¨ªan defendido autores como Joaqu¨ªn Arrar¨¢s".
"En la Rep¨²blica, unos defend¨ªan la democracia y otros quer¨ªan la revoluci¨®n"
Pregunta. Vuelve a hablar de mitos, ?no hay manera de liberarse de ellos al tratar de la guerra?
Respuesta. Cuando hablo de mitos me refiero a los relatos que explican la realidad narrando una acci¨®n extraordinaria protagonizada por personajes sobresalientes y con un formato ritualizado que evite toda incertidumbre.
P. Versiones rotundas, sin m¨¢rgenes para la duda.
R. Eso es lo que se trata de evitar con la Guerra Civil. Es necesario contarla de manera desapasionada y no partidista.
P. ?Cu¨¢les son las versiones que pone en cuesti¨®n?
R. Son dos tendencias las que critico. Una es la que cuenta la guerra como un mito ¨¦pico, una gesta heroica, y que reproduce los discursos que cada bando defendi¨® en las trincheras. La otra sustituye el car¨¢cter ¨¦pico por una visi¨®n doliente, y entiende la guerra como una matanza fratricida, una locura tr¨¢gica en la que todos se vieron envueltos. Es la interpretaci¨®n que prepara la transici¨®n. Ya que fue una locura, se trata de preparar el perd¨®n y el olvido.
P. Ni gesta ¨¦pica, ni locura tr¨¢gica, ?qu¨¦ pas¨® entonces?
R. Lo primero que se descubre es que las cosas fueron mucho m¨¢s complicadas: la guerra no puede reducirse a la batalla entre
fascismo y comunismo, a la lucha de la revoluci¨®n contra la reacci¨®n.
P. No hubo entonces dos Espa?as, una contra la otra...
R. Despu¨¦s de la Gran Guerra, que socav¨® los fundamentos de la civilizaci¨®n anterior, los modelos pol¨ªticos que se fueron consolidando giraban en torno a las tres erres: revoluci¨®n, reacci¨®n, reforma. En Rusia triunf¨® la revoluci¨®n bolchevique, la reacci¨®n en Alemania e Italia a trav¨¦s del nazismo y el fascismo; luego estaban las democracias en Francia, Reino Unido... En Espa?a, donde exist¨ªan las tres tendencias, ninguna consigui¨® imponerse claramente sobre las dem¨¢s.
P. Y entonces no hubo otra salida que la guerra...
R. La guerra no fue inevitable. Si se desencaden¨® fue porque, por un lado, en aquellos a?os exist¨ªa la convicci¨®n generalizada de que la violencia era un camino eficaz para conquistar los fines de cada tendencia y, de otro, porque una de esas tendencias ten¨ªa acceso en Espa?a a las armas. El Ej¨¦rcito, en vez de defender al Gobierno leg¨ªtimo, se fractur¨®, y la facci¨®n m¨¢s reaccionaria se rebel¨® contra la Rep¨²blica. Contaban con un amplio apoyo de la poblaci¨®n, y con la Iglesia.
P. No fue el suyo, sin embargo, un paseo militar.
R. El Ej¨¦rcito se parti¨® por la mitad, aunque de los jefes y oficiales que permanecieron en el lado republicano s¨®lo la mitad la defendiera activamente. En t¨¦rminos pol¨ªticos, las ¨²ltimas elecciones las hab¨ªa ganado el Frente Popular por un escaso margen de 200.000 votos.
P. Con semejante equilibrio, ?qu¨¦ pas¨® para que la victoria de Franco fuera total, y absoluta la derrota de la Rep¨²blica?
R. Para ganar la guerra era necesario un Ej¨¦rcito, un aparato estatal que lo apoyara y una moral en la retaguardia lo suficientemente fuerte para que la gente fuera capaz de perder la vida por una causa. Franco tuvo un Ej¨¦rcito con unos cuadros preparados y unas tropas aguerridas, am¨¦n de que cont¨® con el flujo permanente de armas y aviones procedentes de Italia y Alemania. Pol¨ªticamente uni¨® a todas las fuerzas que lo apoyaban alrededor de su figura, y aliment¨® la causa de la retaguardia con una f¨®rmula contundente: por Dios y por la patria.
P. La Rep¨²blica no lo tuvo tan f¨¢cil...
R. Construir un Ej¨¦rcito fue una tarea tit¨¢nica, pues a las milicias que defend¨ªan la Rep¨²blica les gustaban poco los militares. La ayuda de las democracias fue casi inexistente por el acuerdo de No Intervenci¨®n, y el apoyo sovi¨¦tico fue mucho menor que el que lleg¨® al otro bando. El aparato de Estado estaba pulverizado y hubo desacuerdos entre las fuerzas pol¨ªticas. Ni siquiera era la misma moral la que alimentaba la retaguardia. Unos defend¨ªan la democracia frente al fascismo y otros quer¨ªan hacer la revoluci¨®n. A¨²n as¨ª, y gracias a la decidida actuaci¨®n de Negr¨ªn, la Rep¨²blica resisti¨® hasta que el colapso fue inevitable. La lecci¨®n moral del conflicto, si hay alguna, es que la Guerra Civil es el peor de los caminos.
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